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¿QUÉ ES UNA ECONOMÍA?

A finales de los años cincuenta, Clarence Ayres, uno de los adalides de la escuela institucionalista en ese entonces e irreverente como él solo, en su primera clase puso en claro a sus estudiantes —yo entre ellos— la simple y sencilla noción de que la “Economía estudia la economía”. Puntualizó, además, que sin el beneficio de un sesudo inventario mal podía equipararse el primer concepto con la ortodoxia de la teoría neoclásica ni el segundo con la economía de los Estados Unidos, como rutinariamente lo venían haciendo los textos de uso común en aquellos años.1 Estas admoniciones, a pesar del tiempo transcurrido, continúan vigentes en los textos y en la enseñanza de la disciplina se utilizan hoy en día en la generalidad de las universidades del país. En este primer capítulo se deja en claro lo que para propósitos de este libro se entiende como una economía con minúscula, mientras que en el capítulo siguiente se hará igual cosa con la Economía con mayúscula.

El argumento se desarrolla en cuatro secciones. En la primera se propone una versión de cómo los grupos humanos han generado sus economías. Para ello se parte del axioma que todo ser viviente debe atender, antes que nada, el imperativo de su supervivencia en términos biológicos y sociales. Se postula, para este efecto, lo que los humanos han hecho desde tiempos inmemoriales: empezar por adaptarse a un hábitat y, valiéndose de su capacidad de generar artefactos tecnológicos y de organizarse socialmente, transformar la materia bruta del universo en cosas útiles para su diario vivir, y para su prevalencia a través del tiempo. En otras palabras, no es difícil reconocer que la descripción de este empeño no es diferente a lo que se conoce en los textos contemporáneos de Economía como el problema económico de todos los tiempos. Este consiste en producir y distribuir los bienes y servicios requeridos por su población para satisfacer sus necesidades a corto, mediano y largo plazo. Se concluye, entonces, que para atender este problema de siempre, los grupos humanos han construido arquitecturas socioculturales y tecnológicas, con sus respectivas funcionalidades, identificadas aquí como sus economías. Se ilustra esta idea con un prototipo simplificado de una economía moderna.

En consonancia con esta manera de concebir el génesis de una economía, la segunda sección enfatiza en comprender que los hechos económicos nunca se dan en un vacío. Se insiste en que estos ocurren siempre dentro de contextos ecológicos y socioculturales, en procesos en los cuales la tecnología y los acontecimientos históricos han jugado papeles preponderantes. En la tercera sección, por ejemplo, se resumen las diferentes modalidades a las que la humanidad ha recurrido a lo largo de la historia para enfrentar el problema económico de siempre, y que se sintetizan como la tradición, el mandato de una autoridad central, el sistema de mercado, las economías mixtas y las estructuras dualistas.

Cuando se trae a estas cinco modalidades a espacios contemporáneos, se evidencia, según señala la cuarta sección, que todas participan en diversas proporciones de presencias y de ausencias, en tal variedad de arquitecturas socioeconómicas que queda totalmente por fuera la noción de que en este planeta puedan existir economías de talla única. Al ser esto así, de inmediato surge la necesidad, no de desechar, pero sí de ampliar la definición tradicional de la disciplina. El capítulo concluye con el enunciado con el que se trabaja en este libro:

La Economía estudia la manera como los grupos humanos se organizan para producir y distribuir los bienes y servicios requeridos para atender las necesidades de su gente, dentro de contextos conformados por sus realidades ecológicas, tecnológicas, sociales e históricas.

Cómo entender la economía del Ecuador 1965-2017

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