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Frasquito está inmóvil. Si el Laucha pudiera salir de eso, apartarse un poco de lo que cuenta, algo en la actitud de su sobrino lo alegraría, algo en el modo en que ha dejado esa furia de niño y se ha puesto a escuchar. Pero no puede. Nunca ha contado esto y ahora está envuelto, otra vez, en las cosas que pasaron veinte años atrás.

–Ahí empezó el desastre. A Durruti lo habían llevado en cana, tenía todos los números puestos. El arma, las huellas, el móvil, todo. Dicen que no contestó nada de lo que le preguntaron. Esas cosas son lerdas pero ya sabíamos que le iban a caer un montón de años. Yo le había mandado avisar que el Nene estaba con Marucha. Ahora me tocaba decirle que se lo habían llevado. Minoridad. Y ahí no sé qué fue lo que pasó pero de la nada atraparon a un porteño que tenía pedido de captura. Por robo, una cosa así, no era grande. Y cuando lo atrapan el tipo dice que él había matado al Chileno. Que se tenían bronca de hacía tiempo y que cuando se había enterado que andaba por acá lo había ido a buscar y le había pegado cuatro tiros. Que había un pibito ahí pero que él no le hizo nada. Que entró, mató al Chileno y se fue. Muy raro. No sé cómo arreglaron eso. Ahí lo soltaron a Durruti. Pero el Nene ya estaba en el sistema. No lo querían largar. El que decidía eso era un juez que dijo que no, que las visitas informaban que no, que ese no era lugar para un niño y, aunque del lado de Durruti el abogado dijo que su cliente estaba limpio de toda acusación, el juez insistió con que no, con que había dejado solo al chico con un conocido pedófilo y que no estaba en condiciones de criar a un niño y que el niño iba a estar mejor bajo la tutela del Estado. Era distinto en esa época. No era como ahora que hay una ley, no sé. Ahí era el infierno. No nos dejaban verlo. Estaba en un instituto con todos mezclados. Pibes a los que les faltaba un jugador, pibes que estaban medios locos, drogones, pibes que habían robado, matado, violado. Todos juntos. Te imaginás lo que podía ser eso para un pibito como el Nene. Un mes y medio estuvo. Vos lo decís así y parece nada, poco tiempo. Si lo hubieras visto cuando nos lo dieron. Parecía un pajarito al que lo hubieran pateado día y noche. Yo pasaba bastante tiempo ahí, en la casa, ayudando. Y una noche cuando el Nene ya estaba durmiendo Durruti empezó a tomar a lo bestia y yo le dije que tuviera cuidado, que no sabía cómo había hecho para que le devolvieran al chico pero que no jugara con fuego, que se tenía que cuidar, que no podía estar tomando así. Él se levantó, me hizo un gesto con la mano para que lo siguiera, me llevó al cuarto donde dormía el Nene. Me acuerdo que había una lámpara que tenía unos pescaditos dibujados. Y el Nene dormía destapado. Y Durruti se acercó y le levantó un poquito la remera. Y ahí vi. La espalda toda llena de quemaduras de cigarrillo. No sé cómo decirte. Porque ahora ustedes creen que se puede hacer cualquier cosa. Yo, que ya había visto de todo, me quedé helado, también quise ir a tomar, a emborracharme. Ver esa piel, ese cuerpo, quemado.

Anduvo muy sombrío un tiempo. Después mejoró un poco. Ahora que lo ves, parece un chico al que nunca le pasó nada. No se habla de eso. De todo eso, no se habla. Estoy haciendo una apuesta muy grande con vos. Me estoy arriesgando. Si alguna vez hablás, no te imaginás los problemas que vas a tener. Pero quiero creer que en el fondo no sos tan estúpido. Que entendés por qué te lo cuento.

Nadie te está espiando. A vos te protejo yo. Y a mí me protege Durruti. Y tenés que tener presente que lo único, lo único, lo único que le importa a él es su hermano menor. Así que nunca vuelvas a decir nada. Ni siquiera estando solo.

Frasquito mueve la cabeza asintiendo. Muy suave, muy lerdo. Nunca ha hablado así con su tío. Nunca le han hablado así.

–Tenés que cortarla con lo de la canchita. Dejá que se haga jefe otro. Ahí van a tener problemas seguro. De verdad te digo. Yo sé que el súper te revienta. Tenés que esperar, ser paciente, hacer buena letra. Yo después trato de que te vengas con nosotros. Así como estás ahora, no puedo. Nadie quiere sumar a un pendejo que vende droga por cuatro pesos. Si vinieras con nosotros estarías bien. ¿Te falta algo? ¿Le falta algo a tu mamá? Todo eso viene de lo que gano yo. Si sos un desastre andante no te puedo sumar. Si necesitás plata, me pedís. Pero no sigás con eso.

Frasquito vuelve a asentir. Le ofrece un cigarrillo a su tío.

–¿Y Durruti cómo consiguió que le devolvieran al Nene?

–No sé. No pregunto. Nadie pregunta.

–¿Y el porteño?

–Lo mataron apenas entró. Una faca, un montón de agujeros. Alguien había corrido la voz de que había violado un nene. Robar se perdona. Esas cosas, no.

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