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Las huelgas ferroviarias

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Yrigoyen ha sido retratado por los fieles del partido radical como “el padre de los pobres” y amigo de la clase obrera. Aparentemente el presidente interpretaba el papel del Estado como el de un mediador que promovería la armonía entre las clases, en lugar de reprimir a los obreros. En la práctica, su apoyo a la clase obrera fue condicional y oportunista. Los sindicatos ferroviarios eran muy susceptibles a las maquinaciones del ala de la UCR controlada por Yrigoyen. Dichos sindicatos se agruparon en grandes talleres de reparación que empleaban a 1.500 y 2.000 trabajadores respectivamente. Estos trabajadores calificados poseían un alto nivel de alfabetización y eran fáciles de movilizar para acciones laborales. Durante las huelgas ferroviarias que ocurrieron a lo largo de 1917, Yrigoyen intentó motivar a los trabajadores a cambiar las lealtades de los sindicatos dominados por socialistas o anarcosindicalistas. Cuando esto fracasó, el caudillo intervino en las huelgas, obligando a las compañías ferroviarias a modificar las reglas de trabajo, aumentar los salarios y restablecer al personal que había sido despedido. Cuando estas tácticas fracasaron y las huelgas continuaron, Yrigoyen provocó un enfrentamiento entre La Fraternidad, un sindicato con inclinaciones socialistas, y la Federación Obrera Ferroviaria (FOF), la más militante y de tendencias anarcosindicalistas, destruyendo así la solidaridad sindical. Yrigoyen logró su objetivo y los sindicatos se dividieron; así, destruyó sin escrúpulos el movimiento.24

La Argentina entre dos guerras, 1916-1938

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