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I GRAN BRETAÑA,
LA CUNA DEL FÚTBOL MODERNO Origen del deporte

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Desde las primeras décadas del siglo XIX Gran Bretaña era la potencia hegemónica del mundo, y como tal señalaba rumbos en lo ideológico, en lo económico, en lo social. También lo hacía en la gastronomía, las costumbres y las modas, entre ellas las deportivas.

Gran Bretaña fue el paradigma de las elites del mundo en el siglo XIX. En su territorio las formas de producción del capitalismo se afirmaron y se extendieron por todo el planeta. La ciencia se transformó en tecnología y dejó de ser un pasatiempo de los ilustrados del siglo XVIII para convertirse en una herramienta de desarrollo económico. Al mismo tiempo se procesaron grandes cambios sociales. Miles y miles de campesinos se alejaban del medio rural, donde no encontraban ocupación, y atiborraban las ciudades. Necesitados de trabajo, constituían mano de obra abundante y barata. Ese proceso llevó a que algunos acumularan grandes fortunas con sus industrias, mientras muchos otros vivían en condiciones muy precarias. La clase alta británica se destacaba por su pragmatismo y utilitarismo. En sus ratos de ocio se interesó por el deporte y lo promovió entre su juventud.

Uno de los primeros antecedentes del deporte tal como lo conocemos hoy fue la caza del zorro, que se reglamentó en el siglo XVIII e inicios del XIX. Es un ejemplo de cómo la actividad se fue alejando de su origen, la cacería en sí misma, para convertirse en una competencia. Pero, además, la práctica del deporte de la caza por la burguesía ha sido una forma de autoafirmación como clase, signo de pertenencia a un sector social. La burguesía trocó la sangre azul de los nobles en un cuerpo con buena salud y una sexualidad sana; asimiló las pautas de comportamiento de la aristocracia y debió reproducir esa visión de sí misma. La educación fue uno de los medios elegidos.

Fueron los juegos de equipo los que más fácilmente se implantaron en toda la sociedad a partir del ejemplo de las clases altas. El remo se difundía gracias al prestigio de las competencias entre Oxford y Cambridge. El críquet, que alternaba el protagonismo individual con el colectivo, se propagó desde la metrópoli a todas las colonias con numerosa población británica —Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica—, así como a la India y el Caribe, aunque tenía como inconveniente que un partido podía llevar mucho tiempo en determinados trámites. El rugby tuvo éxito similar en los primeros países mencionados. Deporte rudo y exigente en cuanto a condiciones físicas, se lo ha definido como un juego de patanes jugado por caballeros.

No obstante, el que acaparó la atención de buena parte de las sociedades del mundo fue el fútbol. Apareció como un deporte que demandaba menos fortaleza física que el rugby, por lo cual resultaba menos selectivo. Además, no necesitaba corrientes de agua como el remo y se resolvía en un par de horas. A principios del siglo XIX se mantenían en Gran Bretaña los rudimentos de una actividad heredada de la Edad Media que tenía cierta similitud con el fútbol actual.

El fútbol era un juego popular y había sido adoptado por las public schools, que de hecho, pese a su nombre (‘escuelas públicas’), eran instituciones privadas, desde que los sectores medios y altos reconocieron a la educación como un medio de acompañar la Revolución industrial. El fútbol se jugaba en los colegios secundarios y en las universidades. El marco educativo disminuía un poco su brutalidad y planteaba la necesidad de reglamentar la práctica.

Más allá de lo lúdico, el fútbol fue racionalizado como algo utilitario, funcional al ser humano en lo que hace a su capacidad de competir, y más tarde se lo consideró el mejor medio para encauzar en el deporte el fervor de las clases populares.

Fue en los colegios de Eton, Harrow, Charterhouse, Winchester y Rugby, así como en las tradicionales universidades de Oxford y Cambridge, donde el juego empezó a reglamentarse. En estas instituciones, más allá de la educación formal, se procuraba promover el espíritu de camaradería, la caballerosidad y la capacidad de conducción. Inicialmente extendidos entre la clase alta, estos valores se propagaron a otros sectores sociales, primero los medios y después los más humildes.

La expansión del ferrocarril como medio de transporte de pasajeros facilitó que los estudiantes y sus teams se visitaran unos a otros. Ello permitió ver las variedades de fútbol que se jugaban e hizo evidente la necesidad de unificar las reglas. Competencias y campeonatos convirtieron en formativa una actividad que había sido solo lúdica, y posteriormente, ya en la etapa de su difusión masiva, en un espectáculo lucrativo.

Vale la pena señalar que algunos autores interpretan el deporte en general y el fútbol en particular como una expresión más de las relaciones de clase, y por ello funcional a los intereses de los sectores dominantes.

Orígenes y desarrollo del fútbol en el Uruguay

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