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5.4. Las acusaciones de Petiliano

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Las Confesiones no agotarán el interés de Agustín hacia los maniqueos, pues a su redacción le siguen todavía otras cuatro obras más que nos informan sobre la relación de Agustín con dicha comunidad y los efectos en ella de la lectura de Confesiones 55 . De su repercusión en otra comunidad enfrentada a Agustín, los donatistas, se obtiene también una valiosa información sobre las causas que motivaron esa obra tan peculiar. En efecto, las Confesiones ofrecen una nueva forma de comunicación con el público. Es una alma compasiva y solidaria la que se dirige a otra alma hermana mostrándose como ejemplo de que la conversión es posible. Ello conlleva también una forma novedosa de desarrollar la intención protréptica. En un diálogo interno con Dios y consigo mismo el autor se va descubriendo a la vista de Dios y del género humano y redescubriéndose a sí mismo. Esta apertura genial a lo universal no excluye que Agustín, en esa reconstrucción de su pasado —tema recurrente en los escritos previos—, haya pretendido ofrecer una visión de sí mismo y de sus motivaciones ante un público que veía con recelo su pasado maniqueo. A este respecto, J. D. BeDuhn 56 considera que uno de los propósitos principales de Confesiones es ofrecer una apologia pro vita sua. Parte de una carta perdida de Megalio, primado de la Iglesia de Numidia, en contra de consagrar a Agustín como obispo y que aflora a raíz de un incidente en una disputa con el donatista Petiliano 57 , el cual acusaba a Agustín de ser criptomaniqueo. De lo contrario, ¿cómo explicar ante sus paisanos la súbita conversión de un activista tan feroz en adalid del catolicismo? Sorprende asimismo la coincidencia de su partida de Cartago en 383 con la publicación del edicto de Teodosio de 382 contra los maniqueos que castigaba especialmente a los cristianos que se habían convertido y convertido a otros; también su partida de Milán en 387 ante la llegada del usurpador Máximo, que había ejecutado a Prisciliano acusado de maniqueísmo, y su plan de regresar a África tras la amnistía concedida por Teodosio y Honorio en enero de ese mismo año. Por ello, aunque no haya que negar la conversión sincera de Agustín, sí que hay que tener en cuenta su intención de ofrecer una visión propia de los hechos apelando a las intenciones íntimas frente a la apariencia exterior. Volviendo a la cita de Conf. X 4, 6, el fruto de la obra es saber «no cómo he sido sino cómo soy». De este modo, la anécdota de Conf. VI 9, 14-15, referida a una falsa acusación recibida por Alipio, inocente a pesar de que todos los elementos externos le acusaban de intento de robo, parece ser una trasposición alegórica de la experiencia de Agustín.

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