Читать книгу La transición española - Eduardo Valencia Hernán - Страница 22
ОглавлениеFebrero - Noviembre de 1971
En enero de 1971 la llamada «guerra de las lechugas»192, conflicto con los agricultores franceses que en algunos casos llegaron a quemar camiones repletos de productos hortofrutícolas procedentes de España, compartía protagonismo con la protesta multitudinaria generada por los diferentes consejos de guerra efectuados en Burgos algunas semanas antes.
A pesar del intento de lavado de imagen iniciado por el gobierno a través del indulto de las penas de muerte concedido por Franco el 30 de diciembre anterior, sorprendentemente se efectuaron nuevas detenciones dirigidas esta vez contra los participantes en el encierro de Montserrat. Como consecuencia de ello, fueron detenidos el 18 de enero Xavier Folch (director literario de la Editorial Ariel) y Jordi Carbonell (director de la Gran Enciclopedia Catalana) aunque no por mucho tiempo, ya que quedaron libres el primer día del mes siguiente.
El 6 de febrero de 1971 finalizó parcialmente el estado de excepción en Guipúzcoa, pues todavía seguía vigente la derogación del artículo 18 del Fuero de los Españoles por el que todo detenido debía ser puesto en manos de la autoridad judicial en un plazo de 72 horas. Mientras tanto, desde la oposición franquista, tanto el PCE como el PSUC intentaban presentar la situación real en que se encontraba el régimen, ofreciendo a la ciudadanía una alternativa democrática, aunque fuera imposible en aquel momento dentro del marco de las leyes institucionales propuestas por el gobierno. A este respecto, para la oposición el llamado asociacionismo al igual que la Ley Sindical aprobada no era más que un intento de prolongar la dictadura franquista y la única salida democrática pasaba por el establecimiento de un gobierno provisional de amplia coalición que decretara una amnistía total para presos políticos y exiliados, por el establecimiento de amplias libertades sin discriminación, y la convocatoria de elecciones libres a una asamblea constituyente. Esta alternativa tendría que concretarse en Cataluña con la constitución de un consejo provisional de la Generalitat y el restablecimiento del Estatuto autonómico del 1932 como marco legal inicial para que Cataluña pudiera ejercer libremente su derecho de autogobierno y de autodeterminación. En esa línea, la Comisión Coordinadora trabajaba en la búsqueda de un acuerdo general, el llamado Pacto por la Libertad, constituyendo entre iguales la cimentación del futuro Estado plurinacional de los pueblos de España, actitud que sería asimilada casi en su totalidad por la futura Asamblea193.
Por aquellos días, en Barcelona seguía en plena actualidad el conflicto laboral de La Maquinista, sobre todo después de los novecientos despidos efectuados; en consecuencia, la falta de una solución pactada a corto plazo obligó a las fuerzas del orden a reprimir cualquier conato de manifestación. Esto implicaba el control de todo tipo de asociación sospechosa de colaborar contra el régimen, lo que supuso entre otras acciones la clausura temporal de la Asociación de Amigos de las Naciones Unidas194, auténtico lugar de encuentro de la oposición catalana. Sin embargo, la Comisión Preparatoria de la Asamblea no se sintió afectada por la situación haciendo caso omiso a la presión policial, de tal forma que fue incrementando sus encuentros multilaterales en busca de un acuerdo final. Estas reuniones se fueron ampliando en diversos domicilios para reducir riesgos; así, el despacho de Agustí de Semir en la calle Bruc y el piso de Pere Ignasi Fages en la Gran Vía (entre las calles Bruc y Bailén) fueron los inicialmente utilizados. Después formaron parte en estas primeras rondas de reuniones los despachos de Joan Colominas Puig, Felip Solé Sabarís, Carlos Sampons, Josep Ginovart, Pere Portabella y Mª Antonia Pelauzi e incluso el domicilio de Joan Reventós llegó a utilizarse discretamente en una reunión a la que asistieron unas treinta personas el 23 de febrero de 1971.
