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Prólogo a la primera edición

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Desde hace unos años viene produciéndose un movimiento acontecimental en Latinoamérica, que deja al descubierto lo que “una época tiene de intolerable, pero también hace emerger nuevas posibilidades de vida” al decir de Lazzarato. La grieta que se abre hace fugar voces colectivas, silenciadas durante siglos por un dispositivo de colonización.

Una línea de fuga de la Tierra que rompe la forzada distancia que se impuso en la modernidad entre la naturaleza y la cultura.

En el marco de esta desterritorialización, que produce mutaciones en la sensibilidad de la subjetividad colectiva e individual, así como en las expresiones políticas y sociales, surge la necesidad de pensar nuevas ideas que acompañen un proceso de cambio. En este contexto se inscribe la tesis de doctorado de María Laura Méndez, que hoy se reescribe y se publica como libro. La misma fue evaluada por un jurado internacional en el marco del Doctorado en Educación de la Facultad de Ciencias de la Educación de la UNER, en la que coincidentemente los tres jurados recomiendan su publicación como libro. En el caso de Patrice Vermeren, afirma que nos invita a recorrer un mapa conceptual en el que: “no ha sido parca, escueta, sino que ha dado a leer hasta su última palabra… arriesgando un conjunto de hipótesis complejas, seculares, hondas” en “un texto capaz de mantener las tensiones hasta el final” como señala Carlos Skliar en su informe.

El hilo conductor de la tesis parte de la presentación de la obra de Claude Lévi-Strauss, la cual es revisada y desconstruida con una gran minuciosidad. De este modo, los núcleos duros del pensamiento de Lévi-Strauss resultan criticados, reformulados, o completados, a partir del pensamiento de otros autores, especialmente de Gilles Deleuze, de Deleuze junto a Félix Guattari, y de Jacques Derrida. La elaboración de este aparato crítico y analítico, que integra el planteo antropológico de Lévi-Strauss con el filosófico de los otros autores indicados, le permite a la autora conformar una suerte de caja de herramientas teórica con la que se dirige en primer lugar hacia el propio Lévi-Strauss, para luego, con ella, analizar, paradigmáticamente, los conceptos medulares del mito, la relación del mito con la verdad y el tiempo, en un reconocimiento de lo múltiple. Es de destacar la consideración que la autora realiza del encuentro (por ejemplo, de culturas) como acontecimiento” afirma Alejandro Cerletti.

Las citas mencionadas ponen en evidencia la preocupación de la autora por producir, junto a otros, un desvío de la antropología clásica al servicio de lo Uno, y problematizar desde la perspectiva de la multiplicidad que se produce en el “tiempo del encuentro” como acontecimiento. Como bien afirma la autora, “se amplía así el orden de los posibles, de lo visible y de lo decible” en una construcción de nuevos universos existenciales.

Me gustaría destacar el interesante giro conceptual en torno al mito y los ritos. En un contrapunto afectuoso con Lévi-Strauss, marca una perspectiva que la aleja de dicho pensador en torno al rito. “Así como el mito pone en evidencia el problema de la diferencia, el rito lo hace con el problema de la repetición”. Alude al rito como un reagrupamiento de fuerzas, es un ritmo que en su repetición organiza las fuerzas del caos. Somos un ritmo cambiante y la pérdida de los ritos en la modernidad nos ha dejado en un movimiento a la deriva, en una desregulación como indica la autora, abiertos al riesgo de los excesos que se derraman por sobre los bordes del control. Este punto de vista nos da un hilo interesante para pensar en torno a la clínica y a los ámbitos educativos, dos dimensiones de expresión que ocupan especialmente a María Laura.

Pero un mundo nunca definitivo, sino en un permanente devenir de lo inesperado, crea nuevos agenciamientos sensibles a hacer de la diferencia otro modo de fraternidad, entramado en una interculturalidad que recupera el valor del pensamiento mítico como una forma de expresión de múltiples sentidos.

Este movimiento micropolítico lleva a la autora a pensar en el pensamiento del mestizaje, definido como pensamiento de la relación, de la multiplicidad y de la singularidad como un modo de “Producción de subjetividad desde la perspectiva de la multiplicidad”.

Una subjetividad que alberga al extranjero, el impredecible, el inesperado. Aceptar al extranjero que hay en uno y en el otro es renunciar a la pregunta socrática de ¿Quién soy? y ¿Quién eres?

Es aceptar mi condición de ser no individual, sino colectivo, una comunidad de otros en mí. Una relación necesaria con el otro, en tanto yo soy el otro, me soy extranjero.

Toda conversación ocurre entre el anfitrión y el huésped, el extranjero, en una trama de múltiples formas e impredecibles afectaciones. El huésped no es nunca casual ni contingente, es la alteridad necesaria en una existencia que hace maquinar el deseo en ese hiato.

Albergar al extranjero, al huésped, es aceptar lo virtual que hay en uno y que también es en el otro. Otro que no hay que capturar sino recibirlo como una diferencia.

Ese otro que escapa a cualquier código, que es lo imprevisible que nos abre a un campo de afectaciones múltiples, componiendo un cuerpo de intensidades heterogéneas y de identidades precarias que se desvanecen en la mezcla, para que algo de lo inasible del tiempo circule, un mundo de afectos y perceptos entre los hechos finitos del relato.

La alteridad, la presencia del extranjero es la afirmación del azar en la necesidad.

Libera al deseo del mundo de la representación y huye de los agenciamientos de lo Uno.

Concluimos junto con Cerletti que “Esto se puede convertir –o debe convertir, en la intencionalidad de la autora– en una tensión fértil que fuerza el pensar. El mestizaje es una invención que se da en el juego de deslizamientos, pliegues, repliegues y metáforas, en un desplazamiento continuo del sentido. Tiene la potencia, intempestiva y creadora, de los encuentros. Es un pensamiento antitotalizante, o, en términos políticos, antitotalitario. Sostener y sostenerse teóricamente en esta idea, y ser consecuente con las prácticas que de ella se derivan, quizás sea la clave de bóveda que sustenta y expresa la tesis de María Laura Méndez en su conjunto”.

Todo el libro está atravesado por una lectura sutil y apasionada de autores con los que compone un cuerpo de la amistad en el sentido spinoziano, sin perder un pensar crítico y novedoso que nos abre a una composición de múltiples sentidos. Su recorrido no es sólo un decir sino también un hacer desde la multiplicidad.

Adriana Zambrini

Procesos de subjetivación

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