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ESPAÑA EN DEMOCRACIA: LA VISIÓN DESDE ALEMANIA

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WALTHER L. BERNECKER

Catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad Erlangen-Nürnberg, Alemania

La transición de la dictadura franquista al sistema democrático instituido en la Constitución de 1978 fue un proceso plural en el que confluyeron iniciativas, propósitos y agentes de muy distinto signo y orientación. Analizada generalmente dentro de un ámbito nacional como escenario único, la Transición también tuvo una proyección exterior de primer orden, no solo por su repercusión en lo que Samuel Huntington denominó «tercera ola democratizadora», sino fundamentalmente por la trascendencia que las cancillerías de otros países percibieron que tendría en la recomposición geopolítica de una Europa sacudida en aquellos años por la grave crisis del petróleo y en busca de una ampliación hacia el sur, todo ello insertado en un clima de Guerra Fría.

En este escenario, las transiciones ibéricas no podían dejar de concertar el interés, cuando no la inquietud, de los grandes países europeos, también y ante todo de Alemania, que estaba comenzando a erigirse en uno de los líderes comunitarios. Dado que estuvieron muy mediatizados los instrumentos de cooperación institucionales hasta la plena democratización, fueron los partidos y las fundaciones políticas los primeros encargados de apoyar el proceso, aconsejar orientaciones y respaldar movimientos y personalidades afines. El interés de todos los partidos alemanes en la Transición española era el mismo: consolidar el proceso democratizador e impedir que se basculara de un extremo ideológico al otro, como la Revolución de los Claveles portuguesa parecía estar haciendo.

A la muerte de Franco (1975), la República Federal de Alemania ayudó a España de forma intensa a salir del régimen dictatorial en el que estaba inmersa desde hacía cuarenta años, siendo su objetivo esencial que el país pudiera convertirse en una democracia capaz de integrarse en los dos principales organismos internacionales del bloque occidental: la Alianza Atlántica y la Comunidades Europeas. Pretendía con ello el fortalecimiento de la línea de actuación que desde su creación había mantenido en política exterior —«más Europa»—, a la vez que por su propio interés buscaba conservar el equilibrio de fuerzas entre el Este y el Oeste, impidiendo que el comunismo pudiera avanzar por el sur de Europa a través de países políticamente inestables aprovechando el final de sus dictaduras. En la consecución de estos propósitos, el Gobierno federal, en la fase decisiva de la Transición española, estaba compuesto por socialdemócratas y liberales; estos, al igual que los demócratas cristianos, se implicaron de forma directa, pero también indirectamente, a través de sus partidos y fundaciones, en la construcción de un sistema democrático.

Balance y perspectivas de la Constitución española de 1978

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