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c) Escenas típicas

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Las fórmulas no son la única clase de repetición sistemática que hay en la Ilíada. Hay temas fijos que se repiten con regularidad y que se denominan escenas típicas (cf. en general, W. Arend, Die typischen Scenen bei Homer, Berlín, 1933, y la reseña de M. Parry, CPh 31, 1936, 357-360, recogida en The making of the Homeric verse, ed. A. Parry, Oxford, 1971, 404-7). Entre las escenas típicas más frecuentes en la Ilíada, están las de batalla (cf. B. Fenik, Typical battle scenes in the Iliad, Wiesbaden, 1968), que ocupan la mayor parte de los cantos V, VIII, XI-XIII, XV-XVII, XX y XXI, y en las que habría que distinguir, a su vez, subtipos numerosos, y las de duelos singulares (en los cantos III, VII y XXII, acerca de las cuales, cf. G. S. Kirk, «The formal duels in Books 3 and 7 of the Iliad», en Homer. Tradition and invention, ed. B. Fenik, Leiden, 1978, 18-40); las de llegada (II 167 ss.; X 150 ss.; XI 769 ss.; XVIII 616 ss.; I 359 ss.; XVIII 65 ss.; XXIV 121 ss.), que a veces aparecen en secuencias encadenadas (cf. IV 251 ss., 273 ss., 292 ss., 326 ss., 364 ss; X 73 ss., 136 ss., 150 ss.; VI 116 ss., 313 ss., 369 ss.); las de visita, que se pueden considerar como un subtipo del anterior (XI 644 ss., 769 ss.; IX 182 ss.; XVIII 146 ss.; XXIV 322 ss., 448 ss.); las de embajada, transmitida por un mensajero humano (VII 372− ss.; IV 192 ss.; I 320 ss.; XVII 384 ss.; XVIII 16 ss.) o divino (XI 185 ss.; II 156 ss.; XV 54 ss., 145 ss.; 220 ss., 157 ss.; XXIV 74 ss., 143 ss., 333 ss.; IV 69 ss.; XIV 354 ss.; VIII 398 ss.; XVI 666 ss.; XIX 341 ss.); o las de sueño, que son una variedad de los tipos anteriores en la medida en que se trata de la llegada o visita de un dios a un héroe dormido (II 7 ss.; XXIV 682 ss.; XXIII 65 ss.). Otros grupos de escenas típicas son las de ofrenda de un banquete (II 402 ss.; I 447 ss.; VII 314 ss.; XXIV 621 ss.) o de una libación (IX 171 ss.; 656; etc.); las de llegada a un puerto (I 430 ss.; 484 ss.; etc.); o las de viaje por tierra en carro (III 259 ss.; V 364 ss.; VIII 41 ss.; XIII 23 ss.; V 720 ss.; VIII 382 ss.; XXIV 189 ss.; etc.); las que describen el momento en que un héroe se arma para el combate (III 328 ss.; XI 16 ss.; XVI 130 ss.; XIX 364 ss.; cf. V 733 ss.; VIII 384 ss.; X 333 ss., acerca de las cuales, cf. J. I. Armstrong, «The arming motiv in the Iliad», AJPh 79, 1958, 337-354) o se viste (X 21 ss., 131 ss.; II 42 ss.); las que describen el sueño, y especialmente en combinación con los preparativos para el lecho de un huésped (IX 617 ss.; XXIV 635 ss.); la reunión de la asamblea (II 50 ss., 211 ss.; VIII 489 ss.; IX 9 ss.; XX 4 ss.; cf. I 54 ss.; XIX 40 ss.; XXIII 258 ss.); el juramento (XIV 271 ss.; XIX 108 ss.; cf. X 321 ss.); los discursos (cf. D. Lohmann, Die Komposition der Reden in der Ilias, Berlín, 1970) y monólogos (XI 401 ss.; XXI 553; XXII 99 ss.; XVII 91 ss., acerca de los cuales, cf. B. Fenik, «Stylization and variety: four monologues in the Iliad», en Homer. Tradition and invention, ed. B. Fenik, Leiden 1978, 68-90), etc.

Igual que sucede en el plano de las fórmulas, es posible reconstruir el modelo teórico que subyace a cada tipo de escena típica, del que son manifestaciones los diversos ejemplos concretos. Cada ilustración concreta de una escena típica presenta variaciones con relación al modelo, y son estas variaciones las que adaptan el material tradicional al pasaje concreto y a la finalidad estilística que éste persigue. Una comparación sistemática de los ejemplos de una misma escena típica permite valorar la finalidad concreta que cada pasaje persigue. Por esa razón (y dado que es imposible en el margen de un breve prólogo un comentario más detenido), hemos indicado en el párrafo precedente los ejemplos más representativos de la Ilíada. Cada ejemplo concreto de una escena típica presenta con respecto al modelo teórico, como sucedía con las fórmulas, un grado de flexibilidad variable. Mientras algunas aparecen altamente formalizadas, otras comprenden expansiones, reducciones, inversiones y otras clases de alteraciones. Un ejemplo bien conocido es el tema tradicional del héroe armándose para el combate, del que hay cuatro ejemplos claros en la Ilíada: Paris (III 330 ss.), Agamenón (XI 17-44), Patroclo (XVI 131-144) y Aquiles (XIX 369-391); aparte de la extensión distinta, el contenido de cada uno introduce profundas variaciones. Además, las escenas típicas suelen estar agrupadas en secuencias que también se repiten. Es de suponer que tanto las escenas típicas como las secuencias de las mismas han podido adquirir en el curso de la tradición épica un significado específico.

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