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EL COMERCIO AL POR MENOR
ОглавлениеEl comercio minorista comprendía tanto a los comerciantes establecidos con sus tiendas, bodegones, almacenes, pulperías, baratillos y puestos en las plazas de abasto, como a los informales, ambulantes o regatones.
Estas tiendas o bodegones —se las designa en diversa forma—, que ocupaban muchas de ellas la esquina de un edificio, expendían los más diversos artículos: productos alimenticios, tejidos, menaje, herramientas y cuanta cosa un comprador pudiera necesitar. En los barrios periféricos y en los pueblos de provincia estos negocios solían ser, además, centros de reunión de peones y obreros. En el interior del local, el comprador se encontraba con un mesón de madera detrás del cual estaba el vendedor, y a espaldas de este estaban las estanterías con los artículos destinados a la venta640.
En términos generales, mientras más apartado era el lugar, mayor era la diversidad de artículos ofrecidos. En cambio, en las ciudades el comercio tendía a la especialización. Así lo demuestra la lista de patentes de Santiago para 1878, que individualiza cigarrerías, colchonerías, jardines de venta de plantas, lamparerías, librerías, relojerías, mercerías, puestos de venta de maderas, mueblerías con y sin taller, quincallerías, sombrererías, zapaterías y otras, si bien es probable que muchos de esos negocios trabajaran artículos conexos a su actividad principal641.
Al final del periodo en estudio, estos negocios fueron dando paso tímidamente a las tiendas con vitrinas a la calle y mesones vidriados que permitían una mejor exhibición de las mercaderías. Aparecieron las grandes tiendas de productos surtidos, como las de Guerin Hermanos, Jouve y Gorlier, Muzard Hermanos, Papke y Cía., Weir y Cía., todas en la calle Estado, y la casa Prá en el Pasaje Matte, para mencionar solo las más importantes, es decir, aquellas que pagaban patente de primera clase642.
En Santiago, el comercio más elegante se concentraba en las manzanas entre la Plaza de Armas y la Alameda. Según la nómina de patentes del departamento de Santiago para 1878, las cinco sastrerías principales estaban situadas en las calles Ahumada y Estado. Lo mismo sucedía con las nueve joyerías y relojerías existentes, que estaban en las calles mencionadas, en la de Huérfanos, en el Pasaje Matte y en el Portal Fernández Concha643. Las tiendas del portal Fernández Concha, en el costado sur de la plaza, y las del pasaje Bulnes, que se unía a dicho portal, eran paseo obligado de la juventud elegante, según apunta Recaredo Tornero644.
En los centros poblados, grandes o pequeños, las necesidades diarias eran satisfechas en los baratillos. La citada nómina de patentes registra mil 57 de estos puestos, es decir, uno por cada 185 habitantes, conforme al censo de 1875. Estos comercios estaban distribuidos por los diversos barrios de la ciudad y en las aldeas vecinas. Tiltil, con 646 habitantes, tenía no menos de ocho baratillos; Lampa, con mil 230 almas, tenía 12, y Renca, con solo 250 habitantes, alcanzaba a los 21645. Gabriel Salazar afirma que en 1870 existían dos mil 26 baratillos formalmente establecidos en todo Chile, de los cuales 948 estaban en Santiago y 147 en Valparaíso646.
Los que querían comerciar en las plazas de abasto que se fueron estableciendo en las diferentes ciudades del país debían arrendar un puesto al que había subastado su administración, pagar el derecho correspondiente y someterse a las ordenanzas municipales. Estas exigencias y cobros no compensaban el privilegio de comprar primero los productos que llegaban del campo y venderlos con prioridad a los regatones. Estos últimos tenían costos inferiores y podían vender más barato647.
Si bien los regatones no eran reconocidos oficialmente como comerciantes por las autoridades municipales —no pagaban patente—, los subastadores de las recovas solían cobrarles un derecho por vender en las inmediaciones de las mismas, y su expulsión significaba una pérdida de ingreso del concesionario. Desplazados del lugar, los ambulantes se trasladaban a otro sector y se repartían por las calles de las ciudades y pueblos. La aparición de mercados informales, sin sujeción al subastador del abasto, generaba una competencia con aquellos mercados que sí pagaban derechos. Gabriel Salazar, que ha estudiado el tema, advierte esta contradicción entre su marginalización oficial y la necesidad de incorporarlos al sistema para cobrarles los derechos correspondientes, una situación resuelta mediante el reconocimiento de sus actividades648.
