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Capítulo II Sobre la sociedad civil A. NOCIONES PRELIMINARES

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Mucho se ha escrito en las últimas décadas sobre la importancia de que la sociedad civil asuma por fin el protagonismo que le corresponde en las sociedades democráticas contemporáneas. Por sociedad civil entendemos el conjunto de los ciudadanos corrientes, así como las organizaciones e instituciones cívicas y sociales de las que forman parte y que constituyen la base de una sociedad activa, en oposición a las estructuras del Estado y de las empresas.

Como algún autor ha señalado, la democracia constituye actualmente el único régimen político que concede un papel relevante, al menos en el plano teórico, a la iniciativa de la sociedad civil. Bajo la tranquilidad política actual de los estados democráticos de derecho late una profunda inquietud social, que casi nunca se manifiesta externamente, precisamente porque la causa principal de tal malestar está en las dificultades que la estructura política y económica suponen para el despliegue de las iniciativas civiles. Se puede hablar entonces de una crisis de integración política, de un decaimiento de la conciencia de pertenecer a unidades sociales que engloben y superen al conjunto de los individuos aislados. Lo cual, a su vez, provoca el paradójico efecto de que la propia sociedad civil no encuentra cauces de participación, precisamente en la configuración política que le atribuye la soberanía1.

El ámbito político es el mundo común y de la libertad, distinto y trascendente del ámbito doméstico, ámbito de lo privado y de la necesidad2. Ese espacio público juega un papel esencial, como escenario público del bien común y por lo tanto la política adquiere una dimensión más activa, pues es construida y reconstruida dinámicamente en su diario devenir. Dicho proceso está relacionado con el problema de la democracia y las formas que esta adquiere en ese juego de construcción/reconstrucción. Esta discusión acerca de “lo político” y de “lo democrático”, nos lleva a problemas de definición filosófica. ¿Cómo debemos entender la democracia? La respuesta es múltiple y variada, pues implica discutir de qué tipo de democracia estamos hablando. Para Sartori3, por ejemplo, se puede distinguir entre: “democracia política, democracia social, democracia industrial y democracia económica”. Para Touraine4, la democracia tiene tres dimensiones esenciales: “respeto a los derechos fundamentales, la ciudadanía y la representatividad”. Por su parte, Dahl5 categoriza a las democracias modernas como poliarquías, entendidas como “[...] un régimen con un conjunto singular de instituciones políticas que, como conjunto, la diferencian de otros regímenes”.

Participación política y derecho a la objeción de conciencia al aborto

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