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IV. La tribulación predicha y usted

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Al hablar de las trágicas muertes de Huss y Oldcastle, nos acordamos de que Jesús, en su Sermón profético, predijo que sus seguidores sufrirían tribulación. “Entonces os entregarán a la tortura y os matarán, y seréis odiados de todas las naciones por causa de mi nombre” (Mat. 24:9).

No fue la única referencia que formuló esa tarde acerca de la tribulación. En los versículos 21 y 22 aludió a una “tribulación tan grande”, que no tendría parangón ni en el pasado ni en el futuro; tan tremenda, que “si aquellos días no se hubiesen abreviado, no se salvaría nadie”.

La palabra tribulación proviene de un término griego que significa “dificultad, angustia y sufrimiento”. Además de las referencias de Cristo a ese término en el Sermón Profético, las Escrituras contienen varias predicciones más acerca de períodos de notable angustia. (Véase el diagrama de la página 34.)

La primera tribulación mencionada en el Sermón Profético debía comenzar muy pronto, durante la vida de los discípulos. “Entonces os entregarán a la tortura”, les anunció Jesús. Y esa situación debía continuar, más o menos, permanentemente. Cuando Jesús añadió: “Y seréis odiados de todas las naciones por causa de mi nombre”, estaba lanzando una mirada a través de la historia hasta el fin del tiempo, mientras el evangelio se diseminaba de una nación a otra. Algunas personas provenientes de todas las naciones iban a aceptar el evangelio y se iban a convertir en sus seguidores. Trágicamente, sabía que algunos otros de todas las naciones no solamente lo iban a rechazar, sino además iban a perseguir a los que lo aceptaran.

La otra tribulación que Jesús mencionó, que no tendría parangón ni antes ni después (vers. 21 y 22), se cumplió durante los 1.260 días-años de Daniel 7:25 (véase el tomo 1, páginas 122 y 123), como parte de la terrible característica de prueba, dificultad y angustia que demasiado a menudo marcó la carrera de la cristiandad romana. (Véase el diagrama de página 34.)

Otra tribulación, o “tiempo de angustia”, también sin paralelo fue predicha en Daniel 12:1 y 2. Ocurrirá cuando surja “el gran Príncipe”, Miguel. “En aquel tiempo se salvará tu pueblo”, le dijo Gabriel a Daniel: “todos aquellos que se encuentren inscritos en el Libro. Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra”, añadió, “se despertarán, unos para la vida eterna”.

Esta tribulación especial ocurrirá con relación a la resurrección y a la segunda venida de Cristo. Sucederá después de que el tribunal descrito en Daniel 7:9 al 14 termine de examinar los libros. Causará terror solamente a los impíos. El pueblo de Dios será liberado.

Esta terrible tribulación que ocurrirá al final de los tiempos se diferenciará de todas las otras porque, aunque será relativamente breve, durante su transcurso caerán las siete plagas postreras. La gran tribulación de los 1.260 días-años, sin embargo, fue diferente de todas las demás porque duró largos siglos. Afectó a los creyentes y a los no creyentes. en ocasiones implicó a un cuarto o a un tercio de la población.

Diremos algo más acerca de las diferentes tribulaciones cuando estudiemos Apocalipsis 2:10; 3:10 y 6:9 al 11.

La tribulación y usted. En la quietud de esa tarde en el Monte de los Olivos, Jesús dijo a los cuatro discípulos que estaban sentados junto a él: “Entonces os entregarán a la tortura y os matarán”.

Aquella tribulación es dolorosamente personal. De esos cuatro fieles amigos, Santiago y Pedro fueron encarcelados más tarde en Jerusalén por el rey Herodes a instancias de los dirigentes judíos (véase Hech. 12:1-19). Santiago fue decapitado. Pedro fue rescatado por un ángel, pero años más tarde sufrió el martirio en Roma, crucificado cabeza abajo, según la tradición. Juan, otro de los cuatro discípulos presentes enel Monte de los Olivos, fue sumergido en aceite hirviente. (Véase las páginas 52, 53.) Sobrevivió milagrosamente, fue exiliado a la isla de Patmos, donde recibió las visiones del Apocalipsis.