Así, a mediados de la década de 1840 el comercio informal se había apoderado de la plazoleta principal de Valparaíso, importunando a los vecinos. Loretta Merwin, la mujer del cónsul de los Estados Unidos, que estuvo viviendo en el puerto en la década de 1850, describe a las vendedoras de zapatos que ocupaban la plaza de la Municipalidad:
un pedazo de género o de alfombra vieja tirado sobre el suelo cerca de la cuneta, y la vendedora sentada sobre un pisito, con su mercadería ordenada en el fondo de una canasta delante de ella. Tiene a la venta toscos zapatos para hombres y niños y polainas de todos los colores para mujeres. Se sienta allí todo el día, moviendo su piso para evitar el sol y, de vez en cuando, cediéndolo al comprador que quiere probarse un zapato649.
La decisión de las autoridades municipales fue que solo podían ejercer su actividad entre las cuatro y siete de la tarde, pero el subastador de la plaza de abastos reclamó por los perjuicios sufridos y pidió que se le indemnizara “los $ 3 diarios que le producen el derecho que pagan las dichas ventas”. Ante ello, los ediles acordaron ampliar el horario de negocios de los regatones650.
Los regatones extendieron su actividad por las calles de las ciudades, introduciéndose en los pórticos y patios de las casas más importantes, originando la molestia de los vecinos. A partir de la década de 1850 las autoridades municipales optaron por reconocer la existencia de estas “especies de recovas públicas”, que recibieron el nombre de bazares o baratillos. En el caso de Valparaíso, la propia municipalidad tomó la iniciativa de establecer nuevos baratillos como una forma de concentrar la actividad, despejar las calles y contribuir al ornato y aseo de la ciudad651.
Además de los puestos fijos, existían los vendedores ambulantes, que eran muchos más numerosos. Un testigo de la década de 1870 anotó que esta forma de venta estaba muy extendida, y que un número considerable de esos comerciantes iba de casa a casa y de pueblo en pueblo vendiendo sus mercaderías, agregando que las ferias, aun las realizadas para la Navidad y Semana Santa, eran insignificantes652.
Los vendedores ambulantes en las ciudades eran personajes típicos. Claudio Gay registra en su atlas para la historia de Chile las figuras del lechero, del dulcero, del heladero y de los vendedores de velas y brevas653. Merwin describe a los vendedores que atendían los cerros porteños: los aguadores transitaban por las calles acompañados de un borrico con un bastidor que sostenía un pequeño barril a cada costado. Agregaba que, si se vivía en los pisos superiores, el aguador subía con un barril a la vez, vertiendo su contenido en el depósito de agua; si se habitaba la planta baja, se hacía entrar el asno al patio. Entregada el agua, el aguador montaba el burro y partía a buscar una nueva provisión.
Luego del agua, viene el hombre del pan. Todo el pan proviene de panaderías públicas y es de excelente calidad. Hombres en mulas atraviesan la ciudad llevándolo a las puertas de las casas cada mañana. Están equipados con dos alforjas de cuero, de casi un pie (30 centímetros) cuadrado, y con frecuencia llevan encima de estas un canastro o una bolsa llena de pan. El jinete va sentado sobre los hombros de la mula y el conjunto ocupa casi todo el ancho de la callejuela654.
El lechero también iba montado en una mula cargada con tarros que colgaban a cada lado de la cabalgadura, mientras que la lavandera que traía la ropa limpia la llevaba sobre sus espaldas, sujetando con sus manos las prendas estiradas para que no se arrugaran655. Ximena Urbina agrega descripciones de otros vendedores ambulantes, como los carniceros, que se abastecían de carne de cordero o vaca en los mercados municipales, trasportándola a lomo de burro o mula por las calles y cerros del puerto. La mercadería, cubierta por unos paños y acompañada por enjambres de moscas, era trozada in situ, conforme al pedido del cliente. Otros comerciantes ambulantes eran los polleros, que se desplazaban a pie llevando un verdadero gallinero sobre sus hombros; los verduleros y fruteros, los vendedores de alimentos preparados —motemey, tortillas y pequenes— y demás656.
