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El instante de atención

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Para abordar algo de esta modalidad, tomamos este sintagma de Laurent que define la búsqueda, el horizonte, de ese trabajo de colaboración con el sujeto llamado autista, el de a través del everything goes alcanzar un instante de su atención.

Es el caso de Benja. Un chico que en el 2015 tiene 13 años y vive en una Residencia a cargo del Estado. Allí sus intereses son respetados; sin embargo, el funcionamiento mismo de esa institución no puede ofrecerle un espacio ad-hoc al trabajo que realiza ya no para sostenerse en el mundo, sino para hacerlo más vivible. De allí que su tutora nos demande su inclusión en En(llaç), (8) un taller de jóvenes más bien hiperconectados a las plataformas de videojuegos que ha devenido un espacio de encuentro.

Es cierto que Benja utiliza de manera intensiva los ordenadores. Pero no se trata del estilo más o menos compartido por esos chicos. Él está interesado en encontrar imágenes e imprimirlas. Y necesita de la presencia continua de alguien side-by-side para sostener ese trabajo. A veces esos “alguien” son abrochados a una función específica que les hace insustituibles, y por lo tanto a él absolutamente dependiente de sus presencias. Este uso le ha llevado a “escaparse” –según refieren– de la Residencia, para ir a la búsqueda de la función en la localización de la persona –ya que se aprende de memoria las direcciones en dónde viven–. Ese frenesí le lleva continuamente a episodios muy graves en los que rompe objetos, acabando a veces él mismo fragmentado, contenido físicamente, en urgencias, hospitalizado.

En el primer encuentro que tuvieron en su residencia, dos intervinientes de TEAdir con su tutora y el mismo Benja, este se mueve sin parar alrededor de la conversación, aletea, salta, se muestra nervioso. En la conversación, uno de los intervinientes, apuntando a conseguir algún signo de consentimiento del sujeto, pregunta a la tutora: “¿Qué querría Benja encontrar en TEAdir?”, a lo que Benja responde al pasar: “Una escuela sin niños”.

Esta fórmula fue tomada casi a la letra, al mismo tiempo que fue descompletada. No se le ofreció un dispositivo individual, pero sí, creamos un taller que comenzó con él y otro chico muy silencioso, ya que habíamos constatado que el acompañamiento que requería Benja en ese momento, no se le podría dar en el taller ya existente. Se habilitó un nuevo horario y la posibilidad de conservar una cierta fijeza en el setting que él fue proponiendo, introduciendo contra la inercia que él planteaba una cierta alternancia de partenaires. Habíamos despejado a partir de los primeros encuentros que Benja ponía en acto, podemos decir así, un abrochamiento entre función y persona.

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