Читать книгу Descubre la vacuna emocional - Christine Lebriez - Страница 15

MIEDO, INCERTIDUMBRE E IMPOTENCIA

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La incertidumbre es tremendamente molesta para el ser humano, y lo es hasta tal punto que a veces se prefiere tener la certeza de que algo negativo está sucediendo antes que no saber qué pasará, aunque al final el resultado sea positivo. El popular refrán «más vale malo conocido que bueno por conocer» ilustra bien este hecho. Tanto es el malestar que nos genera no saber qué ocurrirá que nuestra sociedad está acostumbrada a pagar un alto precio por no tener incertidumbre, y existe todo un entorno de negocio, el de la seguridad, motivado por el malestar causado por la incertidumbre. ¿Quién no tiene varios seguros (vida, accidentes, vivienda, viajes, coche, salud, escolar, etc.) que nos permiten gestionar la incertidumbre? «Puede pasar algo malo, pero estoy protegido», es lo que solemos pensar. Realmente, esta intolerancia tan acusada a la incertidumbre que caracteriza a los de nuestra especie ha resultado un filón económico para algunos negocios.

Quizás en unos años, décadas, o quién sabe en cuánto tiempo, vuelva a aparecer una nueva catástrofe humana que nos muestre nuevamente nuestra fragilidad ante el mundo. Es la historia de la humanidad: pestes, pandemias, catástrofes…

O que en nuestra vida particular tengamos que enfrentarnos a algún suceso dramático impredecible.

En el contexto de la COVID-19, la incertidumbre se ha colado en nuestros hogares, y no sabemos cuándo va a desaparecer, o si vendrá otra pandemia u otra adversidad, o si ha venido para quedarse.

Nuestro vida segura y acomodada se ha ido, quizá para no volver, al menos en la forma que conocíamos. Después del impacto inicial producido por la aparición de la COVID-19 seguimos percibiendo malestar y las sensaciones negativas: el miedo, la incertidumbre, la frustración y la impotencia.

Las dudas, no solo siguen existiendo, sino que han aumentado: «No me han hecho el test, ¿cuál es realmente mi estado?», «¿lo tengo o no lo tengo?, ¿qué me está pasando?, ¿será COVID-19?, ¿debo ir al médico?», «¿cada cuánto me tengo que hacer el test?», «si tengo la COVID-19 y me proponen el ingreso hospitalario, ¿será bueno?, ¿y si no vuelvo a ver a mi familia?», «si paso en casa la enfermedad, ¿me curaré o puedo empeorar?», «¿cómo puedo estar seguro de no contagiarme?», «¿qué sucede con mi familiar en el hospital?, ¿y si nos infectamos todos?»,, «¿hasta cuándo vamos a estar así?», «¿cuándo habrá tratamiento o una vacuna?», etc. Estas son algunas de las preguntas que están en la mente de todos, en algunos casos de forma continua y machacona, sin poder pensar en otra cosa. En cualquier caso, todas estas preguntas se pueden resumir en una: ¿qué va a pasar?

El miedo se ha instalado en nosotros, lo percibimos a todas horas y en todos los sitios, y es difícil acostumbrarse a él. Las preguntas anteriores no tienen una respuesta certera. El miedo crónico daña profundamente al ser humano, pues pierde su valor protector y le arrebata el sentido común y la motivación para la lucha. Además, mientras haya miedo, puede generarse pánico, y si aparece, pueden generarse brotes de caos e histeria colectiva. Pero veamos qué es el miedo, esa sensación de la que tanto se habla cuando percibimos un peligro o una posible amenaza.

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