En la venta de productos alimenticios eran frecuentes las triquiñuelas en algunos de ellos, como lo insinúan los intentos para controlar su calidad. Había una tendencia a vender frutas antes de que llegaran a su madurez, con el fin de aprovechar el mejor precio que se obtenía por los primores, o venderlas cocidas “para ocultar su falta de sazón”. Ante esta práctica, la Municipalidad de Santiago dispuso en 1869 que las primeras frutas introducidas para su consumo en la capital debían llevarse a la plaza principal de abastos o a la de los barrios para ser examinada, y solo después de 15 días podían venderse en las calles y demás lugares públicos. La práctica de vender fruta verde debió haber sido lo suficientemente común para que también fuera considerada en la ordenanza de policía del puerto de Caldera657.
Un control semejante operaba frente a la adulteración del aceite de comer658. En el caso de la leche, se le solía agregar sebo para evitar que se cortara, aunque la práctica más frecuente era diluirla con agua. Un decreto municipal de Santiago de 1858 prohibía “el expendio o venta de leche adulterada, o sea, mezclada con alguna porción de agua, por pequeña que fuere”, sancionando al infractor con una multa de dos pesos y la requisición del producto. La multa fue aumentada a cuatro pesos en la ordenanza municipal de 1869659. No hay razones para pensar que el incremento de la sanción haya desalentado la práctica.
La función ejercida por los cabildos coloniales de fijar precios de bienes y servicios había caído en desuso. Lo común era que el comprador regateara el monto pedido por el vendedor, no solo en los puestos de las ferias y baratillos, sino también en las tiendas de mayor jerarquía. El mayor o menor descuento logrado dependía de la forma de pago. Era corriente que los clientes habituales pagaran las compras a plazo, las que en el caso de compras al menudeo se solían anotar en una libreta. Aunque existía el riesgo del atraso en pagar las cuentas, o aun el del no pago de las mismas, para el vendedor este mecanismo contribuía a mantener la fidelidad de los clientes660.
En materia de pesos y medidas, hubo un intento de control por parte de las autoridades. El reglamento para su comprobación, aprobado conforme a ley en 1848, disponía el nombramiento, en todos los departamentos del país, de “fieles ejecutores”, recreándose el cargo existente en los cabildos coloniales. Su labor era fiscalizar la existencia de pesos y medidas para la venta de mercaderías, Así, en las tiendas de venta de géneros los comerciantes debían tener un metro dividido en centímetros; en los despachos de líquidos debían existir medidas de litro, medio litro y de cinco y 10 litros, y en los despachos de mercaderías vendidas por peso, un juego de pesas desde un gramo a un kilo y de múltiplos de este. Estas medidas debían ser verificadas por el fiel ejecutor para certificar su exactitud, conforme a los patrones en su poder, cobrando los derechos correspondientes por esta revisión. En sus visitas a terreno, debía fiscalizar el cumplimento de la norma, sancionando el empleo de medidas que no habían sido previamente revisadas o que eran derechamente dolosas. El empleo de unidades métricas no obviaba la práctica de vender en varas, libras o almudes, siempre que se ciñeran a las equivalencias métricas, usando los pesos y medidas autorizados661. Las prácticas comerciales no son fáciles de cambiar.
544 Las cifras de Producto Interno Bruto y comercio exterior en moneda constante están tomadas de Díaz, J. Lüders, R. y Wagner, G., La República en Cifras, 2010; EH Clio Lab-Iniciativa Científica Milenio. URL: http://www.economia.puc.cl/cliolab.
545 El tema del déficit comercial con Gran Bretaña y la necesidad de remesas ha sido analizado por Manuel Llorca-Jaña, The British Textile Trade in South America in the Nineteenth Century, Cambridge, Cambridge University Press, 2012, pp. 153-166.
