Читать книгу Las relaciones colectivas de trabajo en el nivel europeo e internacional. Organización, acción sindical y negociación colectiva - Dulce María Cairós Barreto - Страница 16
5. CONCLUSIONES
ОглавлениеEl desarrollo resulta, quizás, el principal problema económico que todas las sociedades incluyen en sus planes y políticas, tanto en los países denominados desarrollados como los menos desarrollados. La problemática del desarrollo afecta a ambos. Los retos del desarrollo para los países se hacen más grandes y complejos en función de las constantes transformaciones que el proceso de globalización ha impuesto y están vinculados con la desigual distribución de los logros y la riqueza entre las personas.
En este sentido, el enfoque del desarrollo lo interpretamos como multidimensional e integral; y las soluciones a la problemática del desarrollo deben ser igualmente integrales, multidimensionales y complejas. Se trata de construir nuevas formas, mecanismos, estrategias de desarrollo que, apegados a la realidad y a las necesidades propias de cada sociedad, puedan transformarlas y hacerlas capaces de enfrentar los efectos de la globalización mundial en las personas que ofrecen su fuerza de trabajo en el flujo de la renta mundial.
En los orígenes de las teorías clásicas del desarrollo existe un abordaje del concepto que conlleva a una perspectiva eminentemente económica. El crecimiento económico se consideró como una condición necesaria y suficiente para el desarrollo, no contemplándose en el análisis los factores culturales, políticos, sociales o históricos. Bajo esta lógica todas las mejoras en estas dimensiones (políticas, sociales, laborales) más bien serían una consecuencia del crecimiento económico como tal. En esta dimensión economicista del desarrollo no es posible mirar las características y circunstancias individuales de los países, y por ende de su capacidad transformadora.
Contrario a los enfoques eminentemente economicistas del desarrollo, aparecen nuevos conceptos y enfoques que dirigen su atención en la persona, en el trabajo y en sus capacidades transformadoras. A partir de las nuevas necesidades de aplicación de las políticas económicas a nivel regional, la planificación del desarrollo pasa a un plano teórico y práctico con prioridad en sus contenidos locales y regionales. Las agendas entonces se orientan también a nivel local regional. En esta lógica de una planificación localregional, se prioriza la acción transformadora de la acción humana, es decir, el enfoque se encuentra en las propias personas que están incorporando sus recursos.
En ese sentido, el concepto de desarrollo regional/local surge como resultado de la integración del factor espacio y de las personas en la teoría económica. Considerando a las regiones, y a las personas, como sujetos del proceso de desarrollo (y no como objetos). Se especifican las relaciones que permiten conocer, no sólo los condicionantes y consecuencias del desarrollo, sino también la consideración de servicios a empresas e innovaciones como factores impulsores del desarrollo regional y, para el caso que nos ocupa, fuerza de trabajo en distintos espacios y en condiciones determinadas.
A partir de este nuevo enfoque conceptual sobre el desarrollo regional, surgen diferentes teorías que van a profundizar en la integración del factor espacio y del recurso trabajo en la teoría económica, como consecuencia de las teorías de la localización de las actividades económicas. El espacio entonces adquiere una importancia fundamental a partir de delimitar todas las acciones posibles que existen en un espacio geográfico determinado. Esto significa una ventaja para la competitividad territorial y mayor movilidad del factor trabajo entre diferentes economías a nivel internacional.
En los últimos años, la perspectiva del desarrollo local y regional cobra una mayor relevancia en los ámbitos teóricos y prácticos debido a que las asimetrías regionales se han acentuado a pesar de las medidas dirigidas hacia el desarrollo. El desarrollo local, como una acción global de los agentes locales con la finalidad de valorizar los recursos de un territorio, ofrece expectativas y oportunidades nuevas para el futuro de las personas que ofrecen su fuerza de trabajo en un determinado espacio. En este proceso de recuperación se identifican dos grandes protagonistas: el territorio y las propias personas que lo integran.
El desarrollo local implica un conocimiento integrado que posibilite la identificación de nuevas y mejores oportunidades para aquellas comunidades con menos alternativas económicas y sociales. Este concepto resulta condicionado por el concepto de eco desarrollo y de las teorías del desarrollo sostenible ofreciendo alternativas para conocer y utilizar de forma más racional los recursos naturales, económicos (trabajo), humanos, culturales, ambientales y paisajísticos de los diversos territorios. Por tanto, combatir las consecuencias de la globalización debe fundamentarse en el interés por el desarrollo local. Lo local podrá actuar a largo plazo si implementa acciones y reestructuraciones que le capacitan a nuevas experiencias, para con ello combinar elementos constitutivos de su trayectoria con el globalismo. Esta nueva competencia globalizada y las nuevas organizaciones le dan al territorio y a las personas, un papel más activo.