Los primeros resultados de estos contactos fructificaron en la formación de diversas subcomisiones que tenían como objetivo definir la futura asamblea y los postulados políticos a reivindicar, la extensión geográfica por todo el país de sectores y grupos que irían sumándose a la iniciativa de constituirla, y la preparación de las condiciones formales y materiales para celebrar la primera reunión asamblearia; sin embargo, en los intensos debates resaltaron opiniones divergentes relacionadas con las zonas geográficas de influencia de la Asamblea, la denominación de Principado de Cataluña versus Países Catalanes y la reclamación del Estatuto de Núria de 1931 o el de 1932, motivo que provocó la retirada temporal del PSAN mediante un comunicado a través de su portavoz, Carles Jordi Guardiola195. No obstante, a pesar de las diferencias sustanciales entre las distintas organizaciones políticas, la Comisión Preparatoria pudo continuar con el proyecto asambleario, tomando como base de su programa un documento elaborado por la propia Comisión Coordinadora en enero de 1971 titulado «Assemblea de Catalunya».
Así pues, el 23 de febrero de 1971 se distribuyeron diez mil copias de un folleto informativo cuyo encabezamiento era «Cap a la Assemblea», junto con otro distribuido en abril titulado «Reflexiones sobre el trabajo de la preasamblea como fundamento de constitución de la Asamblea de Cataluña». Según Colomer, ese mismo día se constituyó formalmente la Comisión Preparatoria de la Asamblea de Cataluña196.
Este nuevo organismo transitorio no tenía editorial propia dado su carácter clandestino, por lo que los documentos originales redactados en plenos, comisiones permanentes o secretariados, eran distribuidos a las siguientes subdivisiones distribuidas por toda Cataluña y estas, a su vez, repartían y confeccionaban independientemente los folletos hasta el punto de que un mismo texto se presentaba en diferente formato, calidad de papel, impresión e incluso en lengua castellana para su difusión; sin embargo, a pesar de las dificultades que acarreaba trabajar en plena clandestinidad y tras intensos debates efectuados entre sus miembros, finalmente la Comisión Preparatoria aprobó en febrero de 1971 unos puntos básicos para su desarrollo como organización centrados en la elaboración de una alternativa democrática, tomando como base de discusión la declaración elaborada por la Comisión Coordinadora. Esta nueva asamblea quedaría constituida como un organismo de diálogo permanente entre las fuerzas de Cataluña, proponiendo que sus reuniones se efectuasen con una periodicidad no superior a ocho meses. También se nombraría una Permanente que velase por el cumplimiento de los acuerdos tomados por esta asamblea, el enlace de sus miembros y la preparación de la próxima. Por otro lado, se elaboraría un comunicado en el cual se recogería el resultado de la asamblea a la vez que se desarrollarían desde los diversos sectores y de acuerdo con las características propias de una campaña de difusión de este comunicado, las luchas encaminadas a la consecución de los objetivos políticos que se definiesen197.
Nadie dudaba, una vez puestos en marcha los trabajos preasamblearios, de lo complejo del proyecto a desarrollar y de sus contradicciones; no obstante, estas fueron superadas a partir de una reflexión colectiva, fruto de las propuestas y observaciones generadas por sus miembros, de tal modo que en abril de 1971 la Comisión Preparatoria propuso realizar algunas acciones concretas en línea con la práctica democrática y en plena libertad de expresión. En este marco de actuación, se presentaron varias propuestas de diversa índole, aunque todas ellas convergían dentro de un espacio democrático, pues en el fondo se trataba de definir una alternativa democrática que configurase las exigencias mínimas a partir de las cuales volviese al pueblo el poder de decisión. Asimismo, se debatieron cuestiones relacionadas con las distintas posiciones ideológicas y nacionales de cómo se entendía el concepto de ciudadanía catalana, concretándose todo este pensamiento en una frase que por lo escueta lo definía con claridad: «Es catalán todo aquel que vive y trabaja en Cataluña»198.