546 Sobre reducción de costos de transportes e integración de los mercados, Kevin H. O’Rourke y Jeffrey G. Williamson, Globalization and History. The evolution of a Nineteenth Century Atlantic Economy, Cambridge, Mass, MIT Press, 1999, cap. 3, pp. 29-55.
547 Véase Estadística Comercial de la República de Chile. 1844-1879.
548 Juan Ricardo Couyoumdjian, “El mate, el té y el café en Chile desde la Independencia hasta 1930”, BAChH, 118, 2009, pp. 7-56.
549 Congreso de Plenipotenciarios sesión 56, de 1 de septiembre de 1830, en SCL, 18, p. 447; Congreso de Plenipotenciarios Anexo No 655, Nota de José Miguel Irarrázaval, de 21 de agosto de 1839, SCL, 18, p. 450; Congreso de Plenipotenciarios Anexo No 665, decreto de 2 de septiembre de 1830 e informe de Ovalle al Congreso, SCL, 18, p. 457; Comisión Permanente, Anexo 86; Nota del Congreso al Ejecutivo, 20 de abril de1831, SCL, 19, p. 46.
550 Estadística Comercial de la República de Chile correspondiente al año de 1867, Valparaíso, Imprenta del Mercurio, 1868, pp. 81-82.
551 Leopoldo Benavides Navarro, “La formación de Valparaíso como ‘Entrepot’ de la costa Pacífico
552 Ibídem., pp. 169-172; Juan Ricardo Couyoumdjian, “Portales y las transformaciones económicas de Chile en su época. Una aproximación”, en Bernardino Bravo, Portales. El hombre y su obra. La consolidación del gobierno civil, Editorial Andrés Bello, Santiago, 1989, pp. 268-269.
553 Jacqueline Garreaud, “La formación de un mercado de tránsito. Valparaíso: 1817-1848”, Nueva Historia, Vol. 3 No 11, Londres, 1984, pp. 169 y 178-181.
554 Estadística comercial de la República de Chile correspondiente al año de 1845, Imprenta del Mercurio, Valparaíso, 1846, pp. 3-8.
555 Claudio Gay, Agricultura Chilena, Edición facsimilar de la Historia Física y Política de Chile (1862), ICIRA, Santiago, 1973, I, pp. 444-445.
556 Gay, op. cit., p. 444. Los datos de precios provienen de la Estadística Comercial de la República de Chile en los años respectivos.
557 Jorge Luis Rojas Lagarde, Malones y comercio de ganado con Chile. Siglo XIX, El Elefante Blanco, Buenos Aires, 2004, pp. 20-21
558 Rojas Lagarde, op. cit. p. 34 y 77-80. Sobre el significado y efecto de estas relaciones, véase Rolf Foerster, y Julio Vezub, “Malón, relación y nación en las pampas: el factor Juan Manuel de Rosas (1820-1880)”, Historia, 44, II, 2011, pp. 259-286.
559 “Informe sobre el territorio de Arauco y la población indígena 1868-1869”. Publicado originalmente en Anuario Estadístico de la República de Chile correspondiente a los años 1868 y 1869, Santiago, Imprenta Nacional, 1870, y reproducido en Etnografía Mapuche del siglo XIX, Selección de Iván Inostroza Córdova, Fuentes para la Historia de la República, Vol. XIII, DIBAM, Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, Santiago, 1998, p. 124
560 Rojas Lagarde, op. cit., pp. 80-85, 99-105 y 132-133.
561 Las cifras generales del comercio exterior para el periodo están tomadas de Díaz, J., Lüders, R. y Wagner, G., La República en Cifras, 2010. EH Clio Lab-Iniciativa Científica Milenio. http://www.economia.puc.cl/cliolab4-4-2013
562 Antonio García Reyes a Manuel Antonio Tocornal, Algarrobo, 28 de enero de 1850, en Miguel Luis Amunátegui Reyes, Antonio García Reyes y algunos de sus antepasados a la luz de documentos inéditos, Imprenta Cervantes, Santiago, 1931, III, p. 174.
563 Ibídem., pp. 175.
564 Antonio García Reyes a Manuel Antonio Tocornal, Valparaíso, 2 de febrero de 1850, en Amunátegui Reyes, op. cit., III, pp. 177-180.
