Читать книгу Séneca - Obras Selectas - Lucio Anneo Séneca - Страница 57

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¿Te citare otros quebrantos en la familia de los Césares, a la que creo ultraja de tiempo en tiempo la fortuna para que, hasta en sus desgracias, sea útil al género humano, demostrándole que ellos mismos, reputados hijos de los dioses, y muy pronto padres de dioses nuevos, no tienen en sus manos su propia suerte como tienen la del mundo? Habiendo perdido el divino Augusto a sus hijos y nietos, viendo extinguida la multitud cesárea, llenó por medio de la adopción su casa vacía. Soportó sin embargo con resignación aquellos reveses, como si se tratase ya de causa propia, estando profundamente interesado en que nadie se quejase de los dioses. Tiberio César perdió a su propio hijo y a su hijo de adopción; sin embargo, él mismo hizo en los rostros el elogio del segundo, y de pie, delante del cadáver, del que solamente le separaba el velo que debe ocultar a los ojos del pontífice la imagen de la muerte, cuando lloraba el pueblo romano, él no volvió el semblante: así demostró a Seyano, que estaba a su lado, con cuánta resignación podía perder a los suyos.

Ya ves cuán numerosos son los grandes hombres que no respetaron la suerte ante la que todo cede, a pesar de todas las cualidades de su alma, a pesar de tanto brillo y grandezas tantas públicas y privadas. Así también corre en el orbe el huracán, destruye y devasta ciegamente, como encontrándose en su dominio. Llama a cada uno a rendir cuentas: ninguno ha nacido impunemente.

Séneca - Obras Selectas

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