Por otro lado, la Coordinadora, como preparación a las jornadas de protesta del 30 de abril y del 1º de Mayo, distribuyó una octavilla criticando la nueva Ley Sindical, el estado de excepción, el régimen de especulación y la corrupción generalizada frente a un desenfrenado aumento del coste de la vida. A continuación, en otro documento fechado el 1º de abril en Barcelona, la Comisión Coordinadora, aprovechando el Aberri Eguna en el País Vasco, rechazó las sentencias contra los seis patriotas vascos —según fuentes de la Coordinadora— condenados a muerte en el Proceso de Burgos, solidarizándose con los compañeros vascos en sus reclamaciones nacionales y democráticas199.
Sin duda, una de las cuestiones más debatidas dentro de la Comisión Preparatoria fue el riesgo que engendraban dichas reuniones por el peligro de ser instrumentalizadas por la Coordinadora y por la poca representatividad que aportaban los asistentes a dichos encuentros, llegando a la conclusión de que estas incertidumbres debían pasar por el poder de decisión de la propia asamblea y por la constante actitud abierta de sus miembros, teniendo como único límite la autoexclusión. Así pues, la primera convocatoria redactada por la Comisión Preparatoria y titulada «Hacia la Asamblea de Cataluña», decía así:
«Representantes de partidos políticos catalanes, de grupos, de organizaciones paralegales, de otras organizaciones y personalidades que en Cataluña mantengan una actividad, o puedan eventualmente desarrollarla contra la dictadura y reconozcan la opresión a que está sometida la personalidad nacional de Cataluña, sin otra exigencia para participar que la de una actitud de diálogo y que este diálogo es el que irá abriendo un nuevo proceso de convergencia sobre la confrontación de las valoraciones de la situación política general y las experiencias de la lucha, así como sobre el análisis de las perspectivas y los objetivos a asumir en la acción unitaria y las posibilidades de articulación de la oposición.»200
En resumen, estas reflexiones de trabajo sirvieron para conocer las inquietudes aportadas por los participantes y para conseguir una representatividad popular lo más amplia posible, resultado reflejado en el comunicado final de la convocatoria de la frustrada asamblea del 23 de mayo siguiente, donde destacaban dos párrafos aclaratorios de la intencionalidad de la misma:
«Nosotros preconizamos la salida no violenta de la dictadura hacia un régimen democrático. Cada vez está más en la conciencia de todos la necesidad de mantener nuestros principios sin ningún tipo de colaboración directa ni indirecta con el régimen. Esto hace que con gran ponderación pero también con una gran firmeza, nos neguemos a cualquier maniobra que represente la continuación de la dictadura.
Si los límites y las posibilidades de la política que hoy preconizamos se agotan y la dictadura nos impone la violencia como única alternativa de lucha, la responsabilidad no caerá sobre el pueblo. De Cataluña saldrá la fuerza impulsora que haga posible un amplio movimiento unitario a nivel de todo el Estado español capaz de derrotar la dictadura.»201
Diversas organizaciones políticas participantes en la Comisión Preparatoria expusieron sus programas en busca de soluciones que pudiesen dar respuesta a los diferentes problemas sociales, aunque no tardaron en darse cuenta de que este no era el camino a seguir, ya que desvirtuaría la función de la propia Asamblea. Así pues, el pueblo soberano tendría que decidir en el futuro cómo organizarse y por ahora, lo que cabía era volver a un régimen de libertad o como máximo señalar algunas medidas urgentes mediante las cuales se pudiese ofrecer una alternativa democrática capaz de abrir perspectivas de futuro y que ofreciera medidas que deberían ser solucionadas de forma inmediata. Esto pasaba por el restablecimiento de las entidades reconocidas por el Estatuto de Cataluña del año 1932 y por extensión la conquista de las libertades democráticas en toda España; por tanto, la lucha por la libertad del pueblo catalán habría de ser común al resto del país.
