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ОглавлениеLas Comisiones Permanentes de la Asamblea de Cataluña y el Secretariado. Estructura y funciones
En enero de 1972, el sector universitario en Cataluña estaba casi en su totalidad paralizado y las escuelas y facultades como Arquitectura y Medicina ni siquiera habían empezado el curso desde octubre del año anterior. Madrid no fue la excepción, siendo las manifestaciones estudiantiles constantes y el paro casi total279.
El secuestro del industrial Ignacio Zabala, protagonizado por ETA, llenaba las portadas de los periódicos nacionales mientras que en el ámbito cultural catalán el historiador y político Josep Benet publicaba «L’Esglesia i L’Estat durant la Segona República Espanyola», basado en el archivo del cardenal Vidal i Barraquer.
Una vez finalizada con éxito la I Sesión de la Asamblea de Cataluña, la Comisión Permanente de la Asamblea de Cataluña (CPAC), recién creada en dicha reunión, se puso en marcha elaborando un plan estratégico de nuevas localizaciones donde se efectuarían las reuniones clandestinas del secretariado y, con mayor riesgo por el tamaño de representación, la CPAC.
Cuando era pequeño el número de convocados, entre quince y veinte, las reuniones se efectuaban en el domicilio de alguno de los más dinámicos dirigentes de la organización como Pere Portabella, Agustí de Semir o Joan Reventós; por el contrario, cuando los reunidos oscilaban entre setenta y ciento noventa personas, los lugares elegidos eran de carácter religioso, excepto las parroquias, pues al ser las convocatorias en domingo, dificultaba la misa. Sin embargo, hubo excepciones como las concentraciones en las parroquias de Maria Mitjancera y San Agustín de Barcelona.
Los encargados de buscar las posibles localizaciones eran, en general, representantes de los sectores cristianos como Agustí de Semir y Francesc de Borja Aragay, exjesuita y cercano a la democracia-cristiana. De esta forma, los locales más usados en reuniones de la A.C., CPAC, y SPCAC fueron la iglesia de Cristo Rey, la iglesia de Sant Agustí Vell, la iglesia Maria Mitjancera, el convento de los Escolapios de Sabadell y la iglesia de Sant Medir. Otros centros eclesiásticos con una mayor vinculación con los movimientos democráticos, y que se habían utilizado en numerosas reuniones clandestinas, tenían el inconveniente de estar casi permanentemente controlados por la policía y, por lo tanto fueron descartados por quienes se encargaban de las cuestiones organizativas de la Asamblea, siendo las más nombradas, la iglesia de Sant Miquel i Sant Jaume de Cornellá de Llobregat, a cuyo instituto anexo (Jaime Balmes) asistí en aquellos días, y la parroquia de Sant Andreu en Barcelona.
Otros lugares que destacaron por su trascendencia histórica en la lucha antifranquista y donde tuvieron lugar trascendentales reuniones de la oposición, fueron el propio monasterio de Montserrat y el convento de Capuchinos de Sarriá, donde los responsables de las órdenes religiosas tuvieron un gran protagonismo.
Parece ser que los lugares de encuentro utilizados por la oposición y por la Asamblea fueron muy numerosos: solo en Barcelona había en torno a los cuarenta, y casi exclusivamente iglesias, conventos o colegios religiosos, hecho que ponía de manifiesto el profundo giro que la Iglesia había experimentado durante los últimos años del franquismo.
