Читать книгу Descubre la vacuna emocional - Christine Lebriez - Страница 16

El miedo, un mecanismo que se activa para protegernos

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Los seres humanos estamos prendados de nuestra inteligencia y de lo que hemos logrado avanzar, y nos tenemos en tan gran estima que se nos olvida nuestra auténtica naturaleza. Por más que tecnológicamente y científicamente hayamos alcanzado un desarrollo increíble, la capacidad de nuestro intelecto está muy descompensada en cuanto a nuestro diseño emocional. A nivel emocional no somos diferentes de nuestros antepasados de hace 15.000 años. Más bien somos muy parecidos.

El miedo es un mecanismo que nos ha servido para la supervivencia: tiene una labor defensiva y adaptativa, ya que si detecta «un peligro», nos activa para protegernos y salvarnos del mismo.

En cuanto el cerebro humano identifica algo que pueda tener una consecuencia negativa, lo etiqueta como peligroso y reacciona con una descarga de hormonas que ponen en marcha toda una serie de mecanismos dirigidos a protegernos de ese peligro. La percepción de ese peligro activa en nuestro cerebro unas vías (el eje hipotalámico-pituitario-adrenal) que se encargan de prepararnos para huir del peligro o para luchar contra él. Estas vías neurológicas se encargan de segregar adrenalina y cortisol (la hormona del estrés, por ejemplo); dichas hormonas son los mensajeros que van dirigiendo en nuestro cuerpo la maniobra protectora contra el peligro. Y hasta ahí llega la racionalidad de la que tanto presumimos los seres humanos. En el momento en que sentimos miedo, nuestro cerebro emocional toma las riendas y pone nuestros mecanismos mentales y biológicos al servicio de nuestra protección.

El diseño biológico del ser humano está hecho para la supervivencia. Que los seres humanos podamos pensar, razonar y alcanzar el desarrollo que hemos alcanzado es una cosa; que estemos diseñados para ese fin es otra. No estamos diseñados para el entorno tecnológico en el que estamos viviendo. De hecho, el cerebro frecuentemente se confunde, pues no está tan actualizado y es capaz de angustiarse con incontables sucesos (llegar tarde a la oficina, no tener el regalo de cumpleaños de nuestra pareja, una cena con personas que no nos gustan, un examen, un dolor de cabeza, el pinchazo para un análisis de sangre, no saber qué partido ganará las elecciones, si subirán los impuestos, el calentamiento global, etc.).

El lector puede pensar que en todos estos casos el cerebro no se equivoca a la hora de identificar que la situación pueda ser peligrosa (suspender un examen puede tener unas consecuencias muy negativas), pero sí se equivoca con la respuesta que es adecuada para gestionar la situación (sudar, estar tensos o que el corazón lata muy deprisa es necesario si nos persigue un perro ladrando, pero no durante un examen). Lo cierto es que, intentado protegernos, nuestro cerebro nos puede crear problemas importantes que algunas veces solamente somos capaces de detectar cuando ya hemos cometido el error de dejarnos llevar por nuestra respuesta emocional.

El miedo es, por tanto, un programa básico con el que todos los seres humanos nacemos y que debemos conocer y entender. Junto con otros programas emocionales (tristeza, ira, alegría o asco), el miedo ha sido tan importante para nuestra evolución y supervivencia que forma parte del «cableado básico emocional» con el que nace el cerebro de los seres humanos. Da igual la raza, la cultura o el país. De la misma forma que cualquier bebé humano está programado para aprender a hablar, estamos preparados para sentir miedo cuando nuestro cerebro percibe que una situación pueda tener consecuencias negativas para nosotros.

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