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Paul A. Samuelson, hace un buen resumen sobre la figura de Hicks11 cuando señala: «Hicks fue uno de los últimos de una especie casi extinguida de académicos: un generalista que se dedicó a la Microeconomía y a la Macroeconomía, a la Economía Matemática y a la Economía General, a la teoría pura y a las aplicaciones de política económica. No formó parte de ninguna escuela o corriente económica. John Hicks sólo formó parte de su propia escuela». Señala Samuelson también que tenía un temperamento ambicioso que le llevó a considerarse un rival a la altura de Keynes en la tarea de crear un nuevo paradigma de equilibrio con desempleo.

El propio Hicks, en su discurso del Premio Nobel,12 resume muy bien estos aspectos: «Durante estos últimos años he realizado contribuciones a varias ramas de la teoría económica. He escrito sobre el dinero y sobre el comercio internacional, así como sobre el crecimiento y sus fluctuaciones. También he realizado algunos pequeños trabajos de economía aplicada, especialmente relacionados con los problemas de los países en desarrollo, varios de los cuales he visitado en compañía de mi mujer, una buena parte de cuyo trabajo se ha centrado en este campo».

Como señala el profesor Vegara en su estudio introductorio, Hicks fue, sobre todo, un influyente académico, tanto en el campo de la microeconomía como en el de la macroeconomía –un hecho poco habitual, como en el caso de Tobin– pero, a diferencia de Keynes y de Hayek, por ejemplo, realizó sus aportaciones alejado del día a día de los debates de la política económica de su tiempo (podría considerarse el prototipo del académico universitario aislado en su «torre de marfil»). El propio Hicks explica en su discurso de aceptación del Premio Nobel la causa de su reticencia a entrar en el debate de política económica:13 «He sido reticente a pronunciarme sobre los grandes temas referidos a la aplicación práctica de la economía, puesto que estoy convencido de que uno no debe pronunciarse salvo que conozca los datos y mantenerse al corriente de los datos cambiantes, tanto a escala mundial, como incluso nacional, es más de lo que alguien, cuyo interés principal está en los principios, puede abarcar. Una mera familiaridad con unas estadísticas que hayan sido preparadas e interpretadas por otros no es suficiente».