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Acontecimiento

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Así como Derrida (1989) habla de la posibilidad de dos interpretaciones de la interpretación nosotros podríamos decir que hay por lo menos dos interpretaciones del Acontecimiento: el que queda apresado en la estructura, en su sistema cerrado, que se piensa como agotamiento de la misma para dar paso a otra estructura; y la manifestación azarosa del devenir, que como diría Deleuze-Guattari, sólo puede expresarse a través de verbos en infinitivos, y nuevamente, por fuera de la lógica identitaria, y del modelo representativo. No se trata de que la hoja “es” verde, sino del verdear de la hoja.

“Un devenir no es una correspondencia de relaciones. Pero tampoco es una semejanza, una imitación y, en última instancia una identificación. Toda la crítica estructuralista de la serie parece inevitable. [...] El devenir no produce otra cosa que el sí mismo, es una falsa alternativa el que nos hacen decir: o bien imita, o bien es. Lo que es real es el propio devenir, el bloque del devenir y no los términos supuestamente fijos en que se transforma el devenir.

Por último devenir no es una evolución, o al menos no una evolución por descendencia y filiación. El devenir no produce nada por filiación, cualquier filiación sería imaginaria. El devenir siempre es de otro orden, que el de filiación, es del orden de la alianza. Si la evolución implica verdaderos devenires es en el vasto dominio de la simbiosis que pone en juego series de escalas y reinos completamente diferentes, sin ninguna filiación posible” (1997, p.244).

Por eso en el presente comienza a ser necesario hablar de transformaciones por variación continua. En el evolucionismo hay corte, pero en la transformación hay mutación por variación continua.

El mito da cuenta de cómo funciona nuestro pensamiento: produce corte, signo, seña en la variación continua. Nuestro pensamiento necesita cortes.

“(.) La evolución no va de uno menos diferenciado a otro más diferenciado, y deja de ser una evolución filiativa hereditaria para devenir más bien comunicativa y contagiosa. En este caso nosotros preferimos llamar más bien involución a esa forma de evolución que se hace entre heterogéneos, a condición de que no se confunda la involución con una regresión. El devenir es involutivo la involución es creadora. Regresar es ir hacia el menos diferenciado. Pero involucionar es formar un bloque que circula según su propia línea ‘entre’ los términos empleados y bajo las relaciones asignables.

Devenir es un rizoma, no es un árbol clasificatorio ni genealógico. Devenir no es ciertamente imitar, ni identificarse; tampoco es regresar – progresar; tampoco es corresponder, instaurar relaciones correspondientes; tampoco es producir una filiación. Devenir es un verbo que tiene toda su consistencia; no se puede reducir y no nos conduce a ‘parecer’, ni ‘ser’, ni ‘equivaler’...” (1997, p.245).

Nos parece muy difícil y complejo tomar partido frente a estas afirmaciones de los autores antes mencionados, su pensamiento y el estilo de su escritura también actúan por ruptura, son también rizomáticos. Nos parece que como nos proponía Derrida, respecto a las interpretaciones de la interpretación, es mejor no tomar partido, no elegir, y plantear que, aunque antagónicas las dos posiciones dan cuenta de algún aspecto de lo humano. No existe hoy duda sobre la multiplicidad y la complejidad, pero sin embargo existe también en la naturaleza, como lo demuestra la física contemporánea, la tendencia permanente a lograr algún orden, que sin duda se disuelve en pos de otro. Una perspectiva entonces privilegia lo invariante, y la otra el movimiento y la transformación, lo importante es permanecer en esta tensión, que como muchas otras, carece de resolución, y posibilita así la infinita creación de la vida, del pensar y del sentir.

Somos conscientes que la toma de posición significa apostar a distintas posiciones subjetivas, que por lo tanto tiene efecto en prácticas sociales, políticas, intelectuales e ideológicas, que a su vez son las únicas mediante las cuales se conforman y se transforman, lo que a su vez supondrá la creación de nuevas formas históricas.

Procesos de subjetivación

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