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4.2. DESARROLLO A ESCALA HUMANA. NECESIDADES Y SATISFACTORES

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La importancia de los espacios y la necesidad de realizar una nueva lectura e interpretación del territorio, le confiere mayor sentido a los nuevos enfoques del desarrollo. Otro enfoque importante para una nueva visión de desarrollo, lo encontramos en la teoría del desarrollo a escala humana62. De hecho, el desarrollo sostenible demanda de una nueva lectura y una nueva adecuación del territorio a las necesidades humanas. En este contexto no solo hay que configurar nuevos instrumentos dinamizadores de la sociedad y de la economía local, sino también instrumentos estables de ordenación, explotación y gestión del territorio. El reto de las sociedades por tanto es construir nuevos territorios de desarrollo63.

Según este planteamiento, se vuelve necesario repensar y revisar la noción y significado de necesidad radicada en la vida humana, vinculado como algo asociado a nuestra naturaleza como entes vivos. Se trata de una consistencia en lo humano compartida por todos los humanos, algo totalmente contrario a las teorías económicas en donde las necesidades son infinitas, ilimitadas y siempre crecientes y hacen parecer que existen varias naturalezas humanas cambiantes, ante lo cual surge la necesidad de un nuevo concepto que dé cuenta de la dimensión aparentemente cambiante de la necesidad, el cual se denomina satisfactor.

Los satisfactores son los que cambian de cultura en cultura, de sociedad en sociedad, de pueblo en pueblo. Cada comunidad humana comparte un conjunto de satisfactores propios y específicos que incluso la diferencian de otra comunidad. El elemento cambiante por tanto son los satisfactores, existiendo a la vez varios tipos de satisfactores, siendo algunos de ellos beneficiosos y otros dañinos al observarlos desde una perspectiva sistémica64.

Según Elizalde, el tema de las necesidades es un sistema conformado por tres subsistemas: El subsistema de las necesidades, el de los satisfactores y el de los bienes. El subsistema de las necesidades incluye nuestra interioridad; nuestras necesidades son algo que está radicado dentro de nuestra piel y que solamente podemos vivenciar de forma subjetiva. La necesidad siempre se vivencia en un plano absolutamente personal65.

El segundo subsistema es el de los satisfactores. Al contrario que el anterior subsistema los satisfactores, estos son las formas históricas y culturales mediante las cuales damos cuenta de nuestras necesidades humanas fundamentales. Son la historización de nuestras necesidades. Constituyen las formas mediante las cuales en cada cultura, en cada sociedad, en cada circunstancia histórica, se buscan y diseñan las mejores formas de actualizar las necesidades de sus integrantes.

El tercer subsistema es el de los bienes. Los bienes son los artefactos materiales de la cultura, y son fundamentalmente exteriores. Son objetos o cosas que potencian la capacidad de los satisfactores para poder dar cuenta de la necesidad66.

Esta teoría cambia la concepción de los problemas sociales, al ser las necesidades humanas fundamentales iguales para todos e iguales en importancia cambia el concepto de pobreza y de riqueza por ejemplo, que ya no se asocian con escasez, déficit o ausencia.

Además, el desarrollo a escala humana se concentra y sustenta en la satisfacción de las necesidades humanas fundamentales, en la generación de niveles crecientes de autodependencia y en la articulación orgánica de los seres humanos con la naturaleza y la tecnología de los procesos globales con los comportamientos locales de lo personal con lo social, de la planificación con la autonomía y la sociedad civil con el Estado67.

“…Necesidades humanas, autodependencia y articulaciones orgánicas son los pilares fundamentales que sustentan el desarrollo a escala humana. Pero para servir su propósito sustentador deben a su vez, apoyarse sobre una base sólida. Esa base se construye a partir del protagonismo real de las personas, como consecuencia de privilegiar tanto la diversidad como la autonomía de espacios en que el protagonismo sea realmente posible… Lograr la transformación de la persona-objeto en persona-sujeto del desarrollo es, entre otras cosas, un problema de escala; porque no hay protagonismo posible en sistemas gigantísticos organizados jerárquicamente desde arriba hacia abajo…”68.

En el contexto latinoamericano, el desarrollo a escala humana se orienta hacia una necesaria profundización democrática. Al facilitar una práctica democrática más directa y participativa puede contribuir a revertir el rol tradicionalmente semipaternalista del Estado Latinoamericano, en rol estimulador de soluciones creativas que emanen desde abajo hacia arriba y resulten, por lo tanto, más congruentes con las aspiraciones reales de las personas. Por tanto, el énfasis recae en las exigencias para y desde la propia sociedad civil, que no implica la minimización de la histórica problemática del Estado, sino la voluntad de complementar propuestas políticas para el Estado con la perspectiva de los actores sociales, de la participación social y de las comunidades y de su potencial. Por tanto solo rescatando la dimensión molecular de lo social (micro-organizaciones, espacios locales, relaciones a escala humana) tiene sentido pensar las vías posibles de un orden político sustentado en una cultura democrática. En ese sentido, para evitar la atomización y la exclusión en diferentes ámbitos es imprescindible generar nuevas formas de concebir y practicar la política.

