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Introducción La Diferencia como el gran problema antropológico

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A continuación nos introduciremos al problema de la Diferencia en el campo tanto de la filosofía como de las ciencias, siguiendo el desarrollo realizado por Gilles Deleuze en la gran operación del pensamiento que él realiza al extraer la diferencia y la repetición del orden de la generalidad, la abstracción y la universalidad. Mediante esta tarea trataremos de anclar en el problema de la diferencia todo el desarrollo posterior de este trabajo, concibiendo que es éste justamente el aporte que la Antropología puede generar en el plano de la educación en relación con la producción de nuevos procesos de subjetivación. El problema de la Diferencia puede operar a la manera de borde entre la filosofía y la antropología, ampliando sus territorios e imbricándolos en una experiencia que podríamos llamar inaugural para el pensamiento transdisciplinar.

La diferencia, en la obra de Deleuze, es concebida más allá de la identidad y de la representación, por fuera de ellas, es decir no se refiere en ninguna identidad pre-existente del ser y por lo tanto no tiene ningún modelo ideal que sea en su esencia, en algún lugar. De ahí que siempre se desplaza en el pensamiento, porque no puede ser capturada por él más que en ese movimiento difiriente.

En su obra puede concebirse la diferencia como ideal, virtual y actual. La primera es entendida como diferencia pura, al no estar referida a la identidad deviene plural, múltiple y ligada siempre a otras diferencias, en conexión con otras: es entonces diferencial, diferenciante y diferenciada (1).

Es en este sentido que puede hablarse de una ontología en el pensamiento de Deleuze, en tanto no existe otro ser que la diferencia, y de esta manera es esencia de lo existente, que existe porque difiere. La diferencia ideal designa así lo esencial que deja de ser una abstracción para intervenir en este movimiento incesante del diferir, se encuentra en un estado genérico porque genera todas las diferencias.

Lo virtual, es entonces lo potencial lo que está en tensión, lo intensivo, la diferencia en tanto ligada a otras diferencias, que no permite que las mismas se disuelvan en caos o en diversificación extrema, en disolución. Lo actual de esta manera, es el campo de los simulacros, ya que no hay que responder a ninguna imagen ideal ni a ser una buena copia, es la dimensión donde las diferencias ligadas se integran en regiones que tienden a resolver momentáneamente la tensión en tanto alcanza una estabilidad provisoria que permite a su vez diferenciar ciertos simulacros de otros.

La potencia es justamente el estado de tensión real que pone en relación dos o más diferencias, la potencia se aleja así de la idea de fuerza o impulso, ya que resulta estar determinada por la variación de una cierta diferencia que afecta y es afectada por los diferentes grados de relativa estabilidad que el estado de tensión existente entre dos o más diferencias es capaz de tolerar.

Por otra parte a la vez que se reelabora esta noción de diferencia es necesario repensar la de simulacro por fuera del estigma platónico, ya que en la obra de Deleuze adquiere una importancia central en tanto reafirma su anti-platonismo y lo aparta de las posiciones de la hermenéutica, planteando otra relación entre lo real y la realidad. En tanto todo lo existente deviene diferenciándose, lo real no puede ser otra cosa que lo que muta, y la realidad debe pensarse como aquello producido por la mutabilidad de lo mutable. El simulacro expresa así lo que se diferencia de los otros seres, y la integración de las diferencias mutuamente ligadas en un tiempo y espacio dados.

Para determinar la idea propia de diferencia diremos que se desplaza en al menos tres formas de expresión: la noción matemática de diferencial, la multiplicidad y la diferencia como intensidad.

a) La noción matemática de diferencial.

La Diferencia, en singular y con mayúscula está siempre presente en el plural de las diferencias, la Diferencia es siempre diferencia de diferencias, en relación con otras diferencias. Toda cantidad es diferencia de cantidad, se refiere a otras cantidades o fuerzas cuantificadas, con las cuales se encuentra en una relación de determinación recíproca. Las diferencias se generan unas a otras. Esa es la Idea o elemento interno de la diferencia y de su producción, elemento sintético, de puesta en relación de la diferencia con lo diferente y diferenciante, puesta en relación de la determinación recíproca de los términos o valores, que es constitutiva de lo diferente, de cada diferencia (Véase Mengue, 2008, p. 256).

Deleuze desconecta la idea clásica de lo diferencial de la idea de lo infinitamente pequeño, tema relevante en el pensamiento de Spinoza, y de toda progresión a lo infinito. El diferencial no está afectado a una cantidad precisa, sino que está constituido por una serie de relaciones. El elemento diferencial no es ni finito, ni infinito, ni individual, ni particular, ni general, no pertenece al orden de la representación, es subrepresentativo.

b) La Idea como multiplicidad.

La Idea son las multiplicidades mismas de las cosas en sus diferentes dominios de realidad, física, biológica, lingüística y social.

El término designa una organización propia de lo múltiple en tanto tal, que no tiene necesidad de la unidad, ni se debe a una identidad previa nacida de la esencia o del concepto, sino que proviene de las formas de organización de sus elementos. Para que se pueda hablar de Idea en tanto que multiplicidad tiene que reunir tres condiciones: a) que los elementos no tengan forma sensible ni función asignable, o sea diferencia pura; b) que los elementos sean determinados recíprocamente en las diferencias no localizables, y c) que las relaciones diferenciales recíprocas se actualicen en puntos distinguibles o en relaciones espacio-temporales, encarnadas en términos y funciones variadas.

Los elementos constituyentes nunca pre-existen, sino que provienen de las relaciones que guardan entre ellos. Como ejemplo de Idea física Deleuze propone el Clinamen, para idea biológica a la Idea de organismo según G. Saint Hilaire, para la idea social a Marx, según el sistema de conexiones de las fuerzas múltiples de producción y el múltiple de las relaciones de producción.

El origen de las Ideas

La idea como objeto diferencial es la violencia que incita a pensar. Toda pregunta obliga a pensar, imperativo de aventura, lo llama Deleuze. Las ideas proyectan en problemas los imperativos de los cuales proceden, son inseparables de un poder decisorio, de un azar, según Nietzsche, las preguntas son los dados, el imperativo es el lanzar. Ese es el origen. Toda obra nace de esos imperativos aleatorios, contingentes, tarea ciega que fuerza a pensar.

Es aquí en donde la pregunta por las formas de actualización de lo diferenciante toma nuevamente relevancia:

c) La diferencia como intensidad.

Lo que actúa como diferenciante último en los procesos sensibles de actualización es la diferencia como intensidad.

Se está en presencia de la “síntesis trascendental de lo sensible”, que es necesariamente asimétrica, en razón de la intensidad que funda lo sensible.

La pregunta ¿qué es lo dado? remite a preguntarse por quién da. Es la diferencia quien da, dice Deleuze, lo dado es dado como diverso, la diversidad es el carácter de lo dado, lo que lo diversifica, lo que difiere es la Diferencia. Así la Diferencia, en tanto razón de lo sensible toma la forma de diferencia de intensidad.

Toda diferencia es diferencia de intensidad, todo lo que aparece es correlativo de órdenes diferenciales: diferencias de nivel, de temperatura, de velocidad, de presión. Lo que está dado supone lo desigual, lo asimétrico, y recíprocamente toda intensidad es diferencial, diferencia de diferencia. Toda intensidad implica una diferencia, o una desigualdad entre dos fuerzas o series de fuerzas, que no dejan de reenviarse y replicarse al infinito.

Procesos de subjetivación

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