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NO ES PAÍS PARA TIROIDEOS

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No es este lugar para discutir sobre los posibles mecanismos de acción del tetrabromobisfenol-A y otros compuestos polibromados sobre la función de las hormonas tiroideas, pero es interesante destacar que la interferencia de los compuestos halogenados —nomenclatura que incluye a los compuestos clorados, yodados y bromados— sobre el proceso de deshalogenación dirigido por las enzimas encargadas de la recuperación del yodo —las desyodasas— se presenta como una de las posibilidades más creíbles, de entre las decenas de etapas vulnerables del eje hipotálamo-hipófisis-tiroides-hormonas tiroideas-células diana de estas hormonas, que ya hemos mencionado con anterioridad.

Intentaré resumir y explicar mejor lo que acabo de exponer, de manera que todos podamos entenderlo: la hormona tiroidea mayoritaria en la sangre de las personas es la tiroxina, o T4, producida en el tiroides; esta hormona necesita perder uno de sus cuatro yodos para convertirse en la hormona activa triyodotironina (T3), que es la capacitada para unirse a un receptor hormonal tiroideo específico situado en el núcleo de cualquier célula de un tejido diana de la acción tiroidea.

Por su parte, las enzimas de tipo desyodasas son las encargadas de eliminar el yodo sobrante, pero, amigos, aquí entran nuestros enemigos en acción, porque en la actualidad los expertos sospechan que esta enzima no está a lo que está, es decir, que, en vez de estar desyodando a los poliyodados o T4 para convertirlos en T3, se ha entretenido u ocupado debromando a los polibromados.

Es decir: que la invasión de los contaminantes bromados, producidos en el exterior, afecta directamente a nuestro interior, al desarrollo de nuestro cuerpo y, por tanto, a nuestra salud, porque en nuestro organismo determinadas enzimas que antes se ocupaban de realizar una acción de vital importancia, como era la de hacerse cargo de esa partícula de yodo de la que las hormonas T4 necesitaban deshacerse para convertirse así en la hormona activa T3, ahora están ocupadas «atendiendo» a los contaminantes bromados, a esos invasores del exterior que reclaman su atención y hacen que descuide las vitales tareas de las que siempre se había ocupado.

Por decirlo de un modo simple, se ha iniciado una competencia brutal entre los recién llegados contaminantes bromados y las hormonas tiroideas por los favores de las enzimas desyodasas, por su atención y por que estas den prioridad en sus trabajos a contaminantes u hormonas. Esto, que repercute directamente en nuestra salud, explicaría los cada vez más frecuentes casos de «hipotiroidismo subclínico» en pacientes en los que aparentemente todo está normal, excepto la propia sintomatología de hipotiroidismo.

Porque, ciertamente, cada vez llegan más pacientes a las consultas que presentan cuadros de cansancio crónico, debilidad, piel seca, intolerancia al frío, caída del pelo, dificultad de concentración, mala memoria, estreñimiento y otros síntomas comunes que traen de cabeza a los médicos, incapaces de encontrar una explicación lógica para este proceso que no sea el hipotiroidismo, que los endocrinos tratan con éxito mediante la administración de la hormona tiroidea a estos pacientes.

Ahora bien: ¿qué explicación cabe para el altísimo número de diagnósticos anuales de hipotiroidismo en nuestro país?

Anualmente, más de setecientos mil españoles y españolas son diagnosticados de hipotiroidismo, lo que supone un 2 % de la población, al que habría que sumar el 1,3 % de pacientes que aún no han sido diagnosticados por no padecer el corolario completo de síntomas. Parecería que vivimos en un país de hipotiroideos.

Pero no es solo un problema de España: curiosamente, las ventas de hormona tiroidea colocan a este compuesto en el puesto número uno en la clasificación de los medicamentos más prescritos mundialmente y en las primeras posiciones de los medicamentos que necesitan receta médica en España. Se creería que todo el mundo necesita un suplemento de hormona tiroidea, aunque su utilidad en ciertos rangos de edad, como es el caso de las personas mayores, esté más que cuestionada.

Para algunos investigadores como José Carlos Moreno, del hospital La Paz de Madrid, los fallos en la enzima tiroidea5 bien podrían estar relacionados con la presencia de competidores ambientales de la función enzimática. Esto es, de componentes externos, de contaminantes procedentes del exterior que, como ya hemos dicho, penetran en nuestro organismo y alteran su funcionamiento; en este caso, por decirlo de una manera metafórica, «robándole las novias», esto es, el favor, la atención y el beneficio de las funciones de las enzimas tiroideas, a las hormonas T4, para las que estas siempre habían trabajado.

El doctor Moreno ha puesto todo su empeño en descubrir los mecanismos subyacentes en una forma de hipotiroidismo congénito. Esto se debe a que este tiene dramáticas consecuencias; nosotros apoyaremos sus actividades ayudándole con la caracterización de la exposición materno-infantil.

Quizá valga la pena ahondar algo más en el asunto: muchos padres saben que desde hace décadas a todos los bebés que nacen en España se les pincha en el talón de uno de sus piececitos para obtener una muestra de sangre. Gracias a las analíticas realizadas con la sangre de «la prueba del talón», se detectan de forma temprana enfermedades metabólicas que podrían causar graves secuelas a la criatura, pues no se manifiestan de forma inmediata; no son visibles hasta que han pasado años y resultan, en muchas ocasiones, irreversibles. Entre estas enfermedades favorecidas por el diagnóstico temprano, se encuentra el hipotiroidismo congénito, que, si no se trata, retrasa el crecimiento y la madurez física e intelectual. El individuo hipotiroideo congénito no tratado se convierte en un «cretino», nombre médico cruel para distinguir al ser humano con un profundo retraso mental y enanismo. Por el contrario, si el hipotiroidismo se trata a tiempo con la administración de la hormona tiroidea, las secuelas se evitan en el cien por cien de los casos. Gracias a la química-endocrinóloga Gabriela Monreale y a su marido médico-endocrinólogo Francisco Escobar del Rey, en 1976 se inició un estudio piloto de detección de hipotiroidismo congénito en niños recién nacidos que más tarde se extendió progresivamente por todo el país y que, hoy en día, es universal. Los resultados del diagnóstico temprano son más que admirables, ya que se ha prevenido el retraso mental de aproximadamente ciento cincuenta criaturas al año. Haz las cuentas y piensa cuánta tristeza, cuánto dolor y cuántos euros nos hemos ahorrado.

Una vez instaurado el tratamiento del recién nacido/recién diagnosticado, ya habrá tiempo de investigar la causa del desastre. Ahí es donde el doctor Moreno tiene una hipótesis causal, y ahí es donde mi equipo lo apoyará para ayudarle a resolver ese puzle de mil piezas que nos permitirá conocer la causa de enfermedad en el niño. Aprovecharemos también para meter nuestra hipótesis ambiental en la hipótesis genética que él presupone. Así, entre todos veremos si, en una mala interacción gen-medioambiente, más de uno sale trasquilado.

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