Читать книгу La venida del Consolador - LeRoy Edwin Froom - Страница 35

Une la vida de Dios con la del hombre

Оглавление

El Espíritu Santo viene como Dios a tomar posesión de la vida. Por medio de él, se percibe a nuestro Señor glorificado y viviente. Y él será impartido a cada alma tan completamente como si esta fuera la única en la tierra en quien mora Dios; y esta experiencia puede ser una relación ininterrumpida. Sin embargo, aunque el Cristo histórico es absolutamente necesario, no nos salva del poder del pecado. Para ello, debemos poseer un Salvador presente y viviente, y así el Cristo de la historia se transforma en el Cristo de la experiencia.

De nuevo leemos:

“El Espíritu Santo procura morar en cada alma. Si se le da la bienvenida como huésped de honor, quienes lo reciban serán hechos completos en Cristo. La buena obra comenzada se terminará; los pensamientos santificados, los afectos celestiales y las acciones como las de Cristo ocuparán el lugar de los sentimientos impuros, los pensamientos perversos y los actos rebeldes” (Consejos sobre la salud, p. 563).

“Y será en vosotros”. Para esto fue creado el hombre; para esto Jesús vivió y murió. Por falta de este hecho la vida del discípulo está plagada de fracasos, mientras que la verdadera vida cristiana consiste solamente en Jesús que vive su vida en nosotros. Debemos compenetrarnos del sentido de su presencia. Solo así el Señor será la realidad grande, gloriosa y viviente que llene todo nuestro horizonte.

El Hijo del hombre vino al mundo para unir la mismísima vida de Dios con la humanidad del hombre. Cuando él completó su obra mediante su obediencia, muerte y resurrección, fue exaltado a su Trono, para que el Espíritu Santo, que había vivido con él, pudiera venir como una presencia soberana y omnipresente, y el discípulo llegara a ser partícipe de su misma vida. Así, la vida del Creador penetra la de sus criaturas, y descubrimos lo que el Espíritu de Dios está haciendo por nosotros. Notémoslo:

“La transformación del carácter es para el mundo el testimonio de que Cristo mora en el creyente. Al sujetar los pensamientos y deseos a la voluntad de Cristo, el Espíritu de Dios produce nueva vida en el hombre y el hombre interior queda renovado a la imagen de Dios” (Profetas y reyes, p. 175).

La venida del Consolador

Подняться наверх