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DELMIRA AGUSTINI LA FRÁGIL, LA FEROZ
ОглавлениеLa «Nena», como la llamaban en la casa a esta mujer de veintisiete años, se despierta de un largo sueño una tarde fresca y lluviosa de junio en medio de una escena pavorosa: su propio asesinato a manos de un amante que –en una trama de personalidades desdobladas– es el mismo hombre con el que estuvo casada meses atrás. Nacida en Montevideo en 1886, Delmira Agustini fue, así, para siempre una veinteañera.
Quizá, el hecho horrendo había sido anunciado en las líneas de la mano de su poesía y ella, alertada desde niña, debió urdir un sueño, construir una malla cerrada para impedir aquel desenlace. Ese erotismo vehemente nunca igualado en nuestra lengua, esa efusividad teñida por un sentimiento de muerte, de amantes que se consumen uno en el otro, dice una y otra vez: «Y estrecharé tu sombra hasta apagar mi cuerpo». Para escapar de esa sombra que le pisaba los pasos, Delmira se desmarca constantemente. La única certeza es que toda ella configura un enigma. Sobre la cuerda tensada de las especulaciones, se desliza en puntas de pie una jovencita robusta de bucles y ojos que cambian de color según el biógrafo que los mire, pero que delatan siempre un fondo de turbulencia.
El final del personaje confirma una historia de reveses. Esa misma palabra, revés, sirve para designar el espacio real; porque en el reverso de esa «Nena» existe una «hembra espléndida» –en palabras de su compatriota, la poeta Idea Vilariño– y en el dorso de la joven contenida hay una mujer exaltada; en el envés de su precocidad está escrito el final.