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INTRODUCCIÓN

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La Ilíada es el poema épico más antiguo de la literatura europea. Fue compuesto poco antes del 700 a. C., probablemente en la costa occidental de Anatolia o en una de las islas adyacentes, por un poeta llamado Homero (el autor seguramente también de la Odisea), del que ni los propios griegos de la Antigüedad conocían nada con seguridad. La Ilíada es un poema que pertenece a una larga tradición. Los poetas, llamados aedos, componían de memoria y sin ayuda de la escritura. Sus poemas estaban destinados a ser cantados con acompañamiento de un instrumento de cuerda. Se ignora cuándo la Ilíada, destinada también a ser difundida de manera oral quizá en las fiestas colectivas, fue puesta por escrito; pero, en todo caso, antes del 520 a. C. existía en Atenas un texto normalizado, que era el usado en los certámenes consistentes en la recitación de la epopeya. El texto que está en la base del que reproducen nuestros manuscritos conservados de época bizantina procede de los filólogos alejandrinos de época helenística, de Aristarco de Samotracia, en particular. Ignoramos con precisión el texto que Aristarco en la primera mitad del siglo II a. C. preparó y difundió, aunque debió de conceder una especial importancia a algún ejemplar ático.

La Ilíada está compuesta en una forma lingüística del griego antiguo que nunca existió en la realidad. Aparecen indisolublemente mezcladas formas muy arcaicas y otras más recientes, formas de distintos dialectos (básicamente el dialecto es el jónico, pero hay formas que coinciden con los dialectos eolios o con el dialecto micénico y arcadio-chipriota y grafías propias del ático), y formas que no han existido nunca en ningún dialecto griego y que son propias de la lengua artística. El poema está compuesto en versos llamados hexámetros dactílicos. Su ritmo se basa en la repetición de una unidad constituida por una sílaba larga y dos breves (u otra larga) seis veces. Cada verso está separado del siguiente por una pausa. Hay posiciones del verso donde se busca el fin de palabra, y otras en las que se evita.

La Ilíada (como también la Odisea) está dividida en veinticuatro cantos y tiene una extensión de 15.690 versos. La división en cantos fue realizada en época helenística. Cada canto fue nombrado con una letra del alfabeto griego, pero es citado con un título que da idea del tema.

La Ilíada narra un breve episodio del décimo y último año de la guerra de Troya. Se dan por conocidos el tema general del poema y los héroes y dioses que intervienen, sin que haya ninguna explicación o presentación previa del tema ni de los personajes. Agamenón, el caudillo de la expedición de los aqueos (llamados también argivos o dánaos, pero nunca griegos), arrebata a Aquiles, jefe de los mirmídones, su parte en el botín para compensar la pérdida del lote que le había correspondido, la esclava Criseida, hija del sacerdote de Apolo, que a instancias de Crises ha enviado una peste contra los griegos para exigir su devolución. Aquiles, lleno de cólera por tal deshonra, decide retirarse del combate. Zeus, a instancias de Tetis, la madre de Aquiles, ha resuelto causar la perdición de los aqueos, pero antes, éstos, con Aquiles ya lejos de la batalla, obtienen resonantes victorias durante todo un día de lucha. En los dos días siguientes, los troyanos acampan cerca del campamento de los aqueos, logran herir a la mayoría de los caudillos, penetrar en el muro defensivo y llevar el combate hasta las propias naves. Patroclo pide a Aquiles sus armas para ayudar a sus compañeros. Sale a la lucha y muere. Aquiles decide regresar a la batalla para vengar a su amigo Patroclo y, tras reconciliarse con Agamenón, comienza sus proezas guerreras. Al cabo de ellas, mata a Héctor, caudillo troyano. Aquiles celebra el funeral de su amigo Patroclo, a la vez que ultraja el cadáver del vencido Héctor. Finalmente, Príamo llega a ocultas a la tienda de Aquiles, logra el rescate de Héctor y regresa a Troya, donde se celebran las exequias por su muerte.

La muerte de Aquiles y el final de la guerra de Troya no son na-rrados en la Ilíada, aunque existe la certeza de que ambas cosas sucederán de una manera inmediata. Tampoco se relatan las causas de la guerra desde el juicio de Paris, ni la conquista de la ciudad. Un rasgo muy notable de la Ilíada es que, a pesar de su extensión, la acción se concentra sólo en unos pocos días de combate, sin mención de la totalidad de la guerra. El tema concreto es la cólera de Aquiles, pero en la narración de cuatro días completos de combate se incorporan escenas que parecen corresponder al comienzo de la guerra y queda simbolizada la totalidad de la misma.

La sociedad que aparece representada en la Ilíada, en la medida en que la podemos conocer por las noticias fragmentarias y ocasionales que jalonan el relato, es sumamente primitiva y está poco diferenciada: los dioses, que patrocinan todas las actividades humanas y rigen los fenómenos de la naturaleza, intervienen de modo permanente en las acciones de los héroes. Estos dioses son antropomórficos, personales y están organizados conforme al mismo esquema familiar de los hombres. Son inmortales, no envejecen, no tienen interés en los seres humanos y viven una existencia feliz. A veces, entre los hombres existe una diferencia nítida entre los héroes, aristócratas de nacimiento que poseen excepcionales cualidades naturales y están particularmente sujetos a los caprichos divinos, y las «huestes» innominadas, cuyos hechos casi nunca ofrecen el interés de ser siquiera mencionados. Las actividades económicas están muy poco diferenciadas; en el contexto bélico predominante de la Ilíada, la agricultura y ganadería, el comercio y la artesanía casi sólo son mencionadas en los símiles. La organización social se basa en la monarquía de origen divino; existen además un consejo y una asamblea general dominados por la minoría aristocrática. El derecho es puramente consuetudinario. Es difícil saber en qué medida la sociedad homérica es histórica y, si lo es, de qué época, y en qué medida es el producto de la imaginación poética.

El mito de la guerra de Troya posee un núcleo histórico que se sitúa cerca del 1200 a. C., en la Edad del Bronce y en plena época del dominio y la riqueza de Micenas y de los documentos griegos más antiguos que se han conservado, las tablillas de arcilla con signos que constituyen un silabario mediante el que se registran bienes del palacio. De este trasfondo histórico existen algunas reminiscencias en la Ilíada, lo mismo que de las épocas sucesivas hasta la fecha de la composición final.

La influencia de la Ilíada no sólo en la literatura griega posterior y en la literatura europea, sino también en la propia cultura europea, es difícil de exagerar.

Ilíada

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