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7. PERVIVENCIA DE LAS «CONFESIONES» EN LA POSTERIDAD 7.1. Coetáneos y amigos de Agustín

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Esta imagen encontró una acogida inmediata en el terreno de la poesía cristiana. Como ya se ha dicho, aparece desarrollada en los poemas de Paulino de Nola, amigo y corresponsal de Agustín, que además presenta su obra como ofrenda. Aunque Paulino declara conocer las Confesiones (Cartas X 94, 4), no se conserva toda la correspondencia habida entre ambos y resulta aventurado, si no imposible, determinar de cuál de los dos procede esa imagen y, con ella, la propia concepción de la tarea del poeta cristiano. Se pisa terreno más firme en el caso del poeta calagurritano Prudencio, que en el 404 publicó su poemario compuesto, por un lado, de himnos dedicados a los mártires y a las partes del día y, por otro, de poemas de corte didáctico, polémico, épico y laudatorio. Lo cierra un Epílogo que se inicia con un priamel en que Prudencio repasa las ofrendas que no puede hacer y cita a quien ofrece los dones de su conciencia, en clara alusión a las Confesiones, y que termina con la ofrenda de su poesía como medio por el que resuene en las bocas de los seres humanos el nombre de Cristo. Y lo abre un Prólogo en que Prudencio realiza un repaso de su vida pasada hasta el momento de su vejez. Es entonces cuando toma conciencia de la inutilidad de las ambiciones mundanas, de una carrera exitosa que culminó en un cargo de confianza del emperador, y decide aprovechar lo que le resta de vida para cantar los logros divinos y llegar así a Dios. Por lo que respecta a los poemas dados en ofrenda, destaca el titulado Psicomaquia, una lucha alegórica en el interior del corazón humano entre vicios y virtudes que sin duda debe mucho al debate interno de Agustín previo a su conversión.

Otra muestra de la recepción inmediata es su aprovechamiento como fuente de la emergente hagiografía, como lo muestra Posidio, biógrafo y amigo de Agustín, que se sirvió de ellas para narrar las primeras etapas de la vida de éste, y Paulino de Milán acude también a ellas para completar aspectos de su Vida de Ambrosio , obispo de Milán. Sirvieron también de modelo hagiográfico en la vita que Ferrando de Cartago escribe sobre su maestro Fulgencio de Ruspe poco después del 522.

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