Читать книгу Catacumba - Jorge Rivas Tride - Страница 18

Sábado 22 de Abril de 1820 Una noche me embargó la inquietud. Me levanté a orinar y, al regresar, noté que algo bajo mi cama brillaba entre la oscuridad. Al principio mi sangre se heló, pensé que al abrirse la puerta uno de esos animales que dibujamos se pudo haber camuflado y sus ojos brillaban en la oscuridad como Matilde me había explicado.

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―Puede ser un perro, un gato o un ratón. Porque un caballo, una vaca o un burro no caben ahí ―murmuré.

Cogí una pequeña piedra y la arrojé hacia el inquietante fulgor, no obstante, la piedra siguió su dirección y se perdió entre la oscuridad mientras que el destello se mantuvo quieto. Como no pareció haber rebotado, lo más lógico era que se tratara de un objeto inerte. Paso a paso y sin apartar la vista del lugar, me acerqué hasta terminar de rodillas, mi mano tiritaba con frenesí y mi acelerado corazón no hacía más que señalar mi miedo. De repente, lo atrapé con cierto atolondramiento y lo sostuve en mi puño.

Era una de las cadenas con medallón pesado y abultado que de seguro quedó bajo la cama el día del cumpleaños de Ana sin que lo viéramos. De inmediato me dije que si estaba en mis manos era por algo, no la iba a devolver, iría al escondite secreto junto a la varilla, estaba seguro de que alguna vez tendría la oportunidad de verla con calma gracias a la luz.

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