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Haecceidades

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El planteo de la haecceidad retoma la cuestión de la individuación, pero teniendo en cuenta que ésta se da en un agenciamiento, como parte de una multiplicidad intensiva, y no como unidades separadas. Es un modo de individuación que no necesariamente es una persona, una cosa o una sustancia. De esta manera Deleuze retoma la idea de Spinoza del modo finito, que supone una teoría modal del individuo como composición de partes intensivas. Un cuerpo o un alma se definen para Spinoza por la relación compleja de velocidad y lentitud, o sea por los afectos de los que es capaz.

La haecceidad, entonces no puede ser definida por su forma, universal, trascendente, exterior, ni por su composición intrínseca, o por las funciones que ejerce, sino solamente por su composición material, por sus relaciones de fuerza. Por consiguiente, una persona, un animal, una cosa, se definen por los movimientos y reposos, velocidades y lentitudes y por afectos e intensidades.

La Haecceidad en Deleuze permite, pues, una etología de los afectos y una física de las potencias que definen un plano inmanente y no trascendente” (Sauvagnargues, 2006, p.116).

Permite pasar del tema de la organización al de la composición, se sitúan así en un plano de la etología de las fuerzas que componen movimientos y reposos, velocidades y lentitudes, de esa manera se describen agenciamientos de movimientos y afectos.

Un cuerpo no es definido por su unidad final, ni por su forma o sus órganos, sino por las relaciones concretas y variables que él instituye entre los materiales constituyentes, esto es válido para todos los individuos corporales, orgánicos o culturales.

No se trata de un inacabamiento, sino de individuaciones enteras y completas de plena potencia y esa plena potencia es un acto y no un ser que opera constantemente. La cartografía de los modos reemplaza a la génesis histórica de los individuos.

Deleuze, además combina este concepto con las nociones medievales de “longitud” y “latitud”, para poder distinguir dos planos, el de la composición de partes, longitud, y el de la variación de potencia, latitud. La utilización de las coordenadas permite tomar el cuerpo individuado como el resultado de un diagrama de fuerzas ejercidas sobre el individuo que se compone de una multitud de partes extensivas que le pertenecen según una relación que lo caracteriza. La singularidad de las relaciones determina una individualidad corporal como multiplicidad, como un estado de fuerzas en movimiento y reposo, según establece Spinoza la individuación. Todos los cuerpos expresan variaciones cuantitativas, pero a su vez, esta cinética de los cuerpos expresa grados de potencia.

Deleuze retoma la individuación como conjunto de partes extensivas, longitud y la esencia como lo intensivo, latitud.

Cualquier cuerpo compone una relación de relaciones, que se entiende materialmente como conjunto de partículas, fluctuante, que componen ese cuerpo según una determinada relación, que a su vez expresa un grado de potencia que tampoco es constante. La longitud concierne al estado de fuerzas, es extensiva y la altitud al grado de potencia, es intensiva.

La haecceidad se compone de relaciones de fuerza y de afectos de potencia. Sirve para pensar una individualidad, pero sin estar vinculada a la unidad de una forma o a la identidad de una sustancia; es entonces concebida como un acto y nunca como un ser. De esta manera la realidad ontológica no está constituida por seres unificados, cualquier variedad, cualquier flujo son también individualidades; no significa que las cosas y los sujetos estén mejor individuados que los acontecimientos más lábiles. En tanto que variación cada una de las versiones de los mitos se constituye como individuaciones.

La haecceidad hace caducar las distinciones entre lo material, lo vital, lo técnico, lo cultural, que sin ser reductibles unos a otros, poseen el mismo estatuto de individuo, circulan a través de diferentes estados y pasan unos a otros como lo reclama la semiótica mixta del rizoma” (Sauvagnargues, 2006, p.122).

La haecceidad no es un modo de devenir más rápido, sino una transformación lógica, que determina a todos los individuos como devenires, no son ni fugaces ni evanescentes, en oposición a lo que podría ser duradero: tales oposiciones corresponden a un plano de trascendencia que separa la esencia del accidente, lo necesario de lo contingente, lo fijo del devenir, pero la haecceidad no recorta ningún tipo de seres sino que capta devenires.

“…Una haecceidad puede durar tanto tiempo incluso más que el que se necesita para el desarrollo de una forma y para la evolución de un sujeto” (Deleuze y Parnet, 2005, p. 123).

La haecceidad no concierne a una individualidad, a una subjetividad o a una corporeidad diferentes, sino a una teoría diferente del individuo, del sujeto. Del cuerpo y de la cosa. La haecceidad no disuelve ni al sujeto ni a la cosa, sino que supone un cambio de su estatuto lógico, otra perspectiva epistemológica.

Los sujetos, las cosas, los órganos están compuestos por estados de fuerzas, coordenadas espacio temporales y grados de potencia, longitud y latitud. Los sujetos y los objetos tienen existencia porque son el resultado de haecceidades. (Sauvagnargues, 2008, p.126). La haecceidad sirve para salir del dualismo entre formas-sujetos y multiplicidades intensas, entre el plano de trascendencia y el plano de inmanencia.

Lo que pone en evidencia la haecceidad es el devenir y el acontecimiento; implica al acontecimiento en el devenir y sus efectuaciones, no reemplaza a estos conceptos sino que los integra, ya que no es posible pensar uno sin el otro; y a la vez, como todo acontecimiento produce rupturas, es siempre intempestivo y tiene lugar en una temporalidad que se manifiesta en un devenir imperceptible, en muchos casos, pero capaz de producir mutaciones en la sensibilidad. En lugar de lo constituido (el verde) denota sus fluctuaciones constantes (el verdear). No son dos tipos de cosas que se pueden oponer, sino dos formas de considerarlas.

La haecceidad distingue entre los dos planos del pensamiento, el de una filosofía materialista de la inmanencia, y el plano trascendente o teológico de las sustancias, los sujetos y las esencias. Un grado, una intensidad es un individuo, haecceidad que se compone con otros grados, con otra intensidades para conformar otro individuo, siempre son haecceidades de haecceidades.

De manera que todo agenciamiento es una haecceidad que se define por una longitud y una latitud, por velocidades y afectos.

Como máximo distinguiremos entre las haecceidades de agenciamientos ( un cuerpo constituido sólo como longitud y latitud) y las haecceidades de inter-agenciamientos, que marcan asimismo las potencialidades de devenir en el interior de cada agenciamiento (el medio donde se cruzan longitudes y latitudes). Pero unas y otras son estrictamente inseparables” (Deleuze-Guattari, 1997, p.321).

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