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3.3. PLANTEAMIENTOS Y OBJETIVOS DE LAS POLÍTICAS PÚBLICAS DE LA PLANIFICACIÓN Y SU ADECUACIÓN EN RELACIÓN CON EL DESARROLLO SOCIAL

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Según el Instituto Latinoamericano y del Caribe de Planificación Económica y Social (ILPES), los cambios conceptuales y programáticos en la política social no han adquirido una tendencia lineal, sino mediatizada por múltiples factores específicos de cada contexto, a nivel de países y a nivel de subregiones. A partir del segundo decenio del siglo XXI, los países reflexionan sobre los resultados de anteriores décadas sobre el crecimiento sostenido e incluyente y la reducción de las desigualdades. Al respecto, se observa un interés por la planificación y las políticas para el desarrollo centradas en objetivos de igualdad.

Las publicaciones del ILPES46 recogen el trabajo e investigación en materia de planificación para el desarrollo en la región, en ellos se plantean diferentes aspectos: Las discusiones iniciales del papel de la planificación como instrumento del desarrollo; la necesidad de evaluar los proyectos de planificación; la responsabilidad y atribuciones de los órganos administrativos; la introducción en las universidades de reformas en los planes de desarrollo para las disciplinas económicas; los dilemas que plantea la planificación en la región; la aplicación de planes y presupuestos; así como, la discusión sobre los resultados de los procesos de planificación en la región, luego de diez años de su implementación.

En el documento “Evolución y perspectivas de los procesos de planificación en América Latina”, el ILPES plantea que, más allá de la contribución de la planificación al crecimiento económico de la región, se deben rescatar los aportes en la administración pública y en los medios políticos, al plantear nuevos temas y formas distintas de enfocar los problemas del desarrollo, así como técnicas y métodos más perfeccionados que se han difundido en los gobiernos47.

Según el ILPES, ante las crecientes necesidades de la región en materia de desarrollo se ha hecho evidente la exigencia de desarrollar mayor coherencia y orientación a los procesos de planificación. La planificación se considera el método que podía dar solución a los problemas de crecimiento de la región y la idea de adoptarla fue imponiéndose y superando un planteamiento meramente ideológico de aplicación. Luego de ello, se fue avanzando en aspectos claves desde el punto de vista estadístico y de la extensión y profundidad. Con ello, es posible diagnosticar problemas y fijar objetivos de largo alcance.

Posteriormente, se encara una nueva etapa en el proceso, la creación de sistemas de planificación en los países. Se trataba no solo de formular planes de desarrollo con metas globales y sectoriales, sino también de elaborar los elementos y crear los mecanismos que vinculen estos planes en forma más directa con las decisiones económicas y sociales48.

A raíz de estas decisiones de carácter político, casi todos los países de América Latina han llegado en los últimos años a crear organismos centrales de programación y a iniciar la formulación de planes generales de desarrollo.

A pesar de los logros en materia de planificación, en la región se observa cierta lentitud de avance en el sistema de planificación49, lo que da lugar a la necesidad de una evaluación de los avances y logros en esta materia, con lo que se podría verificar si existe un verdadero mecanismo integrado de planificación.

En la actualidad, la región enfoca sus esfuerzos en la construcción de políticas públicas y la planificación en relación con el desarrollo social de la región. Al respecto, la CEPAL ha impulsado propuestas de políticas públicas orientadas sobre todo a cerrar o disminuir significativamente las brechas internas y externas existentes y las profundas desigualdades económicas y sociales en la región50.

La situación es diferente a nivel regional. La desigualdad se profundiza debido a la coexistencia de dos brechas productivas significativas: la brecha externa, que se manifiesta en serias asimetrías de las capacidades tecnológicas con relación a la frontera internacional, y la brecha interna, que implica diferencias de productividad entre sectores, dentro de los distintos sectores y entre las empresas que operan en los países. Como resultado de esta situación, en la última década se han elaborado en varios países diversos programas y políticas públicas que proponen objetivos y metas de mediano y largo plazo51. Se trata de alterar tendencias e inducir cambios estructurales que mediante políticas de gobierno de corto plazo no sería posible propiciar52.

En la misma línea, entre estos programas, aquellos de más largo alcance (superiores a cinco años), se adoptaron sobre todo en los países sudamericanos, aunque también se sumaron a esa tendencia algunos países centroamericanos con tradición de planificación53. Estos planes reflejan el horizonte de la planificación de la región en relación con el desarrollo social y económico de la misma54.

De todo lo anterior se desprende, que el camino hacia la solución de los problemas de desarrollo tiene que ver, entre otras cosas, con la adecuación de las políticas públicas y la planificación económica, política y social, al contexto y a los principales problemas de desarrollo en cada país de la región. Se rescata también, el papel del Estado en la adecuación de planes y políticas, así como el manejo de la gestión pública y la participación de la ciudadanía para su cumplimiento. Según el ILPES, en este contexto del sector público, el concepto de planificación se ha enriquecido, distanciándose de la planificación tradicional. El pensamiento sobre la planificación, así como sus procesos, métodos y técnicas, ha experimentado cambios sustanciales, en ese sentido, se orienta a visiones más estratégicas y participativas en todo el proceso.

“…En la experiencia latinoamericana reciente, las modalidades de construcción e intervención de la planificación, se han modificado. La planificación sucede en un contexto democrático, con una ciudadanía exigente, participativa y colaboradora, por lo que los planificadores aprovechan este espacio de diálogo para alimentar y retroalimentar la construcción, el seguimiento y la evaluación de planes y programas…”55.

Esta revalorización de la planificación, se manifiesta mediante el fortalecimiento de la capacidad del Estado para ejecutar un plan estratégico de transformaciones estructurales, que alcanza a todas las instituciones: Gobiernos, empresas privadas, fuerzas armadas, universidades, organizaciones no gubernamentales y otras56. Por tanto, a partir de estos nuevos retos para la gestión pública, adquieren vital importancia, la formulación, el seguimiento y la evaluación de las estrategias nacionales de desarrollo a partir de escenarios de largo plazo.

Por otro lado, el desempeño futuro de la economía mundial, tiene especial impacto en el desarrollo de la planificación y las políticas públicas en la región latinoamericana. En ese sentido, el impacto de un cambio en la política pública (o monetaria) de un país económicamente relevante afecta, en mayor o menor medida, al resto del mundo.

La planificación en la región latinoamericana, se ha modernizado, por tanto, los desafíos57 que deben enfrentar los gobiernos en esta materia son variados y de diferente envergadura, así como la coordinación de acciones y los sistemas de evaluación.

En resumen, a partir de la situación actual, la planificación del siglo XXI apuesta por un desarrollo integral. A diferencia de la planificación que se realizaba en el pasado, en que se privilegiaba casi únicamente la dimensión económica. En este sentido, se incorporarán los ámbitos sociolaborales, ambientales e institucionales, en un enfoque integrado en que los componentes se retroalimentan mutuamente y existe mayor participación de actores tanto políticos como civiles, además de una vital importancia en la evaluación de los procesos de planificación. Ejemplos de ello pueden ser la denominada Economía Verde y la Economía Azul.

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