Читать книгу Baltasar contra el olvido - Mauricio Koch - Страница 24

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Yo la verdad no estoy tan seguro de que Dios sepa todo. Eso dicen en la iglesia, el padre Esteban lo dice, pero igual no deja de parecerme raro. Qué necesidad tiene Dios de estar al tanto de cada cosa que pasa y de cada pavada que se nos cruza por la cabeza. Yo creo que nos conoce por lo que le contamos, que si no hablamos con él no sabe nada de nosotros. Por eso yo hoy le diría así: si vos Diosito me preguntás si se está investigando la muerte de mi mamá, si hay alguno preso, si la gente está haciendo una manifestación como esas que se ven en la tele, desde ya te tengo que decir que no. Los asesinos se pasean por la calle como grandes señores: van a comprar el pan y a la ferretería, toman sus copas en el boliche, tienen prolijo y recién pintado el frente de sus casas, se paran a conversar en las esquinas y hasta a la iglesia van con sus familias y comulgan, vos lo sabés... Y los que murmuran y los critican son los mismos que se paran a hablar con ellos a pura risa y les despachan los cigarrillos o les aceptan las donaciones. Y si me preguntás por la policía, te diría que la policía sabe. Y se calla. Sabe, se calla y mira para otro lado porque la adornan con plata o con animales o unos terrenitos. O, como en el caso de mi mamá, con las tres cosas juntas. No sé cuántas vacas y hectáreas y billetes habrá valido la libertad de los que mataron a mi mamá. ¿Diez vacas, veinte hectáreas y un puñado de billetes? ¿O treinta vacas, quince hectáreas y unos miles de pesos? ¿Quién sabe? Lo que sí se sabe es que a mi mamá la mataron. Y se sabe quiénes fueron y también por qué no hay ninguno preso y no se habló más del tema. Con los años tal vez alguien recuerde y se vuelva a rumorear, o puertas adentro la gente cuente la historia y cambie el orden, confunda el año y le agregue personajes como a toda historia, y tal vez también hablen de por qué el caso de la Renata nunca se investigó. Y alguno, uno tal vez, quizá se arrepienta de no haber hecho nada para que los culpables vayan presos. Me gustaría creerlo.

Así le hablaría a Dios.

Baltasar contra el olvido

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