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Capítulo -5- Los documentos falsos

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Una hora después, cuando los cuatro estaban charlando en la suite que le habían otorgado a Chávez, se presentó el mayordomo y muy cortésmente les dice:

—El señor los está aguardando en el jardín, para que lo acompañen a tomar un aperitivo… Si ustedes están listos, los llevare con él.

En forma amistosa, Chávez le responde:

—¡Vamos Pablo, te seguimos!

Llegaron al jardín, donde los esperaba el dueño de casa, un hombre delgado, de estatura mediana, apodado la Morsa, por su gran bigote caído sobre los labios y era como él quería que lo llamen. Era un hombre de carácter fuerte y violento; Sus colegas lo respetaban y sus enemigos le temían. Al verlos, se levanta rápidamente y extendiéndole la mano a Chávez, le dice emocionado.

—¡Por fin nos volvemos a ver!

Chávez le apreta la mano con fuerza, mientras girando la cabeza en dirección a sus compañeros. Les dice:

—¡Señores!, tengo el honor de presentarles al señor Morsa, que además de ser un buen amigo, es un gran senador de la nación.

La Morsa los saluda a todos con un apretón de mano, mientras los invita a sentarse y dirigiéndose a Pablo, le indica:

—Serviles a los señores lo que ellos prefieran y luego quédate sentado cerca de nosotros, que con ellos voy a hablar de negocios.

Luego de servirle a cada uno lo que pidieron, Pablo se ubica en una silla, a dos metros de su patrón.

Chávez mirando de reojo a Pablo, le pregunta en voz baja a la Morsa.

—¿Y él es de suficiente confianza, como para que escuche la conversación que vamos a entablar?

La Morsa sonríe, mientras le responde:

—Te puedo garantizar, que él es de mi absoluta confianza, por eso es mi mayordomo, mi mano derecha y a su vez, es parte de mi seguridad personal.

—Ahora me quedo más tranquilo.

La Morsa, dirigiéndose nuevamente a Chávez, le dice con una sonrisa en los labios:

—No sabes la alegría que tengo, que la fuga haya salido perfectamente como la planeamos con anticipación, ahora comenzarás tu nueva vida, una completamente diferente a la que tuviste, pero para ello, antes tendremos que hacer un trabajo que nos abrirá las puertas de nuestra futura empresa. —Mira a los otros tres y poniéndose momentáneamente serio les dice—: A ustedes no los conozco, pero me guiaré por lo que él me dijo, que son personas confiables y que cuando hay que jugársela, ustedes se juegan la vida por el compañero. Les quiero decir, que acá somos más que una familia, que los cuidaremos y los protegeremos… Si se portan bien y hacen todo lo que yo les indique, con el tiempo tendrán su propia fortuna, igual que todos… Pero les quiero advertir, que si alguno de ustedes me traiciona, tanto a mí, como a la organización, eso acá se paga con la vida y les advierto nuevamente, que de eso sí que se van a lamentar… Ahora si lo que les dije les parece correcto y están dispuestos a integrarse al grupo, les doy la bienvenida al lugar.

Los tres aceptaron, inclinando la cabeza, por lo cual La Morsa les estrecha la mano, cerrando el acuerdo.

—¡Bien! Como te decía Chávez, a partir de hoy ya sos otra persona. —Le hace una seña a Pablo y este automáticamente le alcanza un sobre, lo toma y saca el contenido—. Aquí está tu nuevo DNI, tu pasaporte de Estados Unidos, con los sellos de entrada al país y la visa… Todo lo que avala tu nueva identidad.

Chávez toma los documentos, los mira con curiosidad y se queda pensativo, sin decir nada.

Lo mismo tengo para ustedes, a partir de hoy, ustedes también tienen nuevas identidades, ingresando al país en el mismo vuelo y del mismo lugar.

—¿Te puedo hacer una pregunta?

—¡Sí!, Cómo no vas a poder preguntar ¿Qué pasa?

—Disculpa que te pregunte, pero decime, ¿Cómo voy a tener un pasaporte de Estados Unidos, si yo no sé hablar inglés?

—Esos son detalles insignificantes… Ustedes nacieron y se criaron en Miami y son de la zona latina y todos sus negocios inmobiliarios los hicieron en esa zona, donde tuvieron la suerte de progresar y ahora vienen a la Argentina a invertir, para seguir creciendo comercialmente… Y quédense tranquilos, que todos estos documentos son legítimos, aprobados y sellados por la oficina de Migración… Para eso tenemos amigos en el gobierno y en todas las reparticiones, para que nos resuelvan casos como estos.

—Y sácame de una duda Morsa, ¿Esta organización la manejas vos solo o hay más socios? Disculpa que te lo pregunte, pero es para saber cómo nos vamos a manejar y a quién tengo que responder por mis actos.

—Todos respondíamos a un genio de las finanzas, a un verdadero estratega, a un ideólogo, al que creó la mayor organización para defraudar desde el Estado, poniendo en todos los puestos importantes a sus más fieles amigos, sabiendo que no lo iban a defraudar y que se someterían a su gran plan… Y desde ese puesto tan importante, comenzó a manipular los ministerios de obras públicas, los de transporte, los de seguridad, la justicia, donde también nombró a jueces amigos, que le liberaban los caminos. También cedió el juego y las drogas y lo más inteligente de su plan era, que todos tenían que reembolsarle el treinta por ciento, de todo lo que recaudaran

Chávez sorprendido por el relato, pregunta:

—¿Pero quién era esta persona tan inteligente y qué le pasó para que hables en tiempo pasado?

—Esa persona tan maravillosa y la que nos dio la libertad, de que cada uno trabaje independientemente, a pesar de que todos nos debíamos a él, se llamaba Néstor, él era un visionario.

—¡Sí! ¿Pero qué le sucedió a él? —vuelve a preguntar ansioso Chávez.

Del poder a la cárcel

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