Читать книгу Lecciones de economía española - José Colino Sueiras - Страница 41
2.2. Base física y biodiversidad
ОглавлениеLa segunda consideración del territorio remite a una base física que presenta notables singularidades, resulta poco favorable en su conjunto y ha planteado algunos obstáculos al crecimiento económico. A este respecto, cabe citar algunos condicionantes que se derivan del relieve, del clima y del suelo, así como de la biodiversidad.
La compleja orografía y el accidentado relieve español imponen restricciones al desarrollo de la actividad económica, entre otros aspectos, al dificultar o encarecer las comunicaciones y reducir las posibilidades de cultivo. La gran meseta central y un territorio cruzado de norte a sur y de este a oeste por las barreras naturales que levantan las cordilleras, establecen importantes diferencias orográficas entre España y buena parte del espacio central europeo, y contribuyen a una acusada fragmentación del territorio nacional. Además, las considerables diferencias climáticas existentes producen acusados contrastes entre las diversas zonas de la geografía nacional, con niveles de precipitaciones y de temperaturas que varían de forma ostensible.
A los problemas derivados de la conjunción de relieve y clima se les unen los del suelo, que presenta carencias que limitan su papel como factor de competitividad. Así, y en contraste con las oportunidades que la base física española ofrece para los recursos renovables, como se ha visto con la reciente expansión de ese tipo de energías, el subsuelo nunca ha podido proporcionar, en cantidad ni en calidad, una adecuada fuente de recursos no renovables, minerales y especialmente energéticos, inexistentes o escasos y prematuramente agotados. Y el suelo es de muy baja calidad y a su degradación ha contribuido, además, la erosión, favorecida por el exceso de pendientes, por el carácter arcilloso del suelo y por el predominio del clima mediterráneo (sequía estival, lluvias torrenciales). Asimismo, la degradación del suelo se ha debido en gran parte a la intervención humana, de la que son claros exponentes las roturaciones y talas abusivas y los incendios forestales.
El suelo es, junto con el agua (a la que se dedica el Recuadro 1), el soporte de la vegetación y el medio en el que se desenvuelve la fauna y, consecuentemente, es la base de la vida terrestre y de su mayor o menor diversidad. Respecto a la biodiversidad, el avance de la agricultura y el proceso de desordenada urbanización han llevado, entre otros efectos, a la deforestación, a la desecación de las zonas húmedas y a la modificación de los litorales, fragmentando los enclaves en que se refugian numerosas especies de animales y plantas en peligro de extinción. No obstante, el hecho de que la biodiversidad sea un recurso cada vez más escaso y valioso lleva a que se multipliquen los esfuerzos para su conservación y mejora, mediante un aumento progresivo del número y de la extensión de zonas protegidas (reservas naturales, espacios protegidos, reservas especiales...), en muchos casos bajo los auspicios de la Unión Europea.
Ello responde a una creciente sensibilidad hacia la dimensión medioambiental de los recursos, como consecuencia de los impactos de la actividad productiva en el deterioro del medio, de la progresiva disociación entre crecimiento y bienestar y de la brecha creciente entre las exigencias y las disponibilidades medioambientales. Los recursos naturales y ambientales han vuelto a considerarse como elementos fundamentales de una economía, como gran stock de capital y como factores determinantes de la capacidad de crecimiento y de los niveles de bienestar.
En su conjunto, los rasgos más significativos de la base física comportan, pues, algunas importantes limitaciones, como las de una orografía accidentada, un suelo pobre y erosionado, un subsuelo agotado y carente de recursos energéticos, unidos a problemas de deforestación, desecación de humedales y degradación de recursos por sobreexplotación. Pero ofrecen también algunas significativas ventajas, como un amplio litoral marítimo, sometido a una intensa presión urbanística, un clima convertido en recurso turístico de primer orden, o una abundante biodiversidad y un rico y variado marco natural con una gran cantidad y calidad de espacios protegidos. Además, no deja de ser cierto que progreso tecnológico, esfuerzo en inversiones y mejoras del suelo y de los espacios naturales han permitido superar, siquiera parcialmente, algunos de los tradicionales obstáculos que, sobre todo en el pasado, han convertido a la base física en un factor limitativo para el desarrollo económico de España.
Recuadro 1
LOS PROBLEMAS DEL AGUA
El agua constituye un preciado recurso, amenazado por los riesgos del calentamiento global, que resulta determinante para la actividad económica, especialmente en buena parte del territorio nacional. Los problemas que le afectan son de tres tipos fundamentalmente: la escasez de recursos hídricos; su desequilibrada distribución espacial; y la necesidad de preservar su calidad y proceder a una mejora de la eficacia en su gestión.
La disponibilidad de los recursos hídricos, en nuestro país, está condicionada por el bajo nivel medio de precipitaciones y su irregular distribución temporal, y resulta notoriamente insuficiente, apenas llega a cubrir un tercio de unas necesidades de demanda que tienen en los usos agrícolas y de regadío su componente principal.
Abordar este serio problema requiere actuaciones combinadas, tanto desde el lado de la oferta, como de la demanda. El incremento de la oferta se ha tratado de resolver tradicionalmente mediante la construcción de presas y embalses, y a ello se han sumado la explotación de aguas subterráneas, la puesta en marcha de plantas desalinizadoras y otras actuaciones de potabilización y reutilización. Las medidas desde la vertiente de la demanda se han orientado hacia la política de precios (que pese a los incrementos registrados no son muy elevados, aunque sí muy variables entre zonas y usos), al establecimiento de incentivos para reducir el consumo y a programas de moderación, racionalización y mayor eficiencia en el uso de este recurso. La conjunción de estas acciones, de una demanda y un consumo más ajustado y racional y de la ampliación de la oferta por las tres vías señaladas (régimen natural, embalses y acuíferos) ha permitido cerrar parcialmente la brecha existente, si se toma como referencia el periodo anual y el conjunto del territorio nacional.
Los enormes desequilibrios territoriales en la distribución del agua constituyen el segundo de los graves problemas que se plantean en nuestro país, que afecta sobre todo a las cuencas del Segura y del Júcar y a la cuenca Sur, en las que el agotamiento de los recursos propios se ha visto acompañado por notables incrementos en el consumo. El déficit estructural de estas áreas se ha tratado de paliar mediante una política de trasvases que ha suscitado persistentes e intensos debates y posiciones encontradas entre territorios y requiere, en todo caso, la puesta en marcha de medidas complementarias de eficiencia y moderación de la demanda, de políticas de precios que reflejen mejor el coste económico del recurso y del desarrollo de un mercado que posibilite los intercambios de derechos del uso del agua entre usuarios.
Y el tercer ámbito de problemas remite a la necesidad del reforzamiento de las medidas destinadas a detener su pérdida de calidad, a mejorar los niveles de depuración y disminuir la contaminación de los ríos y de las aguas subterráneas y a aumentar la calidad de las aguas litorales; así como a impulsar acciones dirigidas a evitar pérdidas y derroches, a controlar prácticas irregulares y a modernizar redes de abastecimiento e infraestructuras, que en algunas casos se han quedado antiguas y requerirán cuantiosas inversiones. Y a ello se ha de sumar el aprovechamiento de las oportunidades que ofrecen las nuevas tecnologías digitales para desarrollar proyectos de optimización y gestión inteligente del agua (smart water). Se busca, en fin, lograr una mayor eficacia y cooperación y avanzar en el aprovechamiento de los márgenes de mejora en los sistemas de gestión de este recurso tan esencial para la economía española.