En esta nueva perspectiva, se puede plantear la vinculación entre desarrollo y necesidades humanas, lo cual trasciende los ámbitos de la filosofía y la psicología para convertirse en centro de atención de las disciplinas políticas, económicas y sociales. Por tanto el desarrollo debe orientarse preferentemente hacia la satisfacción de las llamadas necesidades básicas que no puede reducirse a un paradigma en crisis, sino a la apertura hacia una nueva manera de contextualizar el desarrollo que modifique sustancialmente las visiones dominantes sobre estrategias de desarrollo69.

Por tanto, el desarrollo a escala humana significa en primer lugar, que ningún nuevo orden económico internacional podrá ser significativo si no está sustentado en la reformulación estructural de una densa red de nuevos órdenes económicos locales. En segundo lugar, reconocer la incompletitud e insuficiencia de las teorías económicas y sociales que han servido de sustento y orientación a los procesos de desarrollo hasta el presente. En tercer lugar, tomar conciencia de que en un mundo cada vez más heterogéneo por su creciente e inevitable interdependencia, la aplicación de modelos de desarrollo sustentados en teorías mecanicistas, acompañados de indicadores agregados y homogeneizantes representa una ruta hacia la frustración. En cuarto lugar, un desarrollo a escala humana exige un nuevo modo de interpretar la realidad nos obliga a ver y a evaluar el mundo, las personas y sus procesos de una manera distinta a la convencional. Debe entenderse como una teoría para el desarrollo.

Para que todo esto sea posible, tanto políticos, planificadores, promotores y, sobre todo, los actores de desarrollo deberán ser capaces de manejar el enfoque de las necesidades humanas para orientar sus acciones y aspiraciones.

Según Max-Neef, hacer entendible y operativa una teoría de las necesidades humanas para el desarrollo no puede sustentarse en ninguna disciplina particular, porque la nueva realidad y los nuevos desafíos obligan ineludiblemente a una transdisciplinariedad70. Las problemáticas son complejas y no específicas, por tanto no pueden seguir atacándose satisfactoriamente mediante la aplicación de políticas convencionales y reduccionistas.

Este planteamiento nos conduce a analizar el típico error que se comete en la literatura acerca de las necesidades humanas, que no se explicita la diferencia fundamental entre lo que son propiamente necesidades y lo que son satisfactores de esas necesidades. En tal sentido plantea que la persona es un ser de necesidades múltiples e interdependientes. Por ello, las necesidades humanas deben entenderse como un sistema en que las mismas se interrelacionan e interactúan. Así pues, simultaneidades, complementariedades y compensaciones son características de la dinámica del proceso de satisfacción de necesidades.

Por tanto, las necesidades humanas pueden desagregarse conforme a múltiples criterios. Por ejemplo, según categorías existenciales y según categorías axiológicas. Esta combinación permite reconocer, por una parte, las necesidades de ser, tener, hacer y estar; y, por la otra, las necesidades de subsistencia, protección, afecto, entendimiento, participación, ocio, creación, identidad y libertad.

Por otro lado, no existe correspondencia biunívoca entre necesidades y satisfactores. Un satisfactor puede contribuir simultáneamente a la satisfacción de diversas necesidades, o a la inversa una necesidad puede requerir de diversos satisfactores para ser satisfecha.

A partir de la diferenciación de conceptos entre necesidades y satisfactores, Max-Neef formula dos postulados adicionales: 1) Las necesidades humanas fundamentales son finitas, pocas y clasificables. 2) Las necesidades humanas fundamentales son las mismas en todas las culturas y en todos los periodos históricos. Lo que cambia, a través del tiempo y de las culturas, es la manera o los medios utilizados para la satisfacción de necesidades.

No obstante, cada sistema económico, social y político adopta diferentes estilos para la satisfacción de las mismas necesidades humanas fundamentales. En cada sistema, estas se satisfacen (o no se satisfacen) a través de la generación (o no generación) de diferentes tipos de satisfactores. Lo que esta culturalmente determinado no son las necesidades humanas fundamentales, sino los satisfactores de esas necesidades. El cambio cultural es consecuencia de abandonar satisfactores tradicionales para reemplazarlos por otros nuevos y diferentes71.

“Se supone que nuestro bienestar aumenta en la medida en que consumimos más bienes y servicios, dado que los mismos sirven para satisfacer la infinidad de necesidades humanas”. En tal sentido, entre más bienes y servicios consumimos, más felices somos, dado que así logramos satisfacer más de nuestras necesidades72.

Las problemáticas del desarrollo son complejas y no específicas, por ello se habla de la necesidad de una nueva visión que incorpore cambios culturales que transformen formas tradicionales de actuaciones entre todos los actores de desarrollo involucrados y que esta nueva visión sea reemplazada por nuevas y diferentes formas de actuar y de introyectar nuevas teorías encaminadas a promover propuestas políticas para el Estado con la perspectiva de los actores sociales, de la participación social y de las comunidades y de su potencial.

Además, dentro de los nuevos enfoques del desarrollo que van a contribuir a esa nueva visión y cosmovisión del desarrollo se encuentra la función del bienestar. Según Ruiz, en la base de la función de bienestar se encuentra una teoría de la justicia, de la teoría liberal que se concreta en el respeto a la norma de no interferencia de unos en la esfera de otros, de manera que las acciones de unos no constituyan perjuicio para otros, y la existencia de un consenso que define una situación inicial de privilegios que debe aceptarse. Existen dos problemas: el de conocer la voluntad de los individuos y además, el de agregar esas voluntades. La función del bienestar colectiva se especifica de una manera descriptiva atendiendo a los valores observables de un conjunto de variables.

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