Respecto al derecho de autonomía, no se comprometían más allá del restablecimiento del estado de derecho y fue por eso por lo que las diferentes resoluciones iban encaminadas en la defensa de los derechos humanos partiendo de una amnistía total, aunque cabe decir que el reconocimiento del hecho nacional catalán fue esencial y aceptado mayoritariamente para abrir vías y solucionar este problema que pasaba por el derecho de autodeterminación. En cuanto al marco geográfico de la asamblea, se partió de un ámbito exclusivo en Cataluña sin renunciar a nuevas expectativas.
Es importante señalar que todas las propuestas presentadas por los grupos políticos respecto a lo anteriormente tratado fueron tomadas en consideración, aunque, honestamente, las que defendían posiciones diferentes a la línea marcada fueron relegadas en su totalidad del acuerdo final. En este sentido, Miquel Sellarès202, representante del sector «pujolista» y posteriormente convergente, señalaba que en los primeros contactos entre los partidos existía un cierto clima de desconfianza entre los grupos participantes en la Asamblea, como así lo señala en una conversación con Jordi Pujol semanas antes del 7 de noviembre de 1971:
«Bien, ¿dinos que actitud hemos de tener con la Asamblea de Cataluña? No podemos seguir en la indefinición. ¿Participamos, sí o no? Jordi Pujol: Bien, si tú lo crees, sigue. Pero, por ahora, no digas a quien representas o si representas alguna cosa. ¿No estás en la Asamblea Democrática de la Sagrada Familia? Pues ves con esta representación. Observa y después veremos que hacemos.»203
Sin embargo, es en su artículo titulado «El Pujolisme i L’Assemblea», donde Sellarés expresa con sinceridad su participación en la Asamblea y la implicación de su propio partido:
«La verdad —dice Sellarés— es que el pujolismo no tuvo interés en la Asamblea de Cataluña y toda su participación podría reducirse a mi actuación y a un pequeño grupo de militantes de CDC que me ayudaron, ya que el pujolismo histórico tenía miedo de ser instrumentalizado por comunistas y las fuerzas populares más dinámicas (…). Miquel Esquirol, juntamente conmigo, fuimos de los primeros detenidos antes de la I Sesión Plenaria (…). También es de reconocer el soporte recibido de algunos hombres del catalanismo popular, de los grupos de comarcas de Convergencia, principalmente los de El Masnou, Manresa, Mataró con los que se constituyó dentro del partido el equipo de Instàncies Unitàries (1976) que coordinaba a todos los representantes de las asambleas locales.»204
De nuevo, Miquel Sellarés destaca en sus comentarios a compañeros como Jaume Camps, Miquel Roca i Junyent y Francesc Gordo. Para él, en aquel grupo de cuatro o cinco mil primeros militantes fue donde radicó la verdadera corriente nacionalista y no en lo que fue en 1981, un partido de centro-derecha sin negar sus claros contenidos autonomistas. Por otro lado, según cuenta Sellarés, los primeros contactos con los comunistas fueron con Rosa Flos y Antoni Gutiérrez Díaz, ambos del PSUC, a través del abogado laboralista Josep Solé Barberà. Sin embargo, estas relaciones provocaron en Sellarés una cierta incomprensión por parte de sus compañeros de partido, que le tacharon de «submarino de los comunistas», ya que desde su visión los objetivos configurados por la asamblea eran vistos como irrealizables, debido a que de momento no se percibía ni una rápida decadencia del franquismo ni un nivel reivindicativo importante en la población, que según Jordi Pujol era bastante bajo. No obstante, sorprendió que dentro de la samblea, la relación de confianza entre responsables comunistas y representantes convergentes, llegase hasta el punto de establecer relaciones personales directas, hecho que rompió la desconfianza ideológica de lo que ellos representaban tanto en el exterior como en el interior, aunque esta situación no contradecía que Jordi Pujol tuviera claro que era necesario salir de lo que representaba la Asamblea para comenzar a potenciar la idea de participar activamente en un posterior Consell de Forces Polítiques de Catalunya (CFPC), en detrimento de la propia Asamblea.
