Читать книгу Penélope: El día que me casé, otra vez - María Cecilia Zunino - Страница 19

Capítulo 13

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Recuerdo cuando le conté a mamá lo de mi separación. Me mandó directo a lo del cura a expiar la culpa, librarme de los pecados, purificarme después de semejante y catastrófico pecado en el que había incurrido y no sé cuántas cosas más…

—¡Pero, mamá! ¿Qué vaya a ver al padre Pío? ¿El que nos casó? ¡No! ¡Dejá! ¡Ni loca! Encima dicen que anda con todas, te imaginás que yo no voy a… —pensé.

Y pensé.

Y pensé de nuevo.

Y lejos de purificarme, caí en la tentación. Era hora de romper con tanto cartón. Si decían que el padre Pío había estado con todas las del barrio… ¿qué le haría una mancha más al tigre? Grrr…

—Ok, mamita. Me voy a ver al cura. Solo porque vos me lo pedís —le dije con cara de niña aplicada…

En el camino a lo del padre Pío Martorel Moretti, mi mente comenzó a volar y a ramificarse de manera extraordinaria.

Es increíble cómo, a veces, tu nombre puede marcar tu destino. Pío Martorel Moretti: condenado a cura o a capo-mafia. El padre Pío era, en efecto, un hombre piadoso. Su obra en la parroquia era magnífica, reconocida, innegable. Pío, además de padre y, fuera cual fuera su fama, era un hombre de bien. Padre Pío, ¿por qué te hiciste cura si te gustan tanto las mujeres? ¿No te das cuenta, tontita? Tengo lo mejor de dos mundos y el perdón garantizado. Soy un buen sacerdote, no se puede negar, mis obras ya son legendarias. Me merezco un poco de satisfacción en pos de un bien mayor, ¿no te parece, chiquita? Después de todo, no soy más que un hombre, un simple mortal, no podría ser un buen pastor si me dejara cegar por la soberbia de la perfección. Uff… después de tanta sequía, este bombón me parecía más que sanador. Además, me quitaría un poco la culpa. ¡La culpa! ¡La bendita culpa judeocristiana! Sí. La vida después de un divorcio sería posible. Con o sin marido. Con o sin convento. Además, no le haría daño a nadie, por el contrario, estaría haciéndole un favor al pobre y sacrificado padre Pío Martorel Moretti.

Y de tanto volar y volar en las ramificaciones de mi mente, al dar vuelta la esquina casi me llevo puesto al padre Pío Martorel Moretti que llegaba justo de dar la misa a las mismas cinco viejas de cada tarde.

Padre Pío, necesito hablar con usted.

Vení, pasá a la sacristía que vamos a estar más cómodos.

¡Chan!

Penélope: El día que me casé, otra vez

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