Читать книгу Las guerras por Malvinas - Federico Lorenz - Страница 21

La regeneración

Оглавление

Si situaciones como éstas fueron posibles se debe tanto a las características del nacionalismo como al hecho de que la guerra de Malvinas excedió esta causalidad, al ser vista por diversos sectores, aun antagónicos, como una posibilidad de regeneración o refundación social. Más allá del resultado del conflicto, ya nada sería igual. Para algunos, la guerra fue la posibilidad de volver a salir a las calles a hacer política. Para otros, se trataba de realizar acciones solidarias en el marco de una tradición patriótica. Los argentinos tenían la oportunidad de volver a encontrarse unidos en un esfuerzo común. Durante los días que duró la guerra, además de las movilizaciones, hubo una gran cantidad de acciones colectivas de apoyo a los soldados.

El festival televisivo de las 24 horas por Malvinas fue uno de esos momentos cumbre de participación, y es un episodio que hoy es recordado tanto para ejemplificar la estafa a la buena fe de los argentinos como la facilidad con la que éstos se predisponen a “ayudar”. Pero aun en ese espacio pudo haber un pequeño lugar para el disenso. Una revista de espectáculos muy popular en esos años, reduciéndolo al lugar de un chimento, decía a una interlocutora imaginaria que

Ese pueblo, esa señora, esos chicos que se desprendieron de los únicos objetos de valor que han tenido en su vida para darlos por su país, para darlos por los chicos que mueren en el Sur. Esa cantidad de parejas jóvenes o matrimonios maduros que se sacaron sus alianzas y las metieron en las urnas. Esa mujer (esposa de un suboficial que está en el Sur), que se sacó la cadenita para entregarla, esa señora que quería donar la pulsera que le había dejado su mamá pero como había subido de peso no se la podía sacar y un señor se la cortó con unas tenazas; esa cantidad de nenas que se sacaron los aritos, las pulseritas de identidad o las cadenitas del cuello.

Y que por eso

Llamó mucho la atención que mientras todos hablaban de orgullo por nuestros soldados, Analía Gadé pidiera perdón por lo que estaba pasando, en especial a los soldados por lo que les estamos haciendo. Cacho pasó un momento terrible porque no sabía cómo hacerla callar.36

Miles de argentinos en distintas edades y situaciones reaccionaron ante los hechos de Malvinas como ante la circunstancia histórica más trascendente de sus vidas, orientándola claramente en una dirección de futuro, en una posibilidad de transformación y protagonismo tras décadas de frustraciones. Si hubo miles de cartas enviadas “A un soldado argentino en las Malvinas”, “A un soldado de la Patria”, muchas sin duda habrán tenido el tono de ésta, de una chica de doce años, aparecida en el correo de lectores de un matutino:

¿Te diste cuenta (...) amigo mío, hermanos míos, que somos nosotros los que habremos de hacer una nueva Argentina de una Argentina desconocida ayer por el mundo? ¿Te diste cuenta (...) que atrás queda la historia con sus tristes y grandotes libracos que tuvimos que “tragar” de apuro para una calificación digna de papá y mamá? ¿Te das cuenta que con tu valentía y tus temores, con tu arrogancia frente al usurpador y tu fusil me estás enseñando la mayor lección de historia de toda mi vida?

Voy a pedirle a Dios, que nos ha dado vida con seis años de diferencia, que al finalizar tu lucha podamos encontrarnos a tu regreso en cualquier lugar, en un abrazo de héroes que hoy vivimos, un mismo anhelo y un mismo triunfo, porque nuestro será el triunfo, el triunfo de una nueva generación.37

Para otros, el desembarco abrió la posibilidad de comenzar a ser una república, a partir del reencuentro entre los dictadores y su pueblo:

Por primera vez en muchos años las Fuerzas Armadas han podido sentirse voceras de la voluntad popular. El 10 de abril conocieron, después de largo tiempo, la incomparable experiencia de la solidaridad incondicional de una nación que al verlas actuar se vio a sí misma.

La sensatez política y el futuro republicano aconsejan no desoír esta lección memorable. La recuperación de nuestras islas australes abre la perspectiva de una reorganización nacional porque despeja la atmósfera irrespirable del encono crónico y la desconfianza de ribetes patológicos.

Las FF.AA. argentinas cumplieron con su labor al restituir las Malvinas al cuerpo geográfico y cultural de la Nación. El pueblo argentino, a través de sus representantes partidarios y sus dirigentes gremiales, cumplió y cumple con el suyo, al ponerse al servicio de la defensa de la legitimidad de esa recuperación territorial, sin condiciones previas de ninguna índole: supo llevar la voz de sus hombres y mujeres a la Plaza de Mayo para que las Fuerzas Armadas la escuchasen como expresión de su propia voz.38

En un tono más crítico, la recuperación de las islas para la soberanía argentina debía ser el primer paso hacia la recuperación de las instituciones por el pueblo, única forma de una soberanía completa:

El 2 de abril de 1982, cuando todavía se respiraban en las calles los restos de los gases lacrimógenos del comienzo de una nueva etapa de dura represión policial, estalló la unidad nacional.

Las Fuerzas Armadas Argentinas tomaron las Malvinas cumpliendo los sueños infantiles y juveniles de varias generaciones de argentinos y el país advirtió con júbilo que aún tenía patria, orgullo y dignidad.

Todo el pueblo, sin distinción alguna de sector, credo o pensamiento, estuvo aquí y allá para afirmar, sin fisuras, su voluntad de defender lo que legítimamente le pertenece.

No fue el producto de un mero impulso emocional sino la reacción consciente, pensada y responsable del país maduro que asume la trascendencia de los hechos ocurridos y acude dispuesto a respaldarlos con lo que, dentro del mundo de la subsistencia, es lo más caro y preciado: la vida.

Pero cuando este capítulo de nuestra historia se cierre y se disipe la magia de la exaltación patriótica, el gobierno militar deberá comprender que al país que acudió al llamado sin dudas ni condiciones, no se le puede negar por más tiempo el legítimo derecho a la misma vida que estuvo dispuesto a ofrendar en apoyo y defensa de una decisión para la cual no fue consultado.

El 2 de abril –este 2 de abril– el gobierno se vio obligado a romper el cerco del aislamiento que comenzaba a asfixiarlo par compartir con todos los argentinos una dura prueba. Y con todos los argentinos deberá transitar de aquí en más el inexcusable camino hacia la normalidad institucional republicana, la soberanía popular y la vigencia plena del derecho y la Constitución Nacional.

Entonces sí que unidos será más fácil. Muchísimo más fácil.39

En los primeros días de junio, estas expectativas iniciales se traducían en propuestas más concretas, probablemente ante la certeza de la derrota. El radical Raúl Alfonsín, futuro presidente, tras afirmar que “un pueblo que ofrece su sangre por la Patria tiene la madurez y el derecho de conocer lo que pasa y lo que puede depararle el futuro”, se preguntaba: “¿Cuál será el rostro de la Argentina después de la guerra? ¿Comprenderán todos los sectores que sólo en la democracia encontrará el país la esperanza de su renacimiento?”. 40

Desde el primer momento la guerra por las islas Malvinas trascendió su circunstancia de conflicto bélico y reivindicación territorial: muchos, más allá de los directamente involucrados, vieron en las islas perdidas en junio de 1982 una posibilidad de regeneración, de salida, de futuro.

Las guerras por Malvinas

Подняться наверх