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El «Aplec» de Ripoll (noviembre de 1972). Primer aniversario de la Asamblea de Cataluña

En noviembre de 1972 los periódicos anunciaban la victoria del republicano Richard Nixon en sus segundas elecciones presidenciales y el retorno del general Juan Domingo Perón a la Argentina tras su exilio español. En Europa, la Conferencia de Seguridad de Helsinki y la participación de la delegación española en ella fue el tema estrella. Mientras tanto, en Cataluña, la Asamblea había convocado con motivo del primer aniversario de la I Sesión una jornada popular de afirmación nacional en Ripoll (Gerona) para el día 12, desde el mediodía hasta las 7 de la tarde.

Inicialmente la jornada estuvo contemplada como una fiesta del pueblo de Cataluña, un «aplec» de sardanas anunciado publicitariamente por diarios como La Vanguardia Española, huyendo del enfrentamiento ante una posible intervención de la policía. Por consiguiente, y en caso de intervención de esta, se enviaron instrucciones a las 35 organizaciones, las mismas que asistieron a la última Permanente, de convertirse la fiesta en un acto de ocupación pasiva del lugar buscando espontáneamente lugares de concentración307.

«Unas tres mil personas se presentaron mediante diversos medios de locomoción, coches, trenes, autobuses colectivamente alquilados. Como nota destacable, en el trayecto hacia Ripoll se observaban diversas pintadas, “Visca Catalunya”, “Estatut”, suscritas por las cuatro barras y la estrella característica del PSAN que posteriormente hacia las 2 de la mañana fueron borradas por la Guardia Civil, mientras unos seis o siete Jeeps tomaban posición en lugares estratégicos de la ciudad. Algunos autocares fueron detenidos y desviados hacia otras direcciones, a la vez que la Guardia Civil pedía el nombre de la persona y el nombre de la cual se había hecho el alquiler del vehículo.»308

Los actos comenzaron al mediodía, con el lugar de concentración rodeado de miembros de la Brigada de Investigación Social (BIS) mientras que los guardias civiles vestidos de paisano hacían fotos con cámaras equipadas con teleobjetivos, creando la lógica tensión. Hacia las 2 de la tarde, al intentar los manifestantes colocar un móvil aéreo en el campanario de la iglesia, se produjo el primer conato de enfrentamiento entre los dos bandos quedando aisladas en ese momento tres o cuatro personas que intentaron sujetar el móvil hecho con bolsas de plástico por un grupo de esplai de Tarrasa. Entre ellos se encontraba un conocido sacerdote de esa ciudad, Agustí Daura Melich, vicario en el barrio de Can Anglada en Tarrasa.

Alrededor de las cuatro de la tarde, entre un millar y mil quinientas personas, las más activas, se concentraron delante del monasterio cantando a coro canciones catalanas y republicanas a ritmo de la guitarra y la voz del estudiante Ramón Vilahur, que interpretó canciones, algunas en castellano, relacionadas con la Guerra Civil. Estas canciones se transformaron en gritos a favor de Llibertat, Visca Catalunya y Visca la primera Asamblea de Cataluña., y en ese el momento las fuerzas de orden público entraron en acción con disparos de metralleta al aire, situación que generó cierto pánico entre la multitud. Algunos guardias fueron volteados, incluso uno por una mujer que gritaba «¡assasins!» al ver que su hijo caía de encima de las espaldas de su padre. Desde dentro del monasterio, las campanas tocaban arrebatadoramente, creando una tensión añadida, siendo apoyadas por aplausos del público. Horas después, la concentración se disolvió con la consigna de no resistencia a la autoridad y la gente volvió a los autocares. No obstante, se practicaron tres detenciones, las de Lluís Mª Xirinachs, Lluís Fenollosa y una mujer no identificada309. El domingo siguiente, día 19 de noviembre, los sacerdotes de la villa distribuyeron una homilía en la que intentaron explicar desde su punto de vista los hechos ocurridos. Narraron que el domingo anterior un gran número de personas, jóvenes en su mayoría, se reunieron en Ripoll para conmemorar mediante actos populares y folklóricos el primer aniversario de la Asamblea. La mañana transcurrió con normalidad salvo algún que otro pequeño incidente, mientras que, por la tarde, la gente se iba concentrando en la plaza del monasterio cantando alegremente. Unilateralmente, por orden policial, las puertas del claustro se cerraron sin consentimiento sacerdotal, abriéndose de nuevo al apercibirse los sacerdotes de ello. Este acto coincidió con el desalojo de la plaza por la fuerza pública, incitando a los manifestantes a ocupar los autobuses con los que vinieron. En ese intervalo de tiempo se efectuaron diversas detenciones, entre ellas las de dos sacerdotes y un manifestante que fueron llevados al Gobierno Civil de Gerona y puestos en libertad el lunes y martes siguiente. Otra versión sobre lo ocurrido esos días también fue descrita por algunos de los sacerdotes presentes en los hechos que narraron su experiencia con una clara intención didáctica:

«Soñando con una convivencia pacífica entre diferentes mentalidades bajo una expresión libre de pensamiento; por el respeto de los hombres en sus derechos y en defensa de los mismos donde la autoridad, siempre necesaria, sirva y canalice las aspiraciones legítimas de todos; donde la paz venga de un reconocimiento universal de la dignidad humana y donde la unidad no ahogue la riqueza de un pluralismo de formas muy legítimo. Ante esto, hemos visto que se reprimían las formas de expresión que no eran las oficialmente reconocidas, se intimidaba a la gente, que se detenía y retenía de forma arbitraria. Ante esta situación lo que ninguno debe hacer es inhibirse tranquilamente como si no hubiera ningún problema que resolver.»310

Transcurridos unos días, todo volvió a la normalidad aparente por lo menos hasta finalizar el año, acabando como era la costumbre, con el discurso televisivo navideño del Generalísimo. Esta vez, el mensaje a la Nación contenía algunos argumentos que hacían intuir la tarea de gobierno para el próximo año:

«Hemos de lograr una mejor distribución de la renta nacional (…) La entrega del príncipe a los supremos intereses de la nación confirma plenamente el acierto de la propuesta (…) Nuestra patria es parte de Europa y aspira a ocupar en ella, económica y políticamente, el puesto que nos depara la historia y, para finalizar, creemos en el dialogo como instrumento de entendimiento y de equilibrio.»311

307. Homilía predicada en Ripoll el domingo día 19 de noviembre de 1972, en MHC, ASSEMBLEA, op. cit., pp. 104 y 210.

308. MHC, ASSEMBLEA, op. cit., p. 154.

309. Narración del Aplec de Ripoll, en MHC, ASSEMBLEA, op. cit., p. 155, 11/1972.

310. MHC, ASSEMBLEA, op. cit., pp. 138-139.

311. Tele/eXpres, 2-1-1973.

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