Читать книгу La Argentina entre dos guerras, 1916-1938 - George V. Rauch - Страница 10

Desarrollo industrial

Оглавление

Según el Censo 1914, en la Argentina existían 48.779 establecimientos industriales con 410.201 empleados, una inversión de capital de 1.787.662.000 dólares y una producción anual de 1.861.780.00 millones de dólares. Pero el Censo Industrial de 1935 eliminaría más de 4.000 empresas anteriormente clasificadas como establecimientos industriales que en realidad eran empresas comerciales, como talleres de reparación de calzado, estudios fotográficos, peluquerías y tiendas de costura. De los 39.000 establecimientos industriales, la mayoría eran aquellos dedicados a elaborar alimentos, incluidos frigoríficos, ingenios azucareros, molinos de harina, y los que fabricaban muebles y los artículos de cuero.18

Debido a la falta de yacimientos de hierro y depósitos de carbón, la industria metalúrgica se limitaba a un reducido número de talleres de reparación de ferrocarriles y tranvías, y pequeñas fundiciones que empleaban chatarra o lingotes importados. Durante la guerra, una serie de artículos previamente importados fueron fabricados localmente. La Argentina también exportó a los beligerantes grandes cantidades de mantas de lana, cuero, monturas, botas, zapatos, alcohol, queso, mantequilla, caseína y cigarrillos. La fabricación de anilinas a partir del algarrobo comenzó en 1918, y dicho producto fue exportado a Italia. Las bañaderas –otrora importadas de Estados Unidos–, así como los utensilios de cocina y las variedades más baratas de vasos, jarras y lámparas también se produjeron en cantidad. Una firma comenzó a producir bombillas eléctricas mientras que una planta de papel de reciente creación entregaba 20 toneladas de papel prensa por día a un periódico de Buenos Aires. Desde el punto de vista técnico, muchas de estas industrias carecieron de los técnicos especializados y la experiencia necesaria, y en muchos casos de las materias primas. No es de extrañar que, en el período de posguerra, cuando se reanudaran las importaciones, estos productos no lograron competir con productos extranjeros y las plantas que los producían cesaron sus actividades.19

En respuesta a la recesión económica, a finales de 1916 Yrigoyen presentó al Congreso un proyecto de ley sobre la colonización agrícola-ganadera. Era un programa similar a los adoptados por Australia y Nueva Zelanda que incluiría una subdivisión de la tierra, que pasaría a manos de los colonos, y no solo beneficiaría a la agricultura y el ganado, sino también a los productos agrícolas. También preveía una emisión de 250 millones de pesos para consolidar la deuda pública, 16 millones de pesos para desarrollar la industria petrolera y excavar cuarenta nuevos pozos, la emisión de 100 millones de m$n para establecer un banco agrícola y una marina mercante. En lugar de intentar llegar a un consenso, Yrigoyen lanzó un ataque fulminante contra los conservadores, acusándolos de “abandonar al país a su propio destino en períodos de crisis económica”. El diputado radical Horacio B. Oyhanarte continuó, en la misma vena, culpando al ancien regime que había gobernado a través de “treinta años de infamia” y era el único responsable de la crisis económica, y ello provocó un ardiente debate parlamentario. El diputado conservador Gustavo Martínez Zuviría criticó al gobierno radical por carecer de un plan financiero. La Cámara de Diputados aprobó el proyecto a mediados de febrero de 1917 pero, antes de que el Senado pudiera actuar, la administración abandonó el apoyo al préstamo propuesto, alegando que el alto costo del dinero prestado por los bancos lo hacía poco práctico.20

A partir de agosto de 1914 las importaciones se desplomaron y la guerra secó el crédito extranjero e interno. Por lo tanto, el mercado interno se contrajo. El desempleo urbano aumentó del 6,7% en 1913 al 13,7% en 1914 y al 19,4% en 1917. Si bien la guerra llevó enormes beneficios a algunos, también implicó inflación. El costo de vida subió de 92% en 1924 a 157% en 1918. Algunas de las necesidades básicas de cada día, como el queso, el aceite de oliva y el querosén, que se importaban, aumentaron en más de 500%. El precio de ciertos productos básicos nacionales, como la carne, también se incrementó, ya que los compradores de los países aliados ofrecían precios más altos para los suministros muy necesarios, pero los salarios no fueron aumentados y los salarios reales declinaban. Descontentos, los trabajadores exigieron salarios más altos y mejores condiciones de trabajo. Cuando la patronal se negó a negociar, los obreros se declararon en huelga.

Cuadro 1.8. Entradas gubernamentales producto de impuestos aduaneros (en miles de pesos oro)

Año Impuestos importaciones Impuestos exportaciones
1913 199.167 8.270
1914 118.362 6.755
1915 94.895 5.877
1916 104.962 5.379
1917 96.686 5.795
1918 88.455 7.313

Fuente: Ernesto Tornquist, El desarrollo económico de la República Argentina en los últimos cincuenta años, pp. 285-286.

La Argentina entre dos guerras, 1916-1938

Подняться наверх