En ese sentido, las estrategias de desarrollo local y las estrategias de desarrollo territorial deben dominar y conducir a la globalización mediante un poder de ajuste, a partir de un profundo análisis de sus condiciones y potencialidades endógenas, así como transformar las mentalidades y hábitos de las personas, organizaciones e instituciones, haciendo especial hincapié en la internacionalización espacial del factor trabajo en unas relaciones económicas globalizadas.
Además, la competitividad territorial y locacional adquieren una nueva dimensión, y cada proyecto de desarrollo territorial está subordinado a las exigencias mundiales. La globalización afecta a los sistemas productivos de todos los espacios ya sean regiones desarrolladas, regiones retrasadas, ciudades grandes y ciudades medias y pequeñas. Sin embargo, el desarrollo local tiene un espacio dentro en el campo de las actividades económicas para aquellas personas que aportan su fuerza de trabajo en el flujo circular de la renta.
La capacidad para liderar el propio proceso de desarrollo y la movilización de los recursos disponibles conduce al desarrollo local, este último entendido como un proceso de crecimiento económico y de cambio estructural que propicia una mejora del nivel de vida de las personas.
De hecho, el desarrollo territorial surge como respuesta a los retos de la globalización y sus consecuencias a nivel mundial, lo que supone que los territorios sean más competitivos, ya que se flexibiliza el factor trabajo y el factor capital entre los territorios a nivel mundial. En ese sentido, el territorio se constituye como un sujeto activo, un sujeto innovador que juega un papel determinante dentro del proceso de desarrollo.
Surge además la necesidad de una política global de ordenación y gestión del territorio y de las personas, lo cual implica una visión integrada de múltiples relaciones entre los diferentes ámbitos geográficos. Una comprensión relacional y territorial de los problemas que constituye la base para la creación de una estrategia territorial. Las estrategias de desarrollo económico local conciben el territorio, y a las personas que trabajan en él, como un agente de transformación social y no únicamente como soporte funcional del despliegue de actividades. El territorio socialmente organizado y sus rasgos sociales, culturales e históricos propios son aspectos a considerar dentro de la perspectiva del desarrollo económico local.
Además, la importancia del territorio en los procesos de desarrollo local es indiscutible, no sólo por su fundamental impulso a la actividad económica, sino por su contribución a la mejora de las condiciones laborales entre territorios. Resulta fundamental, entonces, considerar los factores territoriales, laborales y ambientales en los programas de desarrollo para evitar problemas funcionales y conflictos sociales.
Por tanto, en el análisis territorial se muestra imprescindible mantener una visión diferente del territorio que se encuentre en coherencia con las necesidades de las personas que lo habitan. Dichas estrategias tienen la capacidad de fortalecer las capacidades y actitudes de la población, capacidades que aseguran también el desarrollo estable de su territorio. Por otro lado, desarrollan actitudes y conocimientos en las personas para enfrentarse a nuevos procesos, a los actores involucrados a estimular una cultura abierta a valores de flexibilidad, formación de redes y alianzas, relaciones entre empresas y trabajadores, que promuevan una mayor coordinación de los recursos y su manejo más eficiente, lo que lleva indudablemente a un aumento de la confianza entre los actores implicados en los proyectos, programas e iniciativas.
Todas las acciones descritas se pueden reconducir a iniciativas para desarrollar proyectos y programas de desarrollo que contribuyan a mejorar el tejido productivo de la economía local-regional, garantizando así una mejora de las condiciones de los trabajadores. De hecho, en función de las nuevas necesidades de desarrollo y de la imposición de nuevas visiones y formas alternativas de economía y bienestar social (que demanda el actual contexto económico y social mundial), surgen nuevos enfoques del desarrollo que van a centrar su interés en la persona como actor principal del desarrollo y de la transformación social. Entre ellos, el enfoque de desarrollo humano y el desarrollo a escala humana.
En definitiva, las crecientes necesidades y demandas que acontecen en relación a la idea de desarrollo en el siglo XXI nos llevan a la construcción de nuevas formas, mecanismos y estrategias que faciliten la adaptación de la fuerza de trabajo a las exigencias del nuevo orden económico mundial.