Читать книгу Historia de dos partículas subatómicas - Franco Santoro - Страница 13

Y cuando algún pintor hallaba un comprador y un lienzo le vendía, solíamos gritar, correr y pasear, alegres por París.

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El artista sacó su cuaderno de hojas blancas y con un lápiz mina trazó un bosquejo. Luego, cogió sus lápices de colores y a punta de zarpazos desordenados, lo retrató. En el dibujo, la piel del pianista tenía una veintena de gamas de los colores rosado, café y uno que otro color inventado. También dibujó las montañas que dejaba ver la ventana del vagón. Debido a las lluvias pasadas, todo se hallaba más limpio. La nieve era luz y las rocas casi moradas. Nadie aplaudió, pero todos querían hacerlo. El metro fue frenando de a poco hasta detenerse en la estación Vicente Valdés.

―¡Las monedas solidarias, damas y caballeros, la cooperación para el artista independiente, la retiraré usando mi sombrero! ―pregonó Felipe―. Todo sirve. Diez pesos hacen veinte y si sumas un poco más, tienes cien. Con algo de esfuerzo se llega a mil, y eso es algo mayor. Las mil y una noches. Veinte mil leguas de viaje submarino…

Historia de dos partículas subatómicas

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