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Cómo retoma/dialoga la ciencia social con los descubrimientos de la neurociencia

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En lo que sigue, mostraremos tres casos de sociólogos que recuperan en alguna medida la propuesta de Antonio Damasio y que permiten observar los diálogos iniciales entre ciencias. Las lecturas parten desde el estudio de los movimientos sociales (Jasper), la sociología de los sentidos (Vanini, Waskul y Gottschalk) y una reelaboración del habitus (Wacquant). Con ello, queremos evidenciar que las posibilidades del diálogo son múltiples y no se reducen a un solo ámbito del conocimiento en la sociología y las ciencias sociales en general.

Para James Jasper, estudioso de los movimientos sociales, el papel de las emociones en los movimientos sociales tiene al menos un par de décadas, en las cuales se ha llevado a cabo la constitución de un ‘sub-campo’ naciente (Jasper, 2012: 49). En la medida en que las emociones están presentes en diferentes momentos de la protesta y movimientos sociales, Jasper señala cómo éstas tienen un papel significativo en términos motivacionales, ya sea como favorecedoras de la movilización, o bien, como obstáculos de la misma (Jasper, 2012: 49). No obstante, una de las dificultades a las que se ha enfrentado esta línea de investigación, es el “contraste entre emociones y racionalidad”, la cual coexiste con “otros dualismos” tales como mente y cuerpo. Ante esta dificultad, una de las fuentes intelectuales reconocidas es aquella que apunta a que: “Es necesario reconocer que sentir y pensar son procesos paralelos de evaluación e interacción con nuestros mundos formados por similares estructuras neurológicas” (Jasper, 2012: 49).

Jasper señala cómo una de las grandes necesidades del estudio de las emociones en las ciencias sociales en general y la sociología en particular, es la necesidad de establecer categorías que permiten registrar las diferentes modalidades de emoción considerando su duración en el tiempo. Es en ese sentido que recupera En busca de Spinoza. Neurobiología de la emoción y los sentimientos (Damasio, 2003), para distinguir entre pulsiones (urges), emociones reflejas; y estados de ánimo que perduran en el tiempo como los sentimientos y emociones morales, como la compasión e indignación. De modo que para Jasper: “Los estados de ánimo perduran en el tiempo —de allí que podamos trasladarlos de un entorno a otro— y se diferencian de las emociones porque carecen de un objeto directo (Damasio, 2003: 43; mi clasificación no está lejos de la suya)” (Jasper, 2012: 50) Las cursivas son nuestras). En este sentido podemos decir que Jasper recupera a Damasio desde una clave conceptual y no sólo en términos del desdibujamiento de las duplas. Es decir, apoya y complementa su propia elaboración con aquella de Damasio, respecto a los tránsitos y tipos de emoción en los movimientos sociales (con funciones explicativas para la duración o terminación de éstos) confirmando la importancia de conocer el funcionamiento de esos cuerpos/mentes en un proceso social.

Por otro lado, en el marco contemporáneo de la sociología de los sentidos, la recepción de las neurociencias en general y, Damasio en particular, se inscribe en el cuestionamiento a la numeración clásica de los sentidos corporales y el viraje de la investigación a un ámbito más integral y extenso de la percepción (Sabido, 2016: 68). Más allá de acotarse a lo que entendemos desde el sentido común como “cinco sentidos”, Vannini, Waskul y Gottshcalk distinguen entre “sentidos externos” (vista, tacto, olfato, oído, gusto) y “sentidos internos” (es decir, aquellos que proporcionan información sobre el mundo interno del cuerpo), como el vestibular (que posibilita percibir la dirección, aceleración y movimiento en el espacio); dolor, sed y hambre (nociocepción); la percepción interna de nuestros músculos y órganos (propiocepción), el equilibrio (equilibriocepción), el movimiento (kinestesia) y la temperatura (termocepción) (Vannini, Waskul y Gottschalk, 2012: 6, 29).

Para estos autores, experimentamos al mundo, a los otros y a nosotros mismos, a través de los sentidos y ello depende, no sólo de la formación sociocultural de la percepción sino también del trabajo conjunto entre “cerebro y mente” (Vannini, Waskul y Gottschalk, 2012: 151-152). En esa línea, los autores se refieren a Damasio y concretamente a El error de Descartes (1994) entre otros autores, para señalar cómo cuando la habilidad de procesar las sensaciones o recibir estimulación a través de los sentidos está comprometida, las consecuencias son tanto psicológicas como sociales, en tanto se requiere este trabajo conjunto entre cerebro y mente (Vannini, Waskul y Gottschalk, 2012: 152). Es decir, no sólo cuerpo y mente trabajan en conjunto, sino también las emociones, sentimientos y el sentido que asignamos a dicho sentir.

Por otro lado, en aras de reforzar el desdibujamiento de las duplas y extender la capacidad heurística del concepto de habitus de Pierre Bourdieu, Löic Wacquant junto con otros autores (Wacquant, 2015; Downey, 2014) han recuperado algunos argumentos de las neurociencias. Wacquant señala la necesidad de recuperar argumentos teóricos e investigación empírica de autores como Antonio Damasio, entre otros, en la medida en que contribuyen al desplazamiento de una “filosofía de la acción desencarnada” por un modelo que entrelaza cuerpo, cerebro, self y práctica (Wacquant, 2014: 129). Para Wacquant se trata de acudir a las nuevas perspectivas de la neurociencia, en el marco de las ciencias cognitivas actuales, mismas que han enfatizado la relevancia del conocimiento del cuerpo y los aspectos entrelazados de niveles biológicos, psicológicos y sociales. Wacquant se refiere a En busca de Spinoza. Neurobiología de la emoción y los sentimientos (Damasio, 2003) para señalar que estos aportes permiten reiterar que ser competente en la sociedad es algo tácito y está encarnado, y que: “el cuerpo es un crisol que solda [welds] continuamente pasión y razón (como Damasio, 2003, demuestra desde el lado de la neurobiología)” (Wacquant, 2014: 130 Las cursivas son nuestras).23 Así pues, la recuperación que hace Wacquant se inscribe en una tradición de pensamiento que apuesta por mostrar cómo el cuerpo produce sentido y el conocimiento se encarna, al mismo tiempo que experimenta, siente y da sentido a lo que siente social y materialmente hablando.

Acercamientos multidisciplinarios a las emociones

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