Así pues, los establecimientos que formaron parte de la historia de la Asamblea y que cabe destacar son el convento de las monjas Asuncionistas (en la actualidad Escuela de Ingenieros de Telecomunicaciones en Pedralbes); el convento de las monjas Filipenses en la calle Lincoln; las monjas Benedictinas de Sarriá-Ganduxer; las Madres Reparadoras de la calle Mahón (lugar elegido por la Comisión de Enlace); la iglesia de Pompeia de los Capuchinos en la Diagonal (reuniones del Secretariat); las monjas Benedictinas en la calle Anglí; el convento de las Carmelitas; el colegio de los jesuitas de la calle Caspe; las Escuelas Pías; la parroquia de San Isidro; el colegio de San Ignacio (jesuitas de Sarriá) y la iglesia de la Bonanova. Fuera de Barcelona, también hubo locales famosos por las reuniones clandestinas de la Asamblea, después de su expansión por toda Cataluña, sobre todo entre la IV y la X reunión de la CPAC. Sabemos que, en la reunión fundacional de la Asamblea, al menos estaban representadas veinte comarcas, por lo que los locales donde se reunían debían de superar esa cantidad.
La Asamblea era un organismo excesivamente amplio y muy difícil de reunir que trataba de integrar a una gran cantidad de organizaciones políticas y sociales. Su carácter era fundamentalmente representativo, pero apenas tenía capacidad operativa. Eran necesarios, por lo tanto, organismos más reducidos, que pudieran mantener contactos constantes capaces de mantener la coordinación con las asambleas comarcales y locales. Me estoy refiriendo a la Comisión Permanente de la Asamblea de Cataluña (CPAC) y al Secretariado Permanente de la Asamblea de Cataluña (SCPAC).
La CPAC funcionaba como una organización abierta, con una amplia representatividad, y condicionada a la íntegra aceptación de los cuatro puntos programáticos, distinguiéndose claramente en su seno los miembros, algunos de los cuales actuaban como moderadores en el secretariado, y los observadores, que asistían a las reuniones. La Comisión Permanente tenía capacidad para liderar operaciones sobre temas concretos y programar actividades relacionadas con ellas, así como tener capacidad para tomar una actitud pública, representar a la Asamblea en acontecimientos de relevancia y convocar sus propias sesiones. Por otro lado, el Secretariado de la Comisión Permanente (SCPAC) era el órgano que ejecutaba los acuerdos de la CPAC. También era un órgano abierto y representativo, condicionado a su vez por los cuatro puntos programáticos, distinguiéndose en su seno entre miembros y observadores, destacando entre los primeros un moderador y algunos coordinadores de reuniones que intentaban en lo posible convocar nuevas reuniones o adoptar actitudes públicas de urgencia.
Otros aspectos relevantes fueron los relativos a las relaciones con las fuerzas políticas u organismos de oposición del resto del país, y los contactos con otros organismos extranjeros e internacionales, con el fin de desarrollar un estado de opinión favorable a los intereses de la lucha democrática y nacional de Cataluña.
En la hoja de información interna de la propia CPAC, elaborada por su secretariado, se expresó claramente que el sentido de la comisión era la difusión del comunicado de la primera asamblea lo más amplia y abierta posible, pero con una articulación unitaria mediante la creación de vías propias. Lo que se pretendía era hacer llegar un único mensaje a la ciudadanía sin ser «manipulada» por ninguna visión unilateral de los partidos o tendencias que formaban parte de la Asamblea. Joan Josep Armet, miembro de esta, comentó que cuando Pere Portabella estaba de moderador en las reuniones, esto significaba que «Cuando salías de las reuniones y tenías que resumir los acuerdos al partido que representabas, no sabías exactamente lo que se había aprobado». Portabella cuando era presidente de la mesa del secretariado como de la Comisión, era el que tomaba notas y sintetizaba las conclusiones. Miquel Sellarés respondía del orden de palabra y turno y Vicenç Ligüerre y Salvador Corominas de recoger los contenidos. Finalmente, todo se filtraba a través de Jordi Carbonell que daba el visto bueno idiomático. Esto provocó más de una queja de una posible manipulación informativa, sobre todo por los partidos a la izquierda del PSUC280.