Jordi Pujol no participó en ningún acto de la Asamblea, evitando además asistir a cualquier tipo de reunión en la que asistiesen los comunistas, decisión que causó cierto desasosiego en Miquel Sellarés, que al participar en la I Sesión de la Asamblea de Cataluña, se planteó sus primeros interrogantes ideológicos por sentirse más cercano a los compañeros de los diversos sectores populares que a los de su propio partido; no obstante, su labor dentro de la Asamblea y sus contactos con otras organizaciones políticas estatales en representación de su partido no fueron desdeñables, pues sus contactos con dirigentes del País Vasco como Jon Ajuriaguerra, Santi Brouard y la colaboración con Josep Benet en la tarea de la lucha unitaria del pueblo de Cataluña no pasó desapercibida. Miquel Sellarès comenzó siendo el representante de los denominados «núcleos del entorno de Jordi Pujol», y después de CDC. Su primer contacto con la Asamblea fue en el año 1970 a través de la Assemblea Democrática del Barri de la Sagrada Familia, aunque desde 1968 estaba trabajando clandestinamente a través del Centre d’Informació, Recerca i Promoció (CIRP), ligada a Jordi Pujol para ayudar a construir el país; dicha organización desapareció en 1972. También colaboró con el Grup Català a l’Escola, Cristians Catalunya (CC) y en el entorno de Josep Pallach205.
La visión democristiana sobre los inicios de la Asamblea la aporta el militante de UDC, Francesc de Borja Aragay206. Sus contactos con el movimiento asambleario se basaron en la línea de actuación de su partido, que buscaba la apertura y el entendimiento sin exclusiones entre las fuerzas políticas, incluyendo las comunistas. Entre febrero y marzo de 1968 tuvo su primer encuentro formal con el socialista Joan Reventós en su residencia de Can Carner (El Vendrell); allí trabajaron sobre los siete puntos básicos del borrador del documento base de la Comisión Coordinadora que entre otros aspectos establecía el principio de autoexclusión, o sea, solo resultaría ausente quien no quisiera participar, ratificado en el Consell Nacional de UDC en el otoño de 1968. Con la detención a principios de 1969 de Miquel Coll i Alentorn, Ferran Camps, Jaume Padrós, Llibert Cuatrecasas y otros, se tuvo la impresión por algunos miembros del partido de que se había llegado demasiado lejos en el nuevo proyecto de colaboración; sin embargo, pese a las discrepancias internas, se siguió publicando la revista Determini, órgano difusor del partido, y asistiendo a las reuniones de la Coordinadora. La representación de la UDC en la CCFPC recaía en Francesc de Borja Aragay, en alternancia con Joan Vallvé y, a veces, con Albert Vila.
En estas circunstancias de desavenencias internas, entre 1970 y y 1971, y a propuesta del PSUC, la Comisión Coordinadora lanzó la idea de ir hacia la Asamblea en vista de la experiencia que la Taula Rodona tuvo con la Caputxinada; sin embargo, tras las detenciones de compañeros en la frustrada I sesión de la Asamblea del 25 de mayo de 1971, se produjo un intenso debate interno entre los democristianos, concluyendo la situación con la retirada momentánea de UDC de la Comisión Preparatoria aunque un día antes del acto fundacional de la Asamblea, la UDC se reincorporase de nuevo a la Comisión en el domicilio de Pere Fages en la Gran Vía, n.º 700 de Barcelona. Al día siguiente, figuraron dos representantes de Unió en la presidencia de la reunión histórica celebrada en la iglesia de San Agustín de Barcelona: Albert Vila y Francesc de Borja Aragay. Se presentó un comunicado a la mesa y se hizo saber que aquel día se cumplía el XL aniversario de su fundación, el 7 de noviembre de 1931, realzando el sentido democrático, antifranquista, y el reencuentro y la afirmación de la personalidad nacional de Cataluña.
