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Procesado de alimentos y riesgos para la salud
ОглавлениеComo consumidores activos, es normal que nos preocupe la seguridad de los alimentos que llegan a nuestra mesa, y también que exijamos que las administraciones públicas velen por nuestra salud y regulen y supervisen las prácticas productivas, de procesamiento y comerciales a fin de evitar serios riesgos. Ejemplos de estos riesgos serían, por ejemplo: la comercialización de aceite de colza desnaturalizado, que causó una intoxicación masiva (el síndrome del aceite tóxico) en 1981; el más reciente caso de adulteración decarnesdevacunoconcarnesdecerdoodecaballorepletasdeconservantes no autorizados; los escándalos relacionados con las carnes hormonadas de pollos criados con profusión de antibióticos; el de los huevos repletos dedioxinas,enAlemania;eldelaceitedeorujodeolivaconelevadosnivelesde benzopireno; el grave problema de la encefalopatía espongiforme bovina; y la leche adulterada con melanina, en China, o el de la intoxicación por Escherichia coli que causó treinta y dos muertes en Alemania en el año 2011, achacado erróneamente a los pepinos ecológicos españoles, que supuestamente estaban contaminados con bacterias de E. coli de una cepa peligrosa (y en este caso, al parecer resultó todo un gran montaje orquestado para desacreditar la agricultura ecológica y que se frenaran las importaciones de frutas y verduras españolas en los países del norte de Europa).
Como comentario, resulta irónico que la epidemia de encefalopatía espongiforme bovina se conociera también como «mal de las vacas locas», ya que, tal vez, debería habérsele llamado «mal de la locura humana», porque los responsables de esa gran crisis alimentaria no fueron en absoluto las pobres vacas. El brote de encefalopatía espongiforme bovina en las reses se debió, entre otras aberraciones, a haber alimentado a pacíficos rumiantes herbívoros con toda clase de despojos cárnicos infectados, en una compleja trama de sobreexplotación que en ningún momento tuvo en cuenta la salud de los animales ni la del consumidor humano final. Y, por si fuera poco, según parece, la variante de esta afección en los humanos, llamada enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, podría ser consecuencia del consumo de productos de vacuno infectados de encefalopatía espongiforme.
Hoy, a pesar de las drásticas medidas tomadas para erradicar la enfermedad, no tenemos la certeza de que la encefalopatía espongiforme bovina haya desaparecido por completo en nuestro país. 48 Como la enfermedad solo se manifiesta a partir de que el animal alcanza determinada edad, la Administración optó por obligar a sacrificar los ejemplares antes de que llegaran a alcanzar dicha edad, por lo que obviamente hace años que solo se ha manifestado algún caso aislado de la enfermedad.
La responsabilidad de las epidemias de origen alimentario hay que buscarla en la obtención de máximos beneficios económicos al mínimo coste posible.
Otra práctica habitual de la industria agropecuaria es el uso ilegal de hormonas (como el famoso clembuterol) y el abuso de antibióticos, algo en lo que están implicados tanto los ganaderos como los carniceros y las industrias cárnicas, todos ellos amparados por ciertos políticos y responsables de la administración, que se dejan corromper o hacen la vista gorda a algunas de estas dudosas y fraudulentas prácticas.