565 Antonio García Reyes a Manuel Antonio Tocornal, Algarrobo, 28 de enero de 1850, en Amunátegui Reyes, op. cit., III, pp. 172-176.
566 Ley de Organización de Oficinas de Hacienda de 22 de diciembre de 1875 en Sonia Pinto, Luz María Méndez y Sergio Vergara, Antecedentes de la Contraloría General de la República 1541-1927, Contraloría General de la República, Santiago, 1977, pp. 396-427.
567 Armando de Ramón y José Manuel Larraín, “Una metrología colonial para Santiago de Chile: de la medida castellana al sistema métrico decimal”, Historia, 14, 1979, pp. 5-20.
568 Estadística Comercial de la República de Chile correspondiente al año de 1845, Imprenta del Mercurio, Valparaíso, 1846, pp. 3-8.
569 De Ramón y Larraín, op. cit., pp. 50-55; Ley del sistema métrico decimal de pesos y medidas y reglamento expedido por el Supremo Gobierno para la comprobación de dichos pesos y medidas, Imprenta Nacional, Santiago, 1860.
570 Edouard Sève, La patria chilena. Le Chili tel qui’il est, Imprimerie du Mercurio, Valparaíso, 1876, pp. 290 y 286-288.
571 Jonathan Levin, Las economías de exportación, Uteha, México, 1964, p. 73, citado por Juan Eduardo Vargas y Gerardo Martínez, “José Tomás Ramos Font: una fortuna chilena del siglo XIX”, Historia, 17, 1982, pp. 362-363.
572 H. Bosch-Spencer, Commerce de la Cote Occidentale de l’Amérique du Sud. Statistique commerciale du Chili, de la Bolivie, du Pérou de l’Equateur, de la Nouvelle Grenade, de l’Amérique Centrale et du Mexique. Importations et exportations par les ports situés dans l’Ocean Pacifique. Industrie Agricole et Minière du Chili, de la Bolivie et du Pérou, Imprimerie et Lithographie de D. Raes, Bruxelles, 1848, pp. 398-399.
573 Archivo Antony Gibbs & Sons, Ms. 11033, rollo 26.
574 Renate Hauschild Thiessen, Zwischen Hamburg und Chile. Hochgreve & Vorwerk, Hamburg. Vorwerk & Co., Chile. Vorwerk Gebr. & Co., Hamburg. Vorwerk y Cía. S.A., Chile Hamburg, Vorwerk y Cía. S.A 1995, p. 74.
575 Balance, Gibbs Crawley & Co. Valparaíso, al 30 de abril de 1846, Archivo Antony Gibbs & Sons, Ms. 11033 carpeta 2. Microfilm Rollo 26.
576 Eduardo Cavieres Figueroa, Comercio chileno y comerciantes ingleses 1820-1880. (Un ciclo de historia económica), Instituto de Historia. Vicerrectoría Académica. Universidad Católica de Valparaíso, Valparaíso, 1988, p. 156; Jaime Rosenblitt, Centralidad geográfica, marginalidad política: la región de Tacna-Arica y su comercio, 1778-1841, Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, Santiago, 2013, pp. 244-248.
577 Manuel Llorca-Jaña, “The economic activities of a global merchant banker in Chile: Huth & Co of London, 1820’s-1850’s”, Historia, 45, 4, II, julio-diciembre 2012, pp. 409-414.
578 Llorca-Jaña, “The economic activities…”, op. cit., pp. 414-422.
579 Wilfred Maude, Antony Gibbs & Sons Limited, merchants and Bankers, A brief record of Antony Gibbs & Sons and its Associated Houses’ business during 150 years. 1808-1958, London, Antony Gibbs & Sons Ltd., 1958, pp. 79-84.
580 Frederic A Eustis, Augustus Hemenway 1805-1876. Builder of the United States trade with the West Coast of South America, Salem, Peabody Museum, 1955, pp. 22-32.
