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a) La épica en Homero

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Cuando los embajadores griegos llegan a la tienda de Aquiles para intentar que renuncie a su cólera y regrese al combate (Ilíada IX 185 ss.), lo hallan cantando al son de la fórminge gestas de héroes, para recrear su ánimo. No es aventurado suponer que la Ilíada es también el relato cantado de una de estas gestas, a las que el poeta atribuye un contenido histórico, que conoce por haberlo presenciado en persona (cf. Odisea VIII 488 ss.) o por haber recibido la inspiración de un dios, casi siempre de la Musa (cf. Ilíada II 484 ss.; Odisea XII 189 ss.), y que mediante el ornato de la narración pretende entre otras cosas el deleite (cf. C. W. MacLeod, Homer. Iliad. Book XXIV, Cambridge, 1982, «Introduction»).

En el entorno bélico de la Ilíada existen pocas ocasiones, aparte de la citada, para este género de entretenimientos; hay que recurrir a las escenas palaciegas de la Odisea para encontrar noticias más numerosas e incluso algún poema breve, cantado en este caso por cantores o aedos profesionales al servicio de la comunidad, Demódoco en la corte de los feacios (Odisea VIII) y Femio en la corte de Ítaca (Odisea I 325 ss.). Estos aedos poseen la capacidad de improvisar poemas gracias a la inspiración divina (cf. Odisea VIII 74), que les ha enseñado el contenido (cf. Ilíada II 485 ss.), y los difunden mediante el canto ante un auditorio cortesano y aristocrático. El fondo de leyendas del que el aedo elige el tema de su canto es muy amplio y en cada ocasión escoge la narración de un episodio particular y concreto (cf. Odisea VIII 500). El propio prólogo de la Odisea (I 10) solicita a la Musa que comience el canto relativo a Ulises «en cualquier parte» del conjunto de las leyendas referidas a este héroe. Esta capacidad de improvisación permite que a veces sea un miembro del auditorio (Odisea VIII 490 ss.) quien proponga al aedo el relato de un episodio concreto de su repertorio. Otras veces el propio aedo elige un episodio «cuya fama entonces llegaba al vasto cielo» (Odisea VIII 74).

Los aedos de la Odisea son capaces de improvisar un poema, que cantan acompañados por un instrumento de cuerda, no porque repitan de memoria un texto previamente aprendido, como los rapsodos de época posterior, un representante de los cuales es Ión de Éfeso, el interlocutor de Sócrates en el diálogo de Platón titulado Ión, sino porque dominan ciertas técnicas tradicionales para componer poemas sin ayuda de la escritura. En realidad, el cuadro que presenta la Odisea sobre los aedos, aunque cuadra mejor con la hipótesis de una tradición de composición oral que con la idea de la repetición de un poema escrito y aprendido de memoria, ya que en Homero la escritura sólo se menciona una vez (Ilíada VI 168) y con tintes aparentemente oscuros y siniestros, no da datos que lo prueben de manera fehaciente. Son los resultados proporcionados por la literatura comparada y ciertos rasgos de los poemas homéricos, a los que luego nos referiremos, los que permiten rechazar la tesis de un texto prefijado y repetido de memoria. En la ejecución los aedos de la Odisea utilizan el mismo instrumento que Aquiles en la Ilíada.

Ilíada

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