El mes de marzo de 1971 no destacó precisamente por las detenciones políticas efectuadas, pues solo es necesario repasar la hemeroteca y observar día sí, día no, las actuaciones represoras efectuadas por las fuerzas del orden en todo el país. Uno de los afectados fue el sociólogo Amando de Miguel que fue procesado y condenado por supuestas injurias al Ejército, al parecer detectadas en un artículo suyo que fue publicado en la revista Temas y que llevaba por título «El nuevo espíritu de cruzada». La acusación la tramitó el Tribunal de Oficinas Generales de la IV Región Militar y la condena se elevó a seis meses y un día de prisión. Este hecho coincidió con el nombramiento del nuevo capitán general de la IV Región Militar, Joaquín Nogueras Márquez y con las detenciones el día 23 de Miquel Coll Alentorn, Llibert Cuatrecasas Membrado, Jaume Padrós Enamorado, Miguel Coll Alemany, Xavier Ciurana Galcerán, José Miró Ardevol y Andreu Ros Roca, todos miembros de UDC. Los detenidos fueron liberados el 15 del mes siguiente coincidiendo con el proceso tramitado por el TOP contra Lluís María Xirinachs que estaba fijado para el 23 de marzo y que acabó como era de esperar con una condena a tres años de prisión menor y diez mil pesetas de multa con arresto sustitutorio de treinta días en caso de satisfacción por una simple huelga de hambre207. Días después, los llamados «Caminantes de la Marcha a la Prisión» enviaron una carta a los ministros de Justicia y Ejército, proponiendo unos principios básicos para un Estatuto de la Objeción de Conciencia. En su articulado había una serie de exigencias principales como la de quedar exento del Servicio Militar todo español que se declarase opuesto a él por razones de conciencia o convicción profunda, tanto en tiempo de paz como de guerra, y todo aquel que por los mismos motivos se negase a participar en una guerra concreta, firmando el documento: Gonzalo Arias, Lluís Fenollosa, Santiago A. Del Riego Juan, Mara González y Mª Ángels Recasens208. Sin embargo, no iría muy equivocado si dijera que lo que realmente interesaba a la prensa nacional en aquellos momentos era el estreno en los cines de toda España de la película Patton, que compartía protagonismo, dependiendo del diario, con un reportaje efectuado a la escritora y dirigente del PSUC, Montserrat Roig209.
En la primavera de 1971 el aparato policial continuaba invariable en su acción represora, efectuándose nuevas detenciones en todo el país. El 26 de abril fueron detenidos José Enrique Custó Milá y Eulalia Ledó Curiel; y en junio, poco después de la frustrada primera sesión de la Asamblea, también pasaron a disposición judicial Josep Andreu Abelló, José Espar Ticó, Evaristo Manzano Pérez, Isabel Saló Llorens, Francisco Vila-Abadal Vilaplana, Francisco Corominas Puig y José Ríos Armengol, por una reunión política contra el régimen.
Como cada año, y ya habían pasado algunos, las huelgas y las manifestaciones convocadas con motivo del 1º de Mayo aglutinaban todo el esfuerzo de lucha antifranquista, destacando en Cataluña la convocatoria en apoyo de CC.OO. efectuada por la Comisión Coordinadora para el 30 de abril. Según la revista Treball, una veintena de empresas de la construcción y siete del ramo del Agua en Barcelona habían parado en su totalidad, haciendo el mismo seguimiento veinte empresas más en Terrassa210.
Por aquellas fechas, las manifestaciones en Washington contra la guerra del Vietnam estaban en plena actualidad y su eco era recogido por la oposición antifranquista dentro de su programa reivindicativo, aunque quizás algunos tuvieran más interés en seguir el triunfo del cantante Raphael en Moscú como lo más llamativo del día o la finalización del paro estatal efectuado por los Profesores No Numerarios (PNN), noticia que pasó casi desapercibida.