La primera reunión de la CPAC tuvo lugar en enero de 1972281, declarándose abierta tanto en su composición como en su forma de trabajo conforme a lo aprobado en la Asamblea. La primera valoración hacía referencia al éxito de esta, realzando su importancia para imponer la legalidad democrática, apoyando en extensión y consolidación la lucha unitaria del pueblo contra la opresión fascista. Asimismo, se valoró el fracaso, la crisis y la desorientación del régimen, reforzando así el sentido de la asamblea por su capacidad de oposición democrática.
Los acuerdos aprobados consistieron en publicar un boletín como portavoz de la CPAC; centrar la actividad en la discusión colectiva del contenido y la realización de la I Sesión de la Asamblea para facilitar la información, adhesión y la organización unitarias en torno al comunicado; estimular la elaboración de alternativas comarcales, locales, profesionales o sectoriales de diversas organizaciones de masas con base en las propias reivindicaciones formuladas con plena autonomía que ofreciesen un refuerzo de la convergencia global que representaba la asamblea; intensificar la solidaridad con todos los represaliados y por extensión, imponerla como una consecución más de la legalidad democrática y extender el nivel de lucha coordinada en continua actividad282. Este documento coincidió con la publicación el 29 de enero por la Agencia Popular Informativa (API) de un informe sobre la relación entre la CCFPC y el Partido Carlista, donde se exponía la negativa a incorporar al Congreso del Pueblo Carlista a la comisión283.
El 12 de febrero de 1972 se reunió la II CPAC con un quorum aproximado de setenta personas en representación de cuarenta entidades diferentes. El acto fue preparado por el SCPAC sobre la base de un organismo abierto, tanto en la nueva composición como en las formas de trabajo y de acuerdo con los principios aprobados en la asamblea. Los temas a tratar se centraron en la lucha a seguir por el «derecho a la solidaridad», acordándose un debate posterior sobre la solidaridad democrática entendida dentro del contexto de lucha contra la ilegalidad fascista. Con este fin se propusieron unas jornadas de lucha y reivindicación bajo el eslogan «Diguem no» para los días 8, 9 y 10 de abril de 1972, convocando diversas actividades de protesta en escuelas, institutos, universidades, iglesias, fábricas, etc. Posteriormente tuvo lugar otra acción definida como una «jornada por la libertad», explicitada como un proceso en marcha que la misma lucha unitaria iría desarrollando con la práctica de la desobediencia civil, asumiendo así el movimiento popular de rechazo a las normas que emanaban de una regla ilegal.
A lo largo de la reunión la participación de los diversos representantes fue intensa, pues las 22 intervenciones realizadas dan prueba de ello, algunas de ellas contradictorias por parte de alguno de los delegados, aunque en el informe final la CPAC definiese esta actitud como:
«No haber entendido el espíritu y la letra de la Permanente teniendo una actitud suspicaz y que según en qué terrenos puede convertirse en elemento deteriorador. Precisamente, el esfuerzo de la Permanente es, en este aspecto, aclarar dudas, rechazar suspicacias e integrar.»284
Por tanto, estaba claro que los representantes no afines a la línea marcada por la dirección dentro de la CPAC iban a tener poco protagonismo en el futuro de la Asamblea, llegando a ser meros espectadores dentro de esta plataforma unitaria.
Otros aspectos destacables estuvieron relacionados con la adhesión a la «Conferencia Internacional contra la guerra en Indochina» que se celebró entre el 11 y el 13 de febrero de 1972 en Versalles. El texto decía así:
«La Comisión Permanente de la Asamblea de Cataluña reunida en sesión plenaria manifiesta adhesión y protesta internacional contra la agresión imperialista, apoyando incondicionalmente la lucha de los pueblos de Indochina.»285
Cabe destacar que en aquellos días el conflicto de Indochina estaba en pleno auge debido a la Conferencia Internacional que se había convocado a tal efecto en París. La CPAC alentaba su solidaridad democrática con el pueblo vietnamita y su protesta contra lo que ellos denominaban la agresión imperialista. Incluso llegó a crearse una Comisión Unitaria de Solidaridad con el Vietnam. Efectivamente, el 12 de febrero de 1972 se convocó la Asamblea de la Paz en París con la asistencia de ochocientos delegados en representación de 75 países y entre sus conclusiones destacó la condena a la intervención de los EE. UU. en el conflicto vietnamita, resolución que coincidió con la entrevista en Pekín entre Mao Tse-Tung y Nixon.
