Читать книгу Catacumba - Jorge Rivas Tride - Страница 19

Martes 25 de Abril de 1820 ―Sé qué es lo que buscabas ―dijo Matilde.

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―Tía, yo no quer… ―balbuceaba al pensar que ellas sabían acerca del medallón perdido, temía que las clases se detuvieran y me arrepentí en lo más profundo de haber manifestado tanto interés por conocer el sol.

―Y está aquí dentro. ―Extrajo un libro más grande que el de Clotilde, de tapas color café y cuyo canto tenía letras y diseños dorados y rojos―. Esto, Matías, es un libro.

―Qué lindo, son como papeles ordenaditos y tienen papel grueso para cuidarlos ―murmuré.

―Esa es la tapa de un libro ―corrigió.

Matilde se sentó en la cama y me posicionó en su regazo con un brazo mientras que con el otro sostenía el libro para comenzar a leer, la luz parpadeaba sobre la mesita ubicada próxima a la cama.

Al inicio, Matilde leía de manera pausada mientras me decía que siguiera con la vista, poco a poco pude llevar mejor el ritmo de la lectura, hasta que de repente me anunciaba:

―Tu turno ―continuaba yo hasta que avanzaba media página―. Mi turno ―decía y ella leía dos hojas.

Así fui avanzando hasta haber leído diez páginas.

Matilde fue en busca de una manta y me envolvió con ella para seguir leyendo y, mientras lo hacía, me fijé en aquel collar con pequeñas esferas de madera que solía usar. Pedí que se detuviera por un momento porque siempre quise saber cuántas eran. Al comenzar el conteo, ella prestó atención para asegurarse de mi evolución, la cual fue evidente al contar el seis y el siete sin detenerme como antes, así llegué a la última.

―Doce, son doce pelotitas ―dije con entusiasmo.

Catacumba

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