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ОглавлениеSINOPSIS
LIBRO I
Prólogo en el que Cicerón expresa su intención de escribir un tratado filosófico y en el que compara las contribuciones espirituales de los Griegos y los Romanos (1-8).
Formulación de la tesis: la muerte es un mal para los muertos y para los vivos y, por ello, fuente de infelicidad (9).
La muerte no es un mal para nadie. Crítica de las leyendas sobre el mundo de ultratumba (10).
Los muertos, dado que no existen y carecen de sensibilidad, no pueden ser infelices (11-15).
La muerte puede ser incluso un bien (16).
Examen de las diversas opiniones sobre la muerte, la naturaleza del alma, su situación y su procedencia (17-25).
Comienzo de la exposición de los argumentos a favor de la inmortalidad del alma (26).
1. El cumplimiento escrupuloso de los ritos funerarios (27).
2. La deificación de hombres y mujeres ilustres (28-29).
3. El consenso de los hombres al respecto (30)
4. La preocupación de los mejores por la posteridad (31-35).
Opiniones de los filósofos sobre la naturaleza del alma y su viaje de regreso, después de la muerte, hacia su morada celeste originaria (36-52).
El alma como principio de todo movimiento (53-55).
Las increibles facultades del alma, como la memoria, la inventiva y la imaginación, demuestran el parentesco del alma con lo divino (56-71).
Los hombres sabios consideran la vida una preparación para la muerte (71-75).
Opiniones contrarias a la inmortalidad del alma (76-81).
La muerte es la desaparición de la sensibilidad (82).
La pérdida de los bienes terrenos no es ninguna infelicidad (83-86).
Disquisición semántica sobre la expresión «estar privado de» (87-88).
La muerte como pérdida de la sensibilidad y semejante al sueño (89-92).
Relatividad de los conceptos «largo» y «breve» referidos a la vida humana (93-94).
Ejemplos de serenidad y entereza ante la muerte (95-102).
La preocupación por el enterramiento de los cadáveres carece de sentido (103-108).
Lo importante no es vivir mucho, sino vivir bien (109-111).
Los dioses mismos conceden a menudo a los hombres la muerte como un bien y los hombres mejores la buscan (112-116).
Debemos desear la muerte o, al menos, no temerla (117-119).
LIBRO II
Prólogo en el que Cicerón considera una necesidad la escritura filosófica (1-9).
Utilidad de la filosofía (10-13).
Se postula la tesis de que el dolor es el mayor mal (14).
Exposición de algunas concepciones filosóficas sobre el dolor (15-18).
Valoración negativa de los poetas (19-27).
Filósofos como Epicuro y los estoicos admiten que el dolor es un mal (28-30).
Las virtudes cardinales pueden vencer al dolor (31-33).
El dolor puede soportarse con el hábito y el endurecimiento (34-41).
El dolor puede soportarse mediante la fortaleza (42-43).
Incoherencia de la doctrina epicúrea (44-46).
El control de la razón puede ayudar a soportar el dolor. Ejemplos (47-50).
La tensión de nuestro espíritu y el ejemplo de los hombres de valía moral ayudan también a soportar el dolor (51-53).
Se insiste en el argumento de la tensión del espíritu (54-55).
Condena de la exteriorización del dolor (56-57).
Debemos fijamos en los ejemplos de los héroes y de las grandes personalidades (58-61).
La grandeza de ánimo, que parte de un principio racional, es la mejor ayuda para tolerar el dolor (62-65).
La perfección moral puede erradicar el dolor. Pero, si es insoportable, siempre queda el refugio de darse uno muerte (66-67).
LIBRO III
Prólogo en el que se hace el elogio de la filosofía como terapia del alma (1-6).
Se plantea la tesis de si al sabio puede afectarle la aflicción. Comparación de las denominaciones griega y latina (7-11).
Presencia en nuestra psique de un elemento débil, causante de la aflicción, que la filosofía debe eliminar (12-13).
Silogismos de los estoicos para probar que al sabio no le afecta la aflicción (14-31).
Exposición de la opinión de Epicuro (32-34).
Refutación de la tesis epicúrea (35-51).
La opinión de los cirenaicos. Métodos para curar la aflicción (52-60).
La causa de la aflicción reside en una idea y creencia falsas (61).
La aflicción no es ningún deber (62-64).
Inutilidad de la aflicción (65-71).
La aflicción es imputable a nuestra responsabilidad y no algo ínsito en la naturaleza (72-75).
Distintos métodos para aliviar y eliminar la aflicción (75-79).
Recapitulación de las causas de la aflicción. Todas las aflicciones pueden curarse por el mismo método (80-84).
LIBRO IV
Prólogo en el que se elogia el progreso de Roma y se exponen los precedentes filosóficos (1-7).
Exposición de la tesis de si el sabio se halla libre de toda perturbación (8-10).
Definición estoica de la perturbación. Clasificación de las perturbaciones, de las que la intemperancia es la fuente principal (11-22).
Comparación de las enfermedades del cuerpo y el alma (23-33).
Refutación de la tesis que postula que el sabio no se halla libre de las perturbaciones (34-38).
Crítica de la doctrina peripatética que sostiene que las perturbaciones son naturales y útiles (38-46).
Refutación, desde presupuestos estoicos, de la concepción peripatética de las pasiones (47-57).
Las pasiones pueden combatirse de una forma general o particular (58-62).
Recordatorio de la forma de calmar la aflicción (63).
El miedo (64).
La alegria desbordante (65-67).
La pasión amorosa (68-76).
La cólera (77-81).
La filosofía es la única que puede combatir las ideas falsas y los errores en los que las perturbaciones se fundamentan (81-84).
LIBRO V
Prólogo que contiene un elogio de la filosofía (1-11).
Planteamiento de la tesis de que la virtud es suficiente para la felicidad (12-20).
Discrepancias de la tesis propuesta con las opiniones de otros filósofos, en especial Epicuro (21- 33).
La autoridad de Platón (34-36).
El don natural de la racionalidad absoluta posibilita la existencia de la felicidad y el bien moral (honestas) (37-42).
El sabio es siempre feliz (43-48).
La felicidad consiste en la práctica de las virtudes (49-54).
Dos modos de vida antitéticos: el sabio y el tirano (54-72).
El sabio es feliz incluso sometido a tormento. Críticas de la incoherencia de Epicuro (73-82).
Principales concepciones filosóficas sobre el sumo bien (83-85).
Los académicos y los peripatéticos consideran la virtud el ingrediente principal, aunque no el único, del sumo bien (85-87).
Análisis de la concepción hedonista epicúrea del sumo bien (88-96).
Elogio de la vida frugal y rechazo de la riqueza desmedida (97-102).
La baja extracción social, la impopularidad y la pérdida de los sentidos más nobles no pueden robarle al sabio la felicidad (103-116).
El suicidio como solución extrema de los males (116-118).
Acuerdo unánime de los filófosos sobre la felicidad del sabio (119-121).