Por otro lado, centrándonos en asuntos más cercanos, la CPAC tomó partido frente a la política educativa llevada a cabo por el gobierno recordando a la ciudadanía que las facultades de Filosofía y Ciencias en Barcelona seguían cerradas y que los estudiantes universitarios seguían en huelga. La Comisión denunció públicamente la ley de educación por su carácter discriminatorio y represivo, a la vez que impedía el acceso a la clase obrera a la cultura superior y que introducía la policía en la Universidad, expresando en consecuencia su total solidaridad con la jornada de acción del 14 de febrero contra la Ley General de Educación. Este asunto no resultaba indiferente al régimen pues, en ese contexto, cabría recordar que Franco en la inauguración del XII Consejo Nacional del Movimiento, respondía a tal efecto que el Consejo Nacional era el guardián de los principios e incitador de la acción política y que la subversión, o sea la oposición, buscaba en la juventud el campo propicio a sus objetivos disgregadores286.
Finalmente, la CPAC, después de leer un comunicado referido al sumario del estudiante Alfred Serrat Llerras, pendiente de juicio militar y preso en Zaragoza, hizo referencia a la estrategia de expandir la organización mediante la creación en distintas comarcas catalanas de las comisiones permanentes, cada una definida por su diferente localización geográfica. En ese sentido, en Lérida, se constituyó en febrero de 1972 la Comisión Permanente de la Asamblea de las Tierras de Lérida con la asistencia de unas setenta personas que representaban a colectivos procedentes de El Segriá, El Urgell, Les Garrigues, La Noguera, El Pallars y Alto Urgell, CC.OO., Comisión de Payeses, Jóvenes democráticos, Mujeres democráticas, FNC, PSUC, estudiantes, hombres de profesiones liberales y una delegación de la Asamblea. Asimismo, días después se celebraba una nueva reunión informativa en Balaguer, el 28 de febrero287.
En todo el Estado las detenciones y juicios sumarísimos contra los «enemigos del régimen» se sucedían con asidua frecuencia. Solo bastaba leer los diarios para darnos cuenta de la situación y de la perplejidad con que se publicaban estas noticias en pequeñas crónicas detallando las numerosas detenciones y sus inevitables consecuencias. Véase como ejemplo la condena de dos años por distribuir propaganda ilegal del sacerdote obrero Carlos García Luenga, párroco de Barredos, en Laviana (Asturias); el procesamiento por el TOP del periodista Eliseo Bayo, y la confirmación de la sentencia y condena por el Tribunal Supremo del militante del PSUC, Enrique Leira Almirall. Por el contrario, los atentados perpetrados por la oposición se interpretaban, sobre todo en los órganos de comunicación del Movimiento, como una agresión contra la población española; ejemplo de ello fueron los tres atentados con explosión efectuados a finales de febrero de 1972 en diversos locales de la Falange y en los talleres gráficos TISA. Sorprendentemente, estas noticias llegaron a formar parte de la cotidianidad española que solo reaccionaba ante conmociones como la inminente retirada de los toros de Manuel Benítez, «el Cordobés».
En marzo de 1972, el SCPAC distribuyó un comunicado solidarizándose con el pueblo gallego ante la barbarie del asesinato de los obreros de la Empresa Nacional Bazán (El Ferrol), Amador Rey Rodríguez y Daniel Niebla García, y de una cincuentena de heridos. Al parecer, el 9 de marzo se produjeron algunos altercados en el desalojo de la factoría que se reprodujeron al día siguiente en la ciudad debido a las reivindicaciones de los obreros que protestaban por un convenio colectivo, siendo la causa principal del conflicto la decisión unilateral de la empresa de firmar un convenio general sin contar con el jurado de empresa. La manifestación se disolvió de forma contundente por las fuerzas del orden utilizando armas de fuego que provocaron la muerte de dos obreros y algunos heridos288.
