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LA FILOSOFÍA ORIENTAL

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No pretendo mostrar en esta obra toda la información so­bre la filosofía oriental, ya que esta es muy extensa, comple­ja y demasiado abstracta. En ella se basan todas las teorías, metodologías y aportaciones que se presentan en este traba­jo, razón por la que se hace imprescindible mencionarla, ya que, por ser conceptos desconocidos en el lenguaje de nues­tra sociedad, es básico encontrar paralelismos dialécticos que nos ayuden a comprenderla mejor. Muestro, pues, solo una pincelada para centrar y ordenar todos estos conceptos que quiero señalar como parte de una propuesta de cambio en nuestra alimentación, salud y vida.

Una de las intenciones de la filosofía oriental es estimular la reflexión y el cuestionamiento de los grandes temas de la hu­manidad que nos afectan, así como desarrollar nue­vas ha­bilidades cognitivas que difieren bastante de las habi­tuales en nuestra sociedad occiden­tal. Esta filosofía busca, de este modo, que adquiramos una nueva forma de pensar más crí­ti­ca y constructiva en cuestio­nes que no estamos acostum­bra­dos a asumir en términos de autorresponsabilidad, como en las áreas de la salud, la ali­men­tación, la medicina y, por qué no, la forma de morir —habi­tualmente solemos dejar este as­pec­to en manos del sistema gestionado con los crite­rios de las empre­sas que se dedican a estas tareas y en las que no sole­mos par­ticipar—.

El carácter sistémico de este conocimiento nos permite poder acceder a él de forma progresiva y, dependiendo de cómo integremos en nuestro día a día todos estos plan­teamientos, iremos avanzando en la compresión de esta fi­losofía, ya que los elementos que más y de mejor manera nos pueden enseñar son la práctica y la observación perma­nente en nosotros.

La filosofía oriental nos enseña que en el universo lo más sutil o liviano es el origen de lo más denso, y que lo más den­so es el fundamento de lo más sutil. Es el circuito que en Occidente identificamos como que la energía crea la mate­ria y esta, cuando desaparece o se desintegra, vuelve a convertirse en energía.

Con simultaneidad, el movimiento de la energía condiciona los aspectos orgánicos tangibles a la vez que el estado y los cambios en la estructura de cualquier sustancia determinan las cualidades del movimiento del Qi o energía. Esto hace imposible establecer dicotomías como mente y cuerpo, normal y patológico, bueno y malo, y muchas más con la «normalidad aparente» con la que se hace en la medicina occidental. En realidad, las dicotomías en Oriente solo son relativas al yin y el yang; en cualquier tipo de fenómeno que intentemos explicar no existen otras.

Macrobiótica I

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