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La Iglesia y su relación con la Asamblea de Cataluña

La Iglesia española en general fue marcando progresivamente su distanciamiento del régimen, y este, a su vez, reaccionó mediante maniobras de presión contra ella; tómese como ejemplo la sustitución del embajador del gobierno español ante el Vaticano. Sin embargo, fuera de todo este juego político, un gran número de cristianos abandonaron la pasividad que la iglesia oficial ofrecía, incorporándose a la lucha en defensa de los derechos fundamentales, de tal modo que movimientos asociativos como Iustitia et Pax pasaron a la denuncia pública del régimen.

El historiador Agustí de Semir que en aquellos tiempos era el representante funcional del Grup Cristiá de Defensa i Promoció dels Drets Humans, en su artículo titulado «L’Església i L’Assemblea», describe con claridad cómo era esta relación en Cataluña publicando la opinión del propio arzobispo de Barcelona Marcelo González Martín expresada en una conversación personal con él:

«Yo creo —comentaba el arzobispo— que muchos de estos cristianos están equivocados en sus opciones ideológicas, pero en un país donde el derecho de reunión no se puede ejercer, la Iglesia ha de facilitar los medios para que este derecho se pueda ejercer sin que la Iglesia se comprometa en las decisiones que se puedan tomar en el ejercicio de este derecho.»320

De estos comentarios se deriva un cambio de actitud relacionada con la posición neutral de la Iglesia catalana oficial ante las diferentes propuestas ideológicas y su defensa a ultranza del derecho de reunión; no obstante, esta posición cambió algún tiempo después cuando el nuevo arzobispo de Barcelona, Narcís Jubany tomó las riendas del poder. Fue a partir de entonces cuando este, junto con el obispo de Urgell, Joan Martí Alanís, y el de Tarragona y Primado de Cataluña, Josep Pont i Gol, inyectaron un aire nacionalista a sus intervenciones en defensa de los derechos democráticos de Cataluña y aumentaron considerablemente su apoyo a la causa defendida por la Asamblea. De esta forma no podemos olvidar el papel tan importante, sobre todo en el logístico, que jugaron las órdenes religiosas al ofrecer al SCPAC diferentes alternativas donde reunirse y esconderse, evitando así la presión policial, y destacar en su conjunto la infinidad de sacerdotes y seglares comprometidos con la Asamblea, algunos con elevado protagonismo en sus actividades. Agustí de Semir destacó a personajes como el sacerdote Josep Mª Juncá, rector de la parroquia de San Agustín, que como él mismo relata, el sábado 6 de noviembre de 1971, recibió la visita de Francesc Vila-Abadal, el sacerdote Josep Mª Vidal Aunós y el propio Semir para pedir la utilización del local el día siguiente para celebrar la reunión constitutiva de la Asamblea. Cabe destacar que el arzobispo Jubany también aceptó responsabilizarse de la situación por si pasaba alguna cosa, aunque prefiriese no identificarse con ninguno de los miembros presentes en la reunión. Otros religiosos que destacaron por su implicación fueron Joan Carrera, vicario episcopal; Joan Botanch, conocido como Salvador de les Borges; y el seglar Molas, director de Justicia i Pau.

Otro aspecto destacable fue la influencia de la Iglesia en la política de oposición al régimen a través de los movimientos cristianos. Basta recordar que mientras se constituía la CCFPC, paralelamente se había creado en Barcelona la Comissió de Serveis de les Comunitats Cristianes de Base con el fin de coordinar diferentes grupos cristianos identificados con las aspiraciones promulgadas en el Concilio Vaticano II. Su extensión coordinaba unas 95 comunidades, englobando a más de tres mil cristianos321. Dicho movimiento fue encabezado por Jaume Rodri, Josep Ribera, Joana Villemur, Jordi Ligüerre y Josep Dalmau, incorporándose con posterioridad Ricard Lobo y Lluís Mª Xirinachs. Más tarde se creó el llamado Grup dels No-Alineads (No Alineados) con el fin de pasar más desapercibidos en el trabajo clandestino con la Asamblea. Este grupo llegó a tener representación en casi todas las comarcas de Cataluña. Su participación en la Asamblea abarcó diferentes aspectos comenzando por la búsqueda de lugares de reunión: parroquias (San Isidro), colegios (jesuitas, escolapios) o conventos (reparadores, filipenses, carmelitas). También intentó influir en la forma de manifestarse de la Asamblea buscando soluciones no arriesgadas, aunque siempre se acabase corriendo delante de los «grises».

Los No Alineados participaron en las concentraciones de Ripoll, Vic y Sant Cugat, y en la campaña por el «Nóbel de la Pau» a favor de Lluís Mª Xirinachs a través del político exiliado en Noruega, Jordi Tell322. También se establecieron colaboraciones en los llamados «Actos Esporádicos», consistentes en reuniones pseudoreligiosas y políticas como la de Sant Miquel del Port, donde asistieron más de quinientas personas. Editaron clandestinamente el libro «Els partits polítics en la Catalunya d’Avui», impreso en Francia, con la estrategia y tácticas de los partidos más representativos en aquellos momentos. En 1976 los No Alineados se responsabilizaron de la edición de un póster titulado «Selecció Nacional Catalana de Fútbol 1976», en cuyo contenido se presentó la siguiente alineación: portero, el abad Cassià Just; defensa derecho e izquierdo, Heribert Barrera y Joan Cornudella; defensa central, Jordi Pujol; volantes derecho e izquierdo, Josep Pallach y Joan Reventós; extremo derecho, Ramon Trías Fargas; interior derecho, Anton Canyellas; delantero centro, Josep Solé Barberà ; extremo izquierdo (sin identificar) e interior izquierdo, Lluís Mª Xirinachs; siendo el presidente del club nacional, Josep Tarradellas, lugar donde aparecía por primera vez su rostro en un documento público.

320. SEMIR, Agustí de, «L’Esglesia i L’Assemblea», L’Avenç, n.º 43, 1981, p. 45.

321. DALMAU, Josep, op. cit., p. 15.

322. Jordi Tell, arquitecto, expulsado del Colegio de Arquitectos de Barcelona en 1942 y rehabilitado el 1-1-1975. Con residencia en Noruega, perteneció al Partido Nacional Catalá. Fue cónsul general de la República Española en Alemania, siendo detenido por el gobierno nazi y entregado en 1937 al gobierno nacionalista, en Diario de Barcelona, 8-7-1975.

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