El Secretariado también informó del juicio contra Luciano Rincón por presuntas injurias al jefe del Estado en una publicación efectuada en la revista Ruedo Ibérico que se editaba en París, de la que Juan Goitisolo y Jorge Semprún formaban parte del Consejo Editorial. Estos hechos coincidieron con el nombramiento del cardenal Vicente Enrique Tarancón como presidente de la Conferencia Episcopal Española.
La llegada del mes de abril de 1972 no trajo nada novedoso en cuanto a nuevas acciones terroristas, esta vez perpetradas por ETA, ni tampoco a las manifestaciones realizadas en el mundo estudiantil, protagonizadas en aquellos momentos por las detenciones de tres estudiantes barceloneses del Instituto Milà i Fontanals, fruto de la movilización unitaria convocada los días 8, 9 y 10 de abril. Estas acciones, junto con la concentración ante la cárcel Modelo de Barcelona para entregar paquetes y obsequios a los presos políticos, fueron lo más destacado en aquellas fechas289 aunque los grandes titulares de la prensa oficial solo hicieran referencia a los masivos bombardeos sobre Vietnam del Norte o a la crisis acuciante de la política chilena, donde la cuenta atrás del fin del gobierno socialista de Salvador Allende290 se había puesto en marcha.
En la crónica nacional, el caso Matesa saltó de nuevo a la actualidad por su relación con el Opus Dei, donde algunos representantes de este organismo que formaban parte del gobierno tuvieron que declarar a propuesta de los abogados defensores, José María Gil Robles entre ellos.
El 13 mayo de 1972, una semana después de que Franco presidiera en el estadio Santiago Bernabéu de Madrid la XV Demostración Sindical, tuvo lugar en Barcelona la III reunión de la CPAC con una representación cercana a los sesenta delegados. Como ya era habitual se nombraron las nuevas adhesiones a la Asamblea, encabezadas por PCE(m-l), Frente Revolucionario Antifascista y Patriótico (FRAP), Partido Carlista Catalán (PCC), Grupos de Acción Carlista, y las organizaciones sindicales SOC y USO. También se comunicó la puesta en marcha de nuevos núcleos activos vinculados a la Asamblea en la Conca de Barberà y la reciente constitución de la Asamblea Democrática del Vallés Oriental junto con la Asamblea de las Terres Lleidatanes.
Sin duda, la lucha ejemplar del pueblo vietnamita en su esforzada lucha por la liberación nacional acaparó el centro del debate, encontrando algún cierto paralelismo con la coyuntura catalana y definiendo ambos objetivos como un sentimiento inalienable en la ordenación libre y democrática del pueblo catalán. Ante la escalada imperialista en Indochina, de nuevo se ratificó el contenido del telegrama enviado a la Conferencia de Versalles. En esta reunión destacó la constitución del Grupo de los No Alineados que se autodenominaban como una línea clandestina paralela al movimiento de las comunidades de base, que se movían abiertamente en el mundo religioso civil de Cataluña. La influencia que tuvo este grupo dentro de la Asamblea ha tenido diversas versiones, pues, si bien Josep Dalmau afirma que los estudios que se han publicado por la Asamblea sobre esta organización han sido terriblemente parciales e interesados e incluso silenciados, de lo que no cabe duda es que querían estar presentes activamente en ella y luchar por sus objetivos291.
Otros temas tratados en la reunión hicieron referencia al resumen y balance de las jornadas de lucha del 8, 9 y 10 de abril de 1972 con el lema «Imponer el Derecho a la Solidaridad Democrática».