Pero Jesús estaba pensando en otros sufrientes, además. Sabía que la tribulación no se limitaría a ciertos períodos o a un grupo de individuos. “En el mundo tendréis tribulación” dice en Juan 16:33. Sus palabras constituyeron un axioma universal como “En la escuela hay maestros” o “En la guerra hay muerte”. La tribulación es un aspecto inevitable de la vida humana. “Como las chispas se levantan para volar por el aire, así el hombre nace para la aflicción” (Job 5:7, RVR).

El hecho de ser cristiano, no obstante, ayuda al ser humano a evitar muchas tribulaciones y a mitigar muchas otras. La decisión de vivir una vida sana para gloria de Dios (véase 1 Corintios 10:31) ayuda al cristiano a evitar muchos dolores y sufrimientos. La cortesía lo ayuda a disipar la ira de los demás: “Una respuesta suave calma el furor” (Prov. 15:1). La oración, también, cambia las cosas: “Invócame en el día de la angustia, te libraré y tú me darás gloria” (Sal. 50:15).

Pero algunas tribulaciones son inevitables. “En el mundo tendréis tribulación”. Los cristianos de origen judío que salieron de Jerusalén en armonía con las instrucciones de Cristo, se salvaron gloriosamente de la carnicería que recayó sobre sus compatriotas, pero no se los libró de los costos y los inconvenientes del traslado a Pella y de comenzar una nueva vida allí. (Véanse las páginas 27 y 28.) Y los mártires cristianos ciertamente sufrieron tribulaciones muy penosas.

Pero cuando Jesús dijo “En el mundo tendréis tribulación”, añadió: “Pero ¡ánimo!: yo he vencido al mundo” (Juan 16:33). Cristo controla todo, y él tendrá la última palabra respecto de nuestras tribulaciones.

“Os entregarán a la tortura,” dice en Mateo 24:29. En efecto, “matarán a algunos de vosotros”. Pero, no se preocupen, “no perecerá ni un cabello de vuestra cabeza” (Luc. 21:16-18).

¡Misericordiosa paradoja! Podrán matarlo, pero no se perderá una sola célula de su cuerpo. “Mucho vale a les ojos de Yahvéh la muerte de los que le aman” (Sal. 116:15). En ocasión de su segunda venida, el Cristo que ya ha vencido al mundo y a la muerte traerá de nuevo a la vida a cada uno de los miembros de su pueblo, que duermen en el polvo. (Véase Mat. 24:31 y 1 Tes. 4:15 al 18.)

TRES NOTABLES TRIBULACIONES PREDICHAS EN LAS ESCRITURAS

“En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo!” (Juan 16:33).


¡Dios te ama! Se interesa por nosotros. Quiere que también nos interesemos por los demás. “La religión pura e intachable ante Dios Padre es esta: visitar a los huérfanos y a las viudas en su tribulación y conservarse incontaminado del mundo” (Sant. 1:27). El cristiano maduro tiende a olvidarse de sus propios problemas para ayudar a otros a resolver los suyos. El cristiano sabe que todos: solteros, divorciados y viudos, chicos huérfanos o con padres, madres, padres, ancianos, administradores y empleados, todos enfrentan dificultades. El verdadero cristiano encuentra la manera de “visitarlos” en sus “tribulaciones”.

El verdadero cristiano, también, después de recuperar el aliento, “se regocija en su tribulación”. ¿Cómo? Porque sabe que aun en medio de las tribulaciones es precioso para Dios. Porque sabe que sus problemas personales proporcionan la oportunidad de ejercer paciencia ante la provocación, de manera que logre persuadir a otros de hacerse cristianos también. (Véase Romanos 5:3 y Santiago 1:2 al 4.) Y en cuanto a las tribulaciones de los demás, se regocija por la oportunidad que le presentan de manifestar compasión cristiana.

“Las cosas reveladas nos atañen a nosotros y a nuestros hijos” (Deut. 29:28). Algunas tribulaciones recaen sobre algún miembro de la familia, por lo menos parte del tiempo. Dichosa es la familia que aprende a compartir las tribulaciones y a regocijarse en ellas.

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