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Nos conduce a toda verdad

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Además, el Espíritu también hace esto por nosotros: Nos guía “a toda verdad”. Porque él mismo es el “Espíritu de verdad” (Juan 16:13). Y nos enseñará “todas las cosas” (Juan 14:26). No hay verdad que necesitemos conocer para conducimos a la cual el Espíritu Santo no esté preparado. Y jamás pasaremos más allá de esa necesidad.

Había un guía, en los desiertos de Arabia, de quien se decía que nunca se había perdido. Guardaba junto a su pecho una paloma mensajera, con una fina cuerda atada a una de sus patas. Cuando se hallaba en duda acerca de qué rumbo tomar, soltaba la paloma en el aire y esta, al tratar de volar en dirección a su nido, tiraba de la cuerda mostrando inequívocamente a su amo el camino hacia el hogar. La gente lo llamaba “el hombre de la paloma”. De manea similar, el Espíritu Santo es la Paloma celestial, con capacidad y voluntad de guiarnos si tan solo se lo permitimos.

El Espíritu Santo es la vida interna de la verdad, la misma esencia de la verdad, el Maestro viviente y personal. Acerca de esto leemos:

“El Consolador es llamado el ‘Espíritu de verdad’. Su obra consiste en definir y mantener la verdad. Primero mora en el corazón como el Espíritu de verdad, y así llega a ser el Consolador. Hay consuelo y paz en la verdad, pero no se puede hallar verdadera paz ni consuelo en la mentira” (El Deseado de todas las gentes, p. 624).

“El Espíritu Santo viene al mundo como el representante de Cristo. No solamente habla la verdad, sino que es la verdad: el Testigo fiel y verdadero. Es el gran escrutador de los corazones y conoce el carácter de todos” (Consejos para los maestros, p. 66).

Y sin el Espíritu de verdad no habría hoy verdad salvadora para nosotros. Cristo es la personificación de la verdad (Juan 14:6), y nadie sino el Espíritu de verdad puede llevarnos a la comprensión del carácter y la obra, el sufrimiento y la muerte de Cristo. Cuando el Espíritu inunda e ilumina el corazón, la Biblia se transforma en un nuevo libro.

“No podemos llegar a entender la Palabra de Dios sino por la iluminación del Espíritu por el cual ella fue dada” (El camino a Cristo, p. 111).

En conexión con esto, es muy significativo que, en la profecía de Joel relativa a las lluvias temprana y tardía, se dé como acotación marginal para “lluvia temprana” (Joel 2:23) la expresión “maestro de justicia”. ¡Qué provisión más generosa! Aun en el Antiguo Testamento el profeta escribió: “Enviaste tu buen Espíritu para enseñarles” (Neh. 9:20).

La venida del Consolador

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