Por otro lado, las llamadas «Comissións de Solidaritat» iniciaron su campaña con un documento en el que quedaba claro el alcance de su objetivo. El escrito fue redactado por un grupo de juristas, del cual el Secretariado hizo una edición, donde se trataba de informar sobre el régimen penitenciario del Estado, denunciando el sistema penitenciario de este bajo el cual la política represiva del régimen alcanzaba a presos políticos o comunes sin distinción, siendo los jueces, en la práctica, los ejecutores de la sentencia penal, sumándose así al carácter represivo e inhumano del mismo sistema penitenciario. Denunciaban la vulnerabilidad de la Ley Orgánica del Poder Judicial y la Ley de Enjuiciamiento Criminal, por eso el informe apoyaba la petición de un Estatuto del Preso Político y deploraba el régimen penitenciario en base al concepto autoritario y fascista de la disciplina «mantenida por un sistema de castigos y recompensas», con una asistencia médica insuficiente y el ultraje de la correspondencia privada292.
En política nacional se criticó el esfuerzo del régimen por imponer al príncipe Juan Carlos como rey de los españoles, así como el movimiento de ciertos sectores afines al poder que preconizaban un cierto aperturismo, previniendo el futuro cambio de régimen y su apuesta en la perseverancia del poder, impidiendo lo que exigía el segundo punto de la declaración de la Asamblea, que era el acceso efectivo del pueblo al poder económico y político. Finalmente, la III reunión Permanente aprobó lanzar una nueva campaña con el título «Per què L’Estatut de 1932» con el objetivo de fomentar el conocimiento de los principios e instituciones configuradas en el Estatuto de Autonomía de 1932; exigir su inmediato restablecimiento; activar la lucha de masas como instrumento para forzar el cambio de régimen como única salida democrática para Cataluña; y constituir el pleno ejercicio del derecho de autodeterminación de Cataluña. A este respecto se tendría que dejar claro que no era ni democrática ni válida cualquier posible solución que no reconociera como hecho mínimo indiscutible el restablecimiento de dichos principios e instituciones. Se celebraron reuniones clandestinas afín de ampliar la información sobre el Estatuto. Una de ellas fue en la sala Claret, presidida por Antón Canyellas, Agustí de Semir, Joan Colominas y Josep Solé Barberà.
Coincidiendo con la campaña mencionada, se editó un libro impreso en tapas rojas con el título El Poble de Catalunya i La República davant L’Estatut (reeditado posteriormente en 1977 con el título Volem L’Estatut) en el que se comparaban los dos Estatutos, el redactado en 1931 y en 1932. En él, trabajaron Joan Josep Armet, Rafael Castellanos, Eva Serra y el propio Carles Jordi Guardiola.
En cuanto al problema de la lengua, estaba claro que para los ponentes de la Asamblea la cuestión era preocupante, aunque algo fuera de la realidad; sin embargo, el Secretariado de la Asamblea Permanente de Intelectuales Catalanes comenzó una campaña sobre la revitalización del catalán y su uso oficial. Esta comisión la formaron: Jordi Carbonell, Xavier Folch, Rafael Ribó, Francesc Vallverdú y Carles-Jordi Guardiola, creándose el documento «Report de treball sobre la campanya per a l’us oficial de la llengua catalana», con una tirada de veinte mil ejemplares293.
Paralelamente a todos estos trabajos se fue preparando la celebración de la II Sesión de la Asamblea de Cataluña junto con una amplia acción a favor de la lengua catalana, entendida en el ámbito más amplio y referido a los aspectos de creación, difusión y acceso a ella. En este sentido, se propuso al SCPAC que concretara las siguientes líneas de actuación:
1. Iniciar la campaña con una llamada en que se especifiquen sus objetivos y se invitase a todos a adherirse, especialmente a las organizaciones de masas.
2. Publicar un folleto explicativo del Estatuto (principios e instituciones) y de sus vicisitudes históricas, así como de sus perspectivas de futuro.
3. Procurar una reedición masiva del Estatuto, precedido de una introducción en que se denunciara la ilegalidad fascista y se afirmasen los derechos fundamentales, especialmente el de autodeterminación de Cataluña.
