Читать книгу Macrobiótica I - Loli Curto - Страница 13

LA MEDICINA HIPOCRÁTICA

Оглавление

Existe un punto de fusión donde confluyen todos los siste­mas de medicina que han existido hasta el presente (y que en el futuro seguirán convergiendo): la medicina hipocrática o, como decían nuestros antepasados, el dios Hipócrates o padre de la medicina.

La mítica frase en la que se basa la síntesis de toda la me­dicina alopática e incluso biológica y otros paralelismos a es­cala mundial, y que se atribuye a Hipócrates, es Vix medicatris naturae, literalmente, «El poder curativo de la natura­leza». También según esta teoría la naturaleza es el médico de todas las enfermedades, ya que esta interviene en todos los procesos de reparación y sanación del organismo. Este con­cepto antiguo que alude a la intervención de las fuerzas in­visibles de la naturaleza no se estudia académicamente de for­ma directa, es decir, observando los procesos naturales. No obstante, la ciencia médica y farmacéutica los observa y analiza en los laboratorios de alta tecnología, y llega así a des­cubrimientos muy valiosos que nos ayudan a compren­der me­jor el enigma que hay detrás del proceso de la vida y la muer­te de los seres humanos, así como del reino animal, vegetal y mineral que nos rodea y en el que estamos inmersos.

Ese poder curativo de las leyes invisibles de la naturale­za que actúan en todos los organismos aún sigue vi­gen­te, aunque solo sea en ese compromiso ético que los pro­fesionales médicos del mundo de forma obligatoria acep­tan y en el que basan su titularidad académica y su pro­fe­sio­na­lidad. Junto con el certificado de graduación oficial, estos reciben este otro ético llamado Juramento Hipocrático, que cuel­ga de las paredes en los consultorios médicos, aunque en la actua­lidad ha sido modificado por la Declaración de Ginebra.

Esta realidad muestra que Hipócrates es un concepto, bajo mi punto de vista, actual. En él, según la etimología y las raíces grecorromanas, se juntan hippoos, que significa ca­ba­llo, como las palabras hipopótamo, hipocampo, hipotála­mo, hipódromo…, y krato, que equivale a mandar, gobernar, do­minar. Por tanto, la palabra completa significa «el que domina los caballos». De este modo, podemos comprobar que este vocablo hace alusión al dios o padre de la medicina, aunque algunos creen que se trata de una persona. En realidad, esto no se ha podido demostrar. Con anterioridad a la época en que se calcula que pudo existir Hipócrates, este símbolo de la mitología tradicional ya existía y siempre existió. Todavía en la actualidad se le sigue rindiendo honores y es homena­jeado en el terreno profesional de la medicina.

Según mi interpretación, este símbolo universal de Hi­pó­crates alude a la capacidad intrínseca y latente que tienen to­dos los organismos vivos de corregirse a sí mismos y restablecer de nuevo su equilibrio, balanceándolos, contrarres­tán­dolos, y que es lo que los diferencia de los organismos inertes. Estas capacidades y creencias hipocráticas versan so­bre cómo el organismo no se mantiene pasivo frente a las en­fermedades y cómo desarrolla una lucha natural, espon­tá­nea y regida por las leyes del universo para sobreponerse. Dichos organismos están conectados de forma directa a esas leyes que rigen la naturaleza como si se tratara de una guía in­visible instintiva que les dicta qué deben hacer, cómo han de proceder para recuperar su equilibrio de nuevo. A este ins­tinto natural se le llama la «sabiduría del cuerpo», que nada tiene que ver con la mente ni los pensamientos, ya que los demás reinos de la naturaleza también la poseen.

El hombre pertenece a la tierra.

La tierra no pertenece al hombre.

JEFE INDIO SEATTLE

En líneas generales, un ser vivo es el resultado interno de interacciones de sis­te­mas muy complejos en el que intervienen a su vez otros sistemas de comunicación molecular o de redes interconectadas que están directamente vinculados con el medioambiente ex­terior formando un ecosistema. A través de estas conexio­nes en red se produce un intercambio o dinámica básica con­ti­nua de energía y materia de forma per­fectamente ordenada de estímulo y respuesta, lo que cons­tituye el sistema más im­portante para estos organismos vi­vos o seres de la natura­le­za: la nutrición y la respiración. Jun­to con la reproducción, esta incorporación de energía se realiza de forma auto­má­ti­ca, aunque requiere de la introducción de las sustancias apro­pia­das para que esa incorporación de ener­gía sea constante y per­dure, ya que sin ellas no sería posible

Los organismos vivos se diferencian de los que no lo es­tán en que en el proceso de experimentar continuamente la vida y de estar vivos intrínsecamente se halla el proceso de la muerte, que está de forma indisoluble ligada a la existencia.

La salud y la enfermedad, según estos principios filosó­fi­cos, siempre han estado sujetas a las mismas leyes que actúan en positivo o en negativo, que tienen validez universal y que son de orden totalmente natural, ya que el ser humano solo es un filtro a través del cual se manifiestan. El estado de la en­fermedad no se considera un mal que ataca al organismo, sino un proceso de interrupción del fluir natural de todas las leyes que nos rigen y que nos obliga a efectuar un esfuerzo para comprender los errores cometidos contra nuestra pro­pia naturaleza. Es una lucha que ejercen los organismos vivos para autorregularse y equilibrarse con la utilización de las le­yes universales o de la naturaleza a su favor.

Macrobiótica I

Подняться наверх