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Notas del capítulo 3

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[1] Esta limitación no se explica por la diferenciación disciplinaria entre ciencias básicas por un lado y ciencias sociales y humanidades por otro, pues estas últimas también pueden ser parte de un sistema de innovación.

[2] Una revisión de literatura acerca de comparables presiones recibidas por países latinoamericanos en la segunda mitad del siglo XX, en Varela Petito (1991).

[3] Sin ignorar el paréntesis que significó el periodo de ocupación estadounidense en la segunda posguerra.

[4] Esta es la interpretación de Johnson (1982), quien quizás exagera el papel del Estado en el desarrollo de Japón en la posguerra (Okimoto 1989; Odagiri 1992); pero es aceptable la hipótesis de la larga duración de algunos mecanismos de planeación económica y social puestos en marcha en el país antes de 1945.

[5] Con distintos mecanismos de control, en ambos países un solo partido —el Partido Revolucionario Institucional (PRI) en México y el Partido Liberal Democrático en Japón— ha mantenido a través de las décadas una firme supremacía no obstante los vaivenes electorales y las transformaciones normativas; lo que reduce las posibilidades de alternancia y el efectivo control del Estado por partidos de oposición que eventualmente acceden al gobierno (Pempel, 1991).

[6] Como resultado, no solo los partidos políticos sino también la burocracia civil de carrera vio su influencia acrecida cuando quedó abolido el mandato militar (Johnson, 1982; Stockwin, 1999).

[7] Un hecho poco halagador pero de mención inevitable es que el factor militar que llevó a Japón a rivalizar con las grandes potencias fue de gran impulso (Hall et al., 1989).

[8] Si incluimos sucintamente el tema es por la importancia que al mismo se ha dado en el estudio de las economías asiáticas. Es de recordar la gravitación atribuida en épocas de euforia a los valores confucianos (Dore, 1987) o al bushido (la vía del samurai) en la explicación del éxito de algunas de estas naciones empezando por Japón, enfoque ahora debilitado por el estallido de la economía de “burbuja”. El extenso debate acerca de la obra de Max Weber, “La ética protestante y el espíritu capitalista” debería servir de alerta contra interpretaciones culturales de dudoso soporte empírico (Varela Petito, 2004). Tratándose de occidente, el mismo Weber señaló que una vez despegado, el sistema económico moderno tendía a desligarse de la religión (y de otros factores culturales, se podría agregar). En Japón Nakane (1970) logró mucha resonancia con su uso de la antropología para relacionar el concepto japonés de familia extendida con el funcionamiento fluido de las relaciones intra e interempresas. Véanse también Bellah (1957) y Morishima (1982); Glazer (1976) es más cauteloso y para Woronoff (1996) valores aparte, Japón sencillamente usa los mecanismos del capitalismo competitivo. En la filosofía y la antropología contemporáneas mexicanas existe una corriente de inspiración fenomenológica acerca de “lo mexicano”, pero afortunadamente no se ha pretendido sacar de ello conclusiones dogmáticas para el ámbito económico. Un estudio empírico acerca de los valores en México, limitado al ámbito educativo, se encuentra en Muñoz García (1996).

[9] Según Elkins y Simeon (1979), cultura, y más específicamente, cultura política, proveen a los actores no exactamente con un conjunto de instrucciones de conducta, sino más bien con criterios de elección entre conjuntos de opciones determinados por variables estructurales.

[10] Estos son: muestreos de innovación, interacciones dentro de “clusters” y flujos internacionales de conocimiento (OCDE, 1997). Se reconocen cuatro tipos de flujos de conocimiento: actividades industriales conjuntas, interacciones público-privadas, difusión de tecnología y movilidad de personal.

[11] El estudio del sistema de innovación mexicano indica que académicos individualmente considerados pueden ser un factor autónomo de vinculación entre instituciones de educación superior y empresas (Casas y Luna, 1999).

[12] Datos con base en Conacyt (1997). Parte de esta investigación, realizada con apoyo de la Fundación Japón, fue publicada en Varela Petito (2002).

[13] El coeficiente de inventiva resulta de la relación de solicitudes de patentes nacionales por cada 10 000 habitantes.

[14] El coeficiente de dependencia resulta de las solicitudes de patentes hechas por extranjeros en relación con solicitudes de patentes hechas por nacionales; en cambio la tasa de difusión de las innovaciones se mide por la relación entre solicitudes externas y solicitudes nacionales de uso de las mismas.

[15] Declaración del exsecretario de Hacienda Guillermo Ortiz Martínez (La Jornada, México, D.F., 21/X/2013, p. 24).

[16] Estos son siete sectores de acuerdo a la clasificación de la OCDE: aeronáutica, computadoras y máquinas de oficina, electrónica, farmacéuticos, instrumentos científicos, maquinaria eléctrica, químicos, maquinaria no eléctrica, armamento.