4. Animar todos los sectores para que situasen en la propia perspectiva la lucha por el Estatuto e invitarlos a que explicasen, en el marco de sus luchas concretas, como la conquista del Estatuto podría influir en la solidez de sus objetivos.
5. Centrar el próximo 11 de septiembre en el marco de la campaña y procurar realizar sesiones de propaganda del Estatuto especialmente en el entorno de esta Díada294.
Como anexo al informe general, los representantes de las Comisiones de Actividades Cívicas de la Selva, Maresme y Gironés comunicaron a la Asamblea las acciones que tenían previstas para el día 4 de junio de 1972 en Calella de la Costa a fin de convertir el Aplec de sardanas de aquel día en un acto de afirmación nacional catalana, concluyendo el acto con las notas acordadas por el SCPAC referentes a los asesinatos del Ferrol y de la celebración del 1º de Mayo.
Mientras tanto, las protestas y detenciones seguían su curso habitual en toda España. En Barcelona, el 14 de febrero de 1972 se produjeron manifestaciones en contra de la Ley de Educación, y el 1º de Mayo tuvo lugar un conato de manifestación en la Plaza Lesseps que acabó con seis detenciones. Asimismo, el 29 del mismo mes fueron detenidos nueve activistas del Front d’Alliberament de Catalunya (FAC) entre los que se encontraban Carlos García Soler y Ramón Llorca López. Esta organización terrorista, autodenominada independentista, había realizado más de cien atentados con explosivo entre 1969 y 1971, y estuvo formada por la unión de Joventuts Obreres d’Estat Català y el grupo de Josep Mª Batista i Roca del Consell Nacional de Catalunya. En 1974 se incorporó al grupo de Izquierda Revolucionaria y en 1976 se escindió el Moviment Revolucionari Català.
Sin embargo, lo sorprendente fue que, para no perder la costumbre, las portadas informativas llenasen sus titulares con la reunión entre los altos mandatarios mundiales, Breznev295 y Nixon, y la expulsión del secretario general del PCE, Santiago Carrillo, de la República Federal Alemana al querer participar en un mitin.
279. Tele/eXpres, 27-1-1972.
280. BATISTA, Antoni, op. cit., p. 155.
281. MHC, ASSEMBLEA, op. cit., pp. 56-59.
282. MHC, ASSEMBLEA, ibid.
283. FRC, AJR, «Comissió Coordinadora de Forces Polítiques de Catalunya», Carpeta 104/32, 29-1-1972.
284. MHC, ASSEMBLEA, op. cit., pp. 60-61. Tele/eXpres, 21-2-1972.
285. FRC, AJR, «Comisión Unitaria de Solidaridad con el Vietnam», Carpeta 97, 1-1-1972. Tele/eXpres, 21-2-1972.
286. Tele/eXpres, 2-2-1972.
287. FRC, AJR, «Assemblea de les Terres de Lleida», Carpeta 56/2, 20-2-1972.
288. MARÍN, José Mª, op. cit., pp. 199-200. Ver también en FRC, AJR, «Comissió Coordinadora de Forces Polítiques de Catalunya. Crida de la CCFPC», Carpeta 104/35, 3/1972.
289. Tele/eXpres, 8-4-1972.
290. Salvador Allende fue fundador del partido socialista chileno y presidente de Chile por la coalición de Unidad Popular (1970-1973), siendo derrocado por un golpe militar.
291. DALMAU, Josep, Catalunya Segrestada, Portic, Barcelona, 1993.
292. MHC, ASSEMBLEA, op. cit., pp. 102-103.
293. GUARDIOLA, Carles-Jordi, «Compañero, habla castellano», L’Avenç, n.º 43, Barcelona, 1981, p. 50.
294. MHC, ASSEMBLEA, op. cit., pp. 65-66.
295. Leonid Il’i Breznev, Primer secretario del Comité Central del PCUS (1964-1982).