En Cataluña, un artículo de Sebastián Auger211 opinando sobre la construcción de las regiones históricas en Cataluña en unidades políticas en base a crear mancomunidades de diputaciones junto con la tesis doctoral sobre la Lliga Catalana, presentada por el historiador y político Isidre Molas, fue de lo más destacado, aunque cada vez pasaba menos desapercibido la fuerza que iban teniendo las asociaciones de vecinos en el ámbito social y político212.
En pleno mes de mayo de 1971 se prepararon las primeras propuestas programáticas a presentar por la Comisión Coordinadora, que en concreto fueron siete, más una propuesta relacionada con un estatuto especial de colaboración con el Partido de Acción Monárquica de Cataluña. En los apuntes de Joan Reventós, como miembro de la Coordinadora, había ciertas alternativas posibles, entre ellas la aprobación de un Estatuto de Autonomía para Cataluña que contuviera, como base de partida, las mismas atribuciones —puestas al día— que se recogían en el texto de 1932213. Asimismo, se distribuyó otro documento referente al proyecto de Reforma de la Ley de Orden Público, rechazando el incremento de penas y el aumento de la represión que auguraba la ley.
192. Tele/eXpress, 21-1-71.
193. Treball, 1-3-1971. También en Mundo Obrero, 22-3-1971.
194. Tele/eXpres, 20-2-71.
195. BERNAD, Robert; BURGAYA, Josep, op. cit., pp. 93-94.
196. COLOMER, Josep Mª, op. cit., p. 37.
197. MHC, ASSEMBLEA, op. cit., p. 6.
198. Ibid., p. 7.
199. FRC, AJR, «Comissió Coordinadora de Forces Polítiques de Catalunya», Carpeta 104/19-20, 1-4-1971.
200. MHC, ASSEMBLEA, op. cit., p. 12.
201. Ibid., p. 16.
202. SELLARÉS, Miquel, «CDC i L’Assemblea de Catalunya, 25 anys després», L’Avenç, n.º 208, 1996, p. 11.
203. Ibid.
204. Miquel Sellarés fue responsable de la publicación Documents de Treball (1975); CDC- Informacions y Convergència, en SELLARÉS, Miquel, «El pujolisme i L’Assemblea», L’Avenç, n.º 43, 1981, p. 47.
205. SELLARÉS, Miquel, op. cit., p. 11.
206. Francesc de Borja Aragay, elegido miembro de la Permanente de UDC en el otoño de 1967 en el Consell Nacional celebrado en Montserrat, formó parte del Comité de Govern junto con Marià Vila-Abadal, Llorenç Gascón, Joan Vallvé y Ferran Camps, y fue sustituido posteriormente por Albert Vila i Lusilla. Anton Canyellas y Coll Alentorn desautorizaron a los militantes que ingresaron en la Asamblea, produciéndose una escisión en la práctica durante un largo periodo. SELLARÉS, Miquel, op. cit., p. 14.
207. AHGCB, Caja 541, 23-3-1971.
208. FRC, AJR, «Caminantes de la Marcha a la Prisión», Carpeta 70, 27-3-1971.
209. Tele/eXpres, 3-1971.
210. Treball, mayo de 1971.
211. «Auger y la última alternativa», en Tele/eXpres, 5-5-71.
212. Véase el documento de la Asociación de Vecinos de La Paz, Barrio del Besós, Maresme, La Catalana y Campo de La Bota, exigiendo mejoras educativas para su barrio y criticando la Ley Educativa 14/1970 del 4 de agosto, en FRC, AJR, «Asociación de vecinos La Paz», Carpeta 46, 1-6-1971.
213. FRC, AJR, «Comissió Coordinadora de Forces Polítiques de Catalunya», Carpeta 104/21-22, 1-5-1971.