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ROPA

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El frío intenso y el fuerte viento pueden congelar en cuestión de minutos las partes del cuerpo no protegidas. Protege todo tu cuerpo, las manos y los pies. Ponte una capucha –ésta debe tener un cordel del que poder tirar para cubrir parcialmente la cara–. El ajuste de las pieles impedirá que la humedad de la respiración se congele y dañe la piel.

Las prendas exteriores deben ser resistentes al viento, con un tejido lo bastante cerrado como para impedir que la nieve se compacte, pero lo bastante poroso como para permitir escapar el vapor de agua; NO deben ser impermeables porque podrían crear condensación en el interior. Las capas interiores de ropa deben atrapar el aire para retener el calor. Las pieles son una ropa exterior ideal.

Las aberturas permiten que el calor se escape, ya que el movimiento puede hacer que salga aire por ellas. Si la ropa que llevamos no tiene cuerdas para ajustarla al cuerpo, ata algo alrededor de las mangas por encima de los puños, y mete los pantalones dentro de los calcetines o de las botas.

Si empiezas a sudar, afloja alguna prenda (cuello, puños). Y si todavía tienes demasiado calor, quítate una capa de ropa. Esto se debe hacer mientras realizamos algún esfuerzo físico como construir un refugio o cortar leña.

Solamente si se ha producido un accidente de avión o un aterrizaje forzoso, puede ocurrir que se quede alguien en alguna región polar sin estar equipado. Intenta improvisar ropa adecuada antes de abandonar el avión. Ponte ropa de lana –no absorbe agua y es cálida incluso cuando está húmeda–. Los espacios existentes entre los puntos atrapan el calor corporal. Para la ropa interior es lo mejor.

El algodón actúa como una mecha, absorbiendo la humedad. Cuando está húmedo puede perder calor 240 veces más rápido que cuando está seco.

El manual de supervivencia del SAS (Color)

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