[17] Compárese con Turquía 0.36, Brasil 0.14, EE.UU. 7.80, Corea del Sur 26.97 y Japón 22.65. Destacan en esta y otras cifras susiguientes los países asiáticos. (Datos del presente párrafo en Conacyt, 2011: 75).

[18] Datos de este párrafo en Conacyt (2011: 62 y 64).

[19] El mayor grupo de patentes concedidas fue para artículos de uso y consumo: N=4592 equivalente a 40% del total. (Este y demás datos del párrafo en Conacyt, 2011: 72, 74 y 76.)

[20] La tasa de cobertura es igual a ingresos sobre egresos por estas transacciones.

[21] Datos de este párrafo en Conacyt (2011: 78 y 79).

[22] Datos en Conacyt (2011: 80). Sobre el sector aeroespacial mexicano, Casalet (2013).

[23] Datos en Conacyt (2011: 81).

[24] La fuente de la OCDE (citada más abajo) solo cubre hasta 2009 en lo que concierne a este rubro. Conacyt reconoce un gasto en I&D (o GIDE) de 0.46% del PIB en 2011, pero lo aumenta a 0.77% al sumarle la inversión en educación y servicios atinentes al sector (Conacyt, 2011: 16).

[25] No hay datos de México posteriores a 2007 en la fuente OCDE. Conacyt da una cifra de 0.88 investigadores por cada mil de la población económicamente activa en 2007 y 1.00 en 2011 (Conacyt, 2011: 48).

[26] La información de la OCDE en este párrafo proviene de OCDE (2013: 152, 153 y 179).

[27] Cuyas cifras se calculan según la metodología de “patentes de familias triádicas” de la OCDE (2013: 182).

[28] Datos de este párrafo en OCDE (2013: 182 y 183).

[29] Información de este párrafo en OCDE (2013: 186 y 187).

[30] Citas y otras informaciones de este párrafo en OCDE (2013: 188-191).

[31] Datos de este párrafo en OCDE (2013: 192 y 193).

[32] Pero véanse también Pallán Figueroa y Avila García (1997), Casas y Luna (1999) y Cimoli (2000). Sobre cambios más abarcadores en el sistema de educación superior en este periodo, Kent (1999).

[33] Se da el hecho de que una sola de éstas —la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM— concentre hasta hoy el mayor aparato de investigación científica del país (Alcántara Santuario, 2005).

[34] Declaración del subsecretario de Educación Superior. Contrasta con la visión más optimista del secretario de Economía en la misma fecha, para quien la colaboración universidad-industria apoyada por el gobierno federal ha permitido mejorar a México en competitividad global (La Jornada, México, D.F., 14/I/2012, p. 24).

[35] Si bien el Estado, desde la década de 1990, propicia una mayor vinculación entre IES e industrias (Varela Petito, 2002).

[36] Los tipos de vinculación más frecuentes son las visitas a empresas, las estancias de estudiantes en las empresas a efectos de completar su formación profesional, las prácticas profesionales en empresas por el mismo motivo, y la elaboración de tesis sobre problemas presentados por las empresas. Los servicios más directamente relacionados con el desarrollo tecnológico efectivo comprenden asesorías, consultorías, asistencia técnica, información y documentación, investigación conjunta y desarrollos tecnológicos conjuntos.

[37] Tampoco es precisa la información acerca de la formación de recursos humanos en ciencia y tecnología (Villavicencio Carbajal, Martínez Martínez y López De Alba, 2011).

[38] Esta reflexión se basa en parte en una visita realizada en 1999 a un complejo industrial de pequeñas y medianas empresas sito en Tokio. Agradecemos al señor Yasushi Tanaka la asesoría brindada en la ocasión. Para más referencia: Ota City Industrial Promotion Organization (1998). Sobre la diferencia entre ingeniería y bricolage, Lévi-Strauss (1964).

[39] En la actualidad, el sistema de educación superior mexicano integra alrededor de 31% del grupo típico de edad y aspira a seguir creciendo. Pero la fuente oficial de esta información en el pasado reciente ha sido sometida a escrutinio, arrojando un número sensiblemente menor (Gil Antón et al., 2007). Además, el aumento de matrícula sostenido por un programa de becas no evita hasta el momento el abandono de estudios: solo 25% de los estudiantes universitarios se gradúa (La Jornada, México, D.F., 7/X/2013, p. 41). En cuanto al subsector privado de educación superior, ha sufrido un crecimiento acelerado sin controles sistemáticos de calidad (aunque sí los ha tenido un grupo de IES privadas en particular); actualmente, la Secretaría de Educación Pública (SEP) ha declarado su voluntad de llevar a cabo tales controles.

[40] Críticas que a veces provienen de competidores frustrados. Pero también en EE.UU., sosegada la euforia liberal de los años ochenta, se empezó a reveer la necesidad de que el Estado implementara políticas de fomento (Etzkowitz, 1993).

[41] Como sucede, por lo demás, en otros paises latinoamericanos.

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