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MESA REDONDA La psiquiatría entre el deber de cuidar y el deber de orden

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La redacción de Mental*Patricia Johansson-Rosen y Valérie Pera Guillot— se reunió con Agnès Aflalo, Francesca Biagi-Chai, Jean-Daniel Matet y Dominique Vallet, psicoanalistas y psiquiatras, en una mesa redonda consagrada a la situación actual de la psiquiatría. ¿Dónde estamos ante las exigencias de seguridad y de gestión impuestas por el mercado contemporáneo?

JEAN-DANIEL MATET: Hoy, en el Campo Freudiano, después de la denuncia necesaria y razonada que pusimos en marcha, respecto a un nuevo orden que tiende a imponerse en el campo psi, nuestra preocupación es mantener el contacto con los campos de saber y de experiencia que se despliegan actualmente en psiquiatría.

MENTAL: La política del sector psiquiátrico surge ante los dramas sufridos por los enfermos mentales internados en los asilos durante la Segunda Guerra Mundial. El sector quería y quiere ser un instrumento de tratamiento, vuelto hacia el exterior del hospital, en relación con los otros agentes que están sobre el territorio, desplegando la atención al enfermo lo más cerca posible de su propio entorno. La red asistencial, tal como hoy se promueve, obedece ante todo a una lógica de gestión cuyo objetivo sería la prevención. Siguiendo esta lógica, esta red apunta a una dimensión que excede mucho el campo psiquiátrico y de la atención clínica; toca a lo sanitario, a lo social, a lo médico-social, a la educación, incluso a la justicia. ¿La red está pensada como instrumento de prevención y de atención, construida alrededor de un sujeto o como medio de control de lo que podría salirse de la norma?

AGNÈS AflALO: Soy médico jefe de una consulta de niños y adolescentes de una asociación, Ley de 1901, de renombre internacional. Mi servicio está situado en Seine-Saint-Denis (93) y asume una misión de servicio público (las funciones intersectoriales). El malestar de los jóvenes fue perceptible mucho antes de los episodios violentos de los barrios periféricos en el otoño de 2005 y, desde hace algunos años, me pregunto cómo abordarlos antes de que su malestar cristalice, cómo asegurar una prevención. En su origen, el sector tenía una doble misión de atención y prevención. Progresivamente, la prevención, que no aparecía en los presupuestos sanitarios, ha sido olvidada. En el dispensario acogemos todas las demandas. A veces, se trata de síntomas psiquiátricos y otras no es así. Sin embargo, los padres, inquietos, nos dicen «mi niño no está loco ¿por qué se debe consultar a un servicio psiquiátrico?». Este cuestionamiento es justo. ¿Cómo tomar en cuenta un malestar que se manifiesta a menudo también en la escuela y que no compete a la psiquiatría? ¿Se debería tomar en serio e inventar otra respuesta distinta a la consulta psiquiátrica o bien deberíamos negarnos a escuchar todo lo que no sea de su competencia? Hace cuatro años tuve la idea de abrir una consulta psicoanalítica, anónima y gratuita para niños, jóvenes y sus padres. Busqué financiación, que la seguridad social rehusó con el argumento de que no se trataba de una oferta de atención psiquiátrica.

Desde que las clasificaciones internacionales han conseguido >imponer la idea de síntoma biopsicosocial, re-educable a golpes de TCC,1 se puede apostar a que la expresión del malestar se desplazará del campo psi hacia el campo social, de aquí la idea de abrir una consulta de psicoanalistas que pueda acogerlo. Nuestro centro abrió en 2004 y fue la primera respuesta al problema de la prevención. >Para que esta acción fuera escuchada y aceptada hice valer el argumento de que concernía a las aplicaciones sociales del psicoanálisis y no a sus aplicaciones médicas. Las autoridades tutelares de menores lo entendieron.

Suicidio, medicamentos y orden público

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