581 Eustis, op. cit., pp. 22-40.
582 Eustis, op. cit., pp. 34-40, 70-87.
583 Eustis, op. cit., pp. 87-88; 1825-1925. A Centennial Review of the business founded by Augustus Hemenway of Boston in 1825 and now conducted by Wessel Duval & Co New York, Valparaíso, Chile and Lima, Perú with Collateral Branches, Privately printed, New York, 1925, pp. 9-10. Hay una versión en español de esta obra, sin nombre de autor.
584 Renate Hauschild Thiessen, Zwischen Hamburg und Chile, pp. 71-76.
585 Hauschild Thiessen, op. cit., pp. 83-85.
586 Hauschild Thiessen, op. cit., pp. 91-134.
587 Eric Davies, Short History of Duncan Fox & Co. Ltd. 1843-1956, mecanografiado, 1956, pp. 10-27 y 31.
588 Davies, op. cit., pp. 33-36.
589 Wallis, Hunt, Heirs of Great Adventure. The History of Balfour, Williamson and Company Limited, Printed and Bound by Jarrold and Sons Limited for Balfour, Williamson and Company Limited, London, 1951, I, pp. 15-17, 28 y 46.
590 Hunt, op. cit., I, p. 27-45.
591 Manuel Llorca-Jaña, “The economic activities of a global merchant banker”, op. cit., p. 415.
592 Citado por Steven S. Volk, Merchants, Miners, Moneylenders: the habilitación system in the Norte Chico, Chile: 1780-1850, Tesis de doctorado, New York Columbia University, 1983, p. 199.
593 Llorca-Jaña, “The economic activities”, en op. cit., pp. 407-409.
594 Llorca-Jaña, “The economic activities”, en op. cit., pp. 415-417.
595 Llorca-Jaña, “The economic activities”, en op. cit., pp. 427-429.
596 Manuel Llorca-Jaña, “The economic activities”, op. cit., pp. 422-426. Los precios por kilo están tomados de la Estadística Comercial de la República de Chile en los años indicados.
597 Juan Eduardo Vargas Cariola y Gerardo Martínez Rodríguez, “José Tomás Ramos Font”, en op. cit., p. 383.
598 Ibídem.; Arnold J. Bauer, Chilean Rural Society, p. 38.
599 Baldomero Estrada Turra, “Importancia económica de los alemanes en Valparaíso, 1850-1915”, América Latina en la Historia Económica, año 20, No 2, mayo-agosto, 2013, p. 159.
600 Edouard Sève, La Patria Chilena. Le Chili tel qui’il est, Imprimerie du Mercurio, Valparaíso, 1876, p. 299.
601 Juan Eduardo Vargas Cariola, José Tomás Ramos Font. Una fortuna chilena del siglo XIX. Santiago, Fundación Mario Góngora, Ediciones Universidad Católica de Chile, 1988, pp. 50-51.
602 Armando Torres Cuevas, Don José Besa Infante y su obra. De la Memoria de Prueba para optar al título de Profesor de Estado en la asignatura de Historia y Educación Cívica, Imp. El Imparcial, Santiago, 1941, pp. 16, 84-85.
603 Torres, op. cit., pp. 30-37.
604 Torres, op. cit., 16, 68-73 y 84.
605 Torres, op. cit., pp. 15, 42-43, 62-64 y 84-85; Luis Valencia Avaria, Anales de la República, Editorial Andrés Bello, Santiago, 1986, II, pp. 192 y 200.
606 Vargas Cariola, José Tomás Ramos Font, pp. 49-51 y 81-92.
607 Ibídem., pp. 111-136.
608 Ibídem., pp. 202-205.
609 Ibídem., 94-96.
610 Vargas, José Tomás Ramos, cit., pp. 211-213; John Mayo, British Merchants and Chilean Development, 1851-1886, Westview Press, Boulder, Co, 1987, p. 97
611 Vargas, José Tomás Ramos, cit., pp. 227-245.
612 Steven S. Volk, Merchants, Miners, Moneylenders: the habilitación system in the Norte Chico, Chile: 1780-1850, Tesis de doctorado, New York Columbia University, 1983, pp. 173-179 y 189.
613 Volk, op. cit., pp. 157-169 y 281.
614 Cavieres Figueroa, Comercio chileno y comerciantes ingleses, pp. 144-146.
615 Mayo, op. cit., pp. 114-115.
616 Volk, op. cit., pp. 182-187.
617 Volk, op. cit., pp. 204-207.
618 Hauschild Thyssen, op. cit., p. 103.
619 Mayo, John, British Merchants, op. cit., pp. 136-141; Vicuña Mackenna, El libro del cobre y del carbón de piedra en Chile, 1883, Reedición, Editorial del Pacífico, Santiago, 1966, pp. 254-262; Volk, op. cit., p. 189.
620 Décima memoria de la Compañía de Minas i fundición de Chañaral correspondiente a los meses trascurridos desde el 1º de enero al 30 de junio de 1877…, Imprenta del “Deber”, Valparaíso, 1877, pp. 3-4, 13 y 24; 11a memoria de la Compañía de Minas i fundición de Chañaral correspondiente a los meses trascurridos desde el 1º de julio al 31 de diciembre de 1877…, Imprenta del “Deber”, Valparaíso, 1878, p. 12.
621 El Mercurio de Valparaíso, 22 de noviembre de 1828, citado por Cavieres, op. cit., p. 123.
622 Juan Ricardo Couyoumdjian, René Millar y Josefina Tocornal, Historia de la Bolsa de Comercio de Santiago 1893-1993. Un siglo del mercado de Valores en Chile, Bolsa de Comercio, Santiago, 1993, pp. 17-19; Recaredo Tornero, Chile Ilustrado. Guía descriptivo del territorio de Chile, de las capitales de provincia, de los puertos principales (1872), Biblioteca Fundamentos de la Construcción de Chile, Cámara Chilena de la Construcción, Santiago, 2011, pp. 143-145; A Handbook to Valparaíso, W. Helfmann’s “Universo” Printing Office, Valparaíso, 1862, p. 54.
623 Handbook to Valparaiso cit., p. 54; Estatutos de la Cámara de Comercio de Valparaíso, Imprenta y Librería del Mercurio, Valparaíso, 1858, pp. 3-5 y 13.
624 Tornero, loc. cit.; El Mercurio Valparaíso, 18 de octubre de 1883, p. 1; Enrique Contreras González, “Antecedentes históricos sobre el origen de la Cámara Nacional de Comercio, Servicios y Turismo de Chile”, en El comercio en la memoria y el futuro de Chile, s.l.d.i., Ediciones Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, Santiago, 2008, pp. 112-113.
625 Manuel Llorca-Jaña, La Historia del Seguro en Chile, 1810-2010, Fundación Mapfre, Madrid, 2011, pp. 16-18.
626 El Mercurio, Valparaíso, 25 de agosto de 1853 p. 4; Hunt, op. cit., I. p. 37; Reseña Histórica de sus Noventa Años de Vida. La Chilena Consolidada, 1853-1943, Imprenta y Litografía Universo, Valparaíso, 1944.
627 Llorca-Jaña, La Historia del Seguro, pp. 25-26.
628 Davies, op. cit., ff. 39-45. La cita en fs. 43.
629 Llorca-Jaña, Historia del Seguro, pp. 19-24.
630 Llorca-Jaña, Historia del Seguro, p. 27.
631 Davies, op. cit., f 45.
632 Llorca-Jaña, Historia del Seguro, p. 26, citando a Charles Jones, “Insurance Companies”. en D. C. M. Platt Business imperialism, 1840-1930. An enquiry based on the British Experience in Latin America, Clarendon Press, Oxford, 1977, p. 54,
633 Edouard Sève, La Patria Chilena. Le Chili tel qu’il est, Imprimerie du Mercurio, Valparaíso, 1876, p. 296.
634 Estadística Comercial de la República de Chile correspondiente al año de 1845, Imprenta del Mercurio, Valparaíso, 1846, p. 1. Chañaral de las Ánimas corresponde al actual Chañaral.
635 Estadística Comercial de la República de Chile correspondiente al segundo semestre de 1854, Imprenta del Diario, Valparaíso, 1855, p. 1.
636 Estadísticas Comerciales de la República de Chile correspondiente al año 1876, Imprenta del Universo de Guillermo Helfmann, Valparaíso, 1877, vol. II, p. 255, y Estadística Comercial de la República de Chile correspondiente al año 1882, Imprenta de G. Helfmann, Valparaíso, 1883, p. 610.
637 Torres, op. cit., pp. 23-27.
638 Vargas Cariola, José Tomás Ramos Font, pp. 46-48.
639 Citada en Carmen Valle, Don Maximiliano, Santiago, Editorial Alonso Ovalle, Santiago, 1954, p. 26.
640 Jacqueline Dussaillant Christie, Las reinas de Estado. Consumo, grandes tiendas y mujeres en la modernización del comercio de Santiago (1880-1930), Santiago, Ediciones Universidad Católica de Chile, 2011, pp. 71-72.
641 “Matricula de las industrias i profesiones sujetas al pago de patente fiscal en el presente año de 1878”, Diario Oficial de la República de Chile, 12, 13, 14, 15, 17, 18 19, 21, 22 y 24 de junio de 1878.
642 “Matricula de las industrias i profesiones sujetas al pago de patente fiscal en el presente año de 1878”, citado; Dussaillant, op. cit., pp. 86-101.
643 “Matricula de las industrias i profesiones sujetas al pago de patente fiscal en el presente año de 1878”, citado.
644 Recaredo S. Tornero, Chile Ilustrado. Guía descriptivo del territorio de Chile, de las capitales de provincia, de los puertos principales (1872), Biblioteca Fundamentos de la Construcción de Chile, Cámara Chilena de la Construcción, Santiago, 2011, pp. 809-810.
645 “Matricula de las industrias i profesiones sujetas al pago de patente fiscal en el presente año de 1878”, DO, 12 de junio de 1878, pp. 2-5; Id. 13 de junio de 1878, pp. 3-5; Id. 14 de junio de 1878, pp. 2-4; Id., 15 de junio de 1878, pp. 3-5.
646 Gabriel Salazar, Labradores, peones y proletarios. Formación y crisis de la sociedad popular chilena del siglo XIX, Ediciones Sur, Colección de Estudios Históricos, Santiago, 1985, p. 249.
647 Salazar, op. cit., 249-250.
648 Salazar, op. cit., 245-248.
649 Mrs. George B. Merwin, Three Years in Chile. Edited and with an introduction by C. Harvey Gardiner, Southern Illinois University Press, Carbondale, Ill, 1966, p. 28.
650 Salazar, op. cit., p. 248.
651 Salazar, op. cit., pp. 248-249.
652 Sève, La Patria Chilena, p. 296.
653 Claudio Gay, Atlas de la Historia Física y Política de Chile, Lom ediciones, Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, Dirección de Bibliotecas Archivos y Museos, Santiago, 2004, I, lámina 40.
654 Merwin, op. cit., pp. 28-29.
655 Merwin, op. cit., p. 29. Véase también M. Ximena Urbina Carrasco, “Vendedores ambulantes, comerciantes de ‘puestos’, mendigos, y otros tipos populares de Valparaíso en el siglo XIX”, Archivum, No 4, Viña del Mar, 2002, pp. 45-49.
656 Urbina Carrasco, op. cit., pp. 46-53.
657 Recopilación de las leyes, ordenanzas reglamentos y demás disposiciones de policía vigentes en el departamento de Santiago, formada por orden del señor intendente D. Manuel Valdés Vigil, Imprenta del Independiente, Santiago, 1870, p. 99; Ordenanza reglamentario de policía para el puerto de Caldera, Imprenta del Universo de G. Helfmann, Valparaíso, 1867, Art 87, p. 15.
658 Recopilación de las leyes, ordenanzas reglamentos y demás disposiciones de policía vigentes en el departamento de Santiago, 1870, p. 100.
659 José Zapiola, Recuerdos de Treinta Años, I, pp. 54-55; Recopilación de las leyes, ordenanzas, reglamentos y demás disposiciones de policía vijentes en el departamento de Santiago, Santiago, p. 100.
660 Dusaillant, op. cit, pp. 72-73; Tornero, Chile Ilustrado, pp. 809-810.
661 Lei del Sistema Métrico Decimal 1860